Capítulo 23

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Un mes después.

-Se acerca la Navidad. ¿Qué tienes pensado hacer?

-Mmm, veamos... Primero iré al supermercado de la manzana a la vuelta de la esquina para comprar comida para la cena de Noche buena, segundo pondré el árbol de Navidad junto a Jeffrey y Nora, luego iré a la papelería que estaba al lado del colegio para comprarle a mi madre esa secuela del libro que tanto le gustaba y me volveré a ver la serie de Breaking bad en un maratón de varios días.

-Veo que vas bien preparada.

-Sí.

-Qué pena que no se pueda salir de este lugar.

-Ya...-Suspiró Violet.

La nieve que se había estado amontonando a lo largo de la semana había empezaba a cuajar. Se estaba formando una sólida gruesa capa blanca sobre el jardín, de la cual sólo sobresalía el solar que había construido el señor Harmon hacía unos años, y el cual escondía un gran secreto, uno suyo y otro de Constance, la vecina: El cadáver de Hayden McClaiden y el de Moira, la asistenta.

-¿A ti que te gustaría hacer?

Violet estaba sobre los brazos de Tate, recostada en él y en el calor del tacto que se formaba no por la piel, sino por el sentimiento mutuo que existía.

Estaban tumbados en la amaca del porche, observando el paisaje nevado que se había asentado ya a principios de estación.

El hielo apelmazado en los recovecos de las paredes de la antigua casa, que comenzaba a derretirse, goteaba del alfehizar de las ventanas.

Hacía frío, mucho frío; pero apenas se notaba la diferencia comparándolo con la temperatura a la que suponía estar sometido cuando no tenías vida.

-Me gustaría pasar las Navidades con mi familia. La de verdad, la que era antes de que mi padre se fuera. Decía que mi madre estaba maldita, además de que se la chupaba al vecino, y cuando nació el cuarto hijo, él...

Violet lo agarró de la mano y le acarició la mandíbula con el dorso.

-¿Qué fue de él? Nunca oí nada ni lo llegué a conocer.

-Nació sin brazos. Lo mataron fuera de la casa dos días después de que se fuera mi padre, así su espíritu no nos podría atormentar. Me parece un final demasiado cruel para alguien alguien con esa condición. Incluso aunque no la tuviera.

-Lo siento...

-No pasa nada. Fue algo que pasó hace mucho tiempo. Aunque me hubiera gustado poder verlo una vez más. A veces me pregunto qué ha sido de él, si ha formado una nueva familia, si seguirá vivo... Quién sabe.

-Sé que nunca podrá ser lo mismo, pero ahora nos tienes a nosotros.

La familia de Violet y Tate habían conseguido recoinciliarse en el último mes. Al principio era extraño, pero cada día se hacia más fácil. Ahora eran una nueva familia.

-No podría pedir nada mejor.




Jeffrey estaba sentado en el pupitre junto a sus amigos. Tenían cinco ninutos de descanso y una clase más y ya se despedirían del colegio para comenzar las vacaciones de Navidad.

-Hey, Jeff, ¿qué haces estas navidades? ¿Te vas a algún lado?

-No, me quedo aquí con mi familia. ¿Y tú?

-También me quedo-. Dijo Amanda, la chica con la que coincidía en historia y literatura-. ¿Te apetecería... hacer algo?-Era guapa y alta. Tenía unos ojos color chocolate preciosos, y su pelo castaño perfectamente cuidado caía en ondulaciones hasta la cadera.

-Me encantaría.

-Guay. Genial.

Sonó el timbre y todos se sentaron en su sitio. El profesor de historia entró en la sala.

-Amanda-la agarró de la chaqueta suavemente antes de que se marchara- mañana en mi casa a las 4.

¿A Qué Le Tienes Miedo? || AHSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora