Capítulo 21

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POV Lucy

Después de salir del pueblo intentando no matarme, ni ensuciarme mis nuevos tacones y el vestido nuevo, conseguí llegar al tan ansiado lago.
Estaba a punto de anochecer en cuanto divisé la cascada, pero la cuestión es que había logrado llegar sana y salva a este odioso y hermoso lugar que la naturaleza nos había dado.

−Más le vale al gilipollas este que me ayude.−Refunfuñé mientras andaba y maldecía la hora a la que fuimos a esa ermita. Si sabía que Nath nunca tenía razón, ni buenas ideas. Era estúpida al igual que su lobo.

Tras un largo rato, logré encontrar la dichosa puerta de la ermita. Ahora resultaba que la puerta estaba atascada. Le di innumerables patadas, pero, no fue sino con una rama que encontré tirada en el suelo que pude lograr mi acción.
No obstante, eso había hecho que sudara, con ello a que me despeinara y que el maquillaje se corriera... En resumen, había ocasionado que me viera fea. Y yo siempre debía estar guapa, hasta para hacer un trato con el diablo.

−¿Quién se atreve a molestar al gran Samael?−Dijo, me supongo, el pazguato que encerramos tras abrir las puertas del templo.

−Un poco penoso qué te llames a ti mismo el gran Samael.−Grité como modo de salutación sin tan siquiera prestar atención al prisionero.

Entrecerré la gran puerta de hierro completamente oxidada que conectaba con el exterior. Observé mi alrededor: todo estaba tal cual como Nath y yo lo habíamos dejado. Los bancos de madera estaban cubiertos de polvo, el altar lleno de pequeñas botellas y un bol, y finalmente, la estrella de David donde el "gran" demonio/ángel caído Samael era prisionero.

−Es muy irónico que mi carcelera venga a hacerme una visita.−Vaciló Samael acercándose a los límites de su jaula.−¿No crees qué es así, Lucy?

−Es muy irónico que tú me digas esto. Has sido encerrado en una iglesia por unas crías de dieciséis años. Muy triste por tu parte, ¿no crees?

Percibí como el rostro de Samael se volvía oscuro. Pero los dos sabíamos que no le convenía ya que era mi prisionero y podía hacer lo que quisiera con él. Por ese motivo, intentó mantener el rostro de persona normal que le tocaba.
Aunque sus ojos negros estaban algo rojos y mostraban ojeras. Sus ropas estaban desgarradas y sus brazos mostraban cortes y quemaduras. No pude evitar sentir lástima por él, pero, no se merece nada. Es un acosador.
No obstante, no había dejado de observarme de manera inquisitiva y mostrando una sonrisa escondida que no me gustaba nada.

−¿A qué has venido, Lucy?−Preguntó siendo altivo y sin importancia.−Te conozco lo suficiente como para saber que tus visitas no son gratuitas.

−¿Qué te hace pensar eso?−Vacilé mientras ponía los brazos en jarra.−Tal vez no me conozcas tanto como piensas.

−Créeme que sí.−Reconoció Samael sentándose en el frío suelo de piedra.−El tiempo que te observé, me di cuenta que eres una persona mezquina, egoísta, orgullosa y sabelotodo.

−¿Y eso qué significa según tú?

−Que eres mi alma gemela.−Anunció con una sonrisa que no me gustaba nada.

Solté un bufido al oírle. Definitivamente era imbécil.

−Si pretendes conquistarme con esto vas muy equivocado.−Dije poniendo los ojos en blanco e intentando poner orden en mi cabeza. Me sentía mareada.−Aunque, no he venido a hablar de mí, sino de nosotros.

−Soy todo oídos, Lucy.

−Cómo vuelvas a decir eso voy a hacerme una tortilla con tus dos huevos, −Amenacé bastante molesta.− ¿entendido?

Dos lunas muy petardas#WYNA #PGP2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora