Las seis en punto de la mañana ya caminaba yo hacia el hospital.
No hacía frío, solo una pequeña brisa fresca que acariciaba suavemente mi rostro. Ya salían tímidos los primeros rayos de sol y solo los más madrugadores aparecían en la calle. Iba en manga corta y se estaba muy a gusto. Quise pararme a comprar algo a Lía, pero claro fui tan estúpido que ni me acordé de que a esa hora pues no estaba abierto.Seis y veintidós minutos de la mañana, ya entraba yo por la puerta del hospital. Saludé a la recepcionista, que ya me debe de conocer solamente por las veces que voy por allí, rubia, de ojos azules y con gafitas, tendrá una media de unos 45 años más o menos. Subí a la habitación de Lía porque quería pasar por lo menos media hora con ella.
Llegué a la habitación de Lía y le di un fuertísimo abrazo.
-Has venido muy temprano
- Porque quería verte. ¿Que pasa? ¿No puedo pasar un ratito con mi chica especial?
-Claro lo doy todo por un rato contigo.
Pero ese rato se hizo corto. Empezó a llegar su familia y amigos a verla, y claro, no pudimos hablar mucho. Cuando me quise dar cuenta entró en la habitación un hombre menudo con una barba marrón no muy larga, gafas y aunque escaso de pelo aún sostenía en su cabeza una aureola de pelo castaño y cano. Era el doctor Guillén, el médico que operará a Lía.
-¿Nerviosa Lía? Ya verás que no es nada.- dijo mientras con una sonrisa acarició su rostro.
-Solo quiero despedir a mis familiares.
-Bueno, vale guapa dos minutos. Dijo el doctor.
Lía se despidió de todos.
Cuando nos quedamos sólos la cojí de la mano.
-Sabes mi amor que en el quirófano no vas a entrar tú sola. Yo estaré todo el rato contigo, a tu lado.
-Eso ya lo sé. Si me duermo sólo soñaré contigo.-sus ojos se llenaron de lágrimas.- Pero Luck. ¿Y si no me despierto?.
Me dio un huelco el corazón.
-¿Por qué no ibas a hacerlo?- le agarré muy fuerte la mano.
Se encogió de hombros. Le temblaban las manos. Tenía miedo. Yo también pero no podía mostrárselo.
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Lía llevaba 6 horas dentro. Nadie salió a decir nada. Comí un sandwich que saqué de la máquina y una coca-cola. Estaba muy aburrido, pero a la vez de los nervios. Cuando se me dormían las piernas daba cortos paseos por la sala de espera.
Me entró sed, así que dirigí a la máquina expendedora del final del pasillo. No sé lo que pensaba en ese momento pero me di en las narices con una chica muy alta pero muy guapa. Tenía el pelo moreno que le caía sobre los hombros. Unos ojos marrones y nariz aguileña. Tenía un flequillo desigual que le cubría la frente. Era muy delgada, con rasgos muy finos y los dedos muy largos. María, la hermana mayor de Lía que vivía en Japón. Era una rica empesaria que vivía de los lanzamientos de videojuegos.Su empresa era importantísima, la más conocida me atrevería a decir. Era una friki con nivel. Lía me enseñó una foto suya de peque. Se pasaba el día jugando a estúpidos videojuegos. Por lo menos le desaparecieron las gafas, el aparato y el acné. Antes era fea, friki y marginada. Ahora se ha codeado con personas importantes, es muy atractiva y multimillonaria. La vida la ha tratado bien después de todo, aunque sólo tenga 25 años.
-Luck- dijo ella al fin.
-María.
-¿Dónde está Lia?-quiero verla.
-En mitad de la operación. Llegas cómo dos o tres días tarde ¿no crees?- me giré para no mirarla. He sido un bruto. Pero alguien tenía que decírselo.
Se le llenaron los ojos de lágrimas.
-Lo siento pero tenía negocios importantes. Y no encontré otro vuelo a Gran Canarias antes.
-Aa claro lo entiendo. Perder dinero es más importante que el hecho de que tu hermana se muera de cáncer. Vale, pues perdón.
Se me quitó la sed. Comencé a llorar de rabia. Vale me he pasado pero si no lo hacía yo alguien tenía que decírselo. Me arrepentí, pero no demasiado. Una parte de mí estaba orgullosa de lo que había hecho. María se metió en el baño.
Media hora después apareció en la sala de espera saludando a todos y poniéndole excusas a su madre por no venir antes. Su madre se las tragó, yo no.
Lía siempre me dijo que su hermana mayor había sido muy caprichosa. Siempre lo abarcaba todo para ella. Todos los juegos todas las consolas... y si no lo conseguía formaba berrinches. Lía también se compadecía de ella. Nunca fue la niña más feliz. Me contaba que le hacían bulling en el cole. Era la "friki orco" y a todos los niños les hacía gracia. Era muy divertido jugar a tirarle piedras. De hecho, romperle las gafas era triple. Rompió 3 gafas en un mes y sus padres la castigaron. Aún así le compraban todo. Pero tenía sueños. Quería irse a Japón y montar su empresa de juegos. Lía me dijo estas mismas palabras.
Mis padres le decían con tacto que se olvidara que era imposible, que se buscara un trabajo real y que a la mayoría de gente no se le cumplen los sueños. Pero mi hermana no se rindió. Buscó sus propios medios, sin que nadie le apoyara. Todos se reían de ella por luchar. Al final, lo consiguió. Cumplió su sueño y ahora lleva una empresa muy importante. Y ahora todo el mundo le está lamiendo el culo,literalmente, hasta mis padres, es penoso. Debería mandarlos a la mierda, sinceramente. Eso haría si yo fuese mi hermana. Si antes no creías en mi ¿de qué te tienes que sentir orgullosa? Si antes te avergonzabas de mi ¿por qué ahora pretendes dar envidia conmigo?
Siempre pensé que Lía tenía razón ahí. Lía vivía sin pedir demasiado. Siempre fue guapa, lista, muy bajita, con una melenilla al cuello y flequillo, aunque ahora lo tenía más largo. Sus padres no le querían comprar libros asi que se hizo socia de la biblioteca. Leía muchísismos libros y en casa escribía historias en sus cuaderno. Quería ser una gran escritora cuándo fuese mayor. Tenía a su hermana de ejemplo. Lía creyó en María a la hora de cumplir sus sueños. Siempre le animó asi que María le ayudaría. Pero para no pasar por lo mismo que su hermana no habló sobre sus sueños a sus padres. María y yo éramos sus verdaderos fans. Y yo el número uno. Aunque María no ayudaba demasiado con el hecho de estar tan lejos o cuando Lía la llamaba para leerle sus borradores, que tanta ilusión le hacían, le soltaba una coz por teléfono por estar siempre muy ocupada y no tener un minuto. Asique me los leía a mi. Hasta que dejó de hablar con María. Para aprender de los grandes, Lía se pasaba el día leyendo. Y cuándo no podía comprar libros leía en Wattpad. Siempre soñaba con que era la protagonista de un bonito libro de amor, ya fuese en uno físico o en una historia de Wattpad. Esa historia de amor la portagonizábamos los dos. Ojalá y alguien la escribiese algún día.
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El médico salió de repente. Todos nos pusimos de pié. Él sudaba y tenía preocupación en su rostro.
Estaba temblando. Me sudaban las manos y las restregué en mi pantalón. Necesitaba saber que es lo que había pasado ahí dentro. Que había sido de Lía.
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Me debes un día del verano.
Romance¿que pasaría si al amor de tu vida le diagnosticaran cáncer? ¿que pasaría si quisiera cumplir sus sueños? ¿Y si no pudiera salir del hospital? ¿Que harías para que lo consiguiera? ¿Aunque te quitase un día de tu verano? ¿que harías para recupera...