CAPÍTULO 1

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El viento aullaba fuera, pero Tweek no estaba asustado. De hecho, reía a carcajada limpia mientras Craig le contaba lo ridículo que estuvo Clyde esa misma mañana en el almuerzo. Lástima que Tweek hubiese tenido psicólogo, ¡De verdad había sido algo memorable!

Tweek entrelazó sus pies descalzos con los de Craig, envueltos en unos gruesos calcetines azules, lo que sobresaltó al moreno, aunque pronto continuó con su relato sin darle mayor importancia.

Tweek y Craig eran novios. Lo eran desde que la ciudad decidió juntarlos, y habían seguido así por unos meses. Eran amigos, se llevaban bien, se entendían. Tweek admiraba a Craig, Craig comprendía a Tweek, y todo estaba bien entre ellos. Manos entrelazadas, paseos por el parque, y dormir juntos. Sí, dormir en casa de Craig, como estaban haciendo ahora. Ya cercanas las doce de la noche, envueltos en las sábanas de la cama del moreno, contándose historias, haciendo chistes, hablando de videojuegos, de películas, de animales.

Estaba claro que se gustaban. Puede que no se lo hubiesen planteado hasta el momento, pero entre ellos había una conexión muy especial, y de eso no había duda. Pero ¿era amistad, amor? Tenían diez años, ¿Qué coño importaba qué tipo de relación tenían? Tweek y Craig querían jugar, divertirse, estar juntos. No querían que el pueblo los acosase, que les mirasen. No querían hacerse preguntas, querían disfrutar de la compañía del otro.

Tweek bostezó con cansancio. Normalmente no cogía el sueño hasta bien pasada la una o dos de la madrugada, pero todo el día trotando por ahí con sus amigos lo había desgastado mucho. Recostó su cabeza en el hombro de Craig, quien había terminado de hablar, y observaba el techo de su habitación cubierto de estrellas fosforescentes. El murmullo de la televisión que veían sus padres se escuchaba de fondo. Craig estiró su brazo, que estaba bajo el cuerpo de Tweek, y comenzó a acariciar, con las yemas de los dedos, la piel que quedaba desnuda bajo la camisa del pijama de Tweek. El rubio se sobresaltó algo nervioso.

-¿C-Craig? Me haces cosquillas... -murmuró, algo preocupado.

Craig continuó ascendiendo su mano, recorriendo la cintura y la espalda suave del más bajito, quien se encorvaba ligeramente al tacto del otro.

-¿Te pones así solo por esto? -preguntó burlón.

-Ca-¡Cállate, Craig!

Tweek hundió, avergonzado, el rostro en el hombro de Craig, quien no pudo más que dejar de hacer lo que estaba haciendo para abrazar con fuerza a Tweek, mientras trataba de ocultar sus risotadas apretándose contra él.

Niños. Niños divirtiéndose. Niños que no entendían que la corriente que se desataba por la espalda de Tweek al contacto de Craig significaba algo.

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El despertador sonó con impaciencia unas cuantas veces hasta que Tweek se decidió a salir del manojo de mantas y apagarlo. Se estiró en el sitio como pudo, arqueando la espalda en un gesto que le recordó a sí mismo a un animal. Se frotó los ojos con fuerza, causando que una lagrimilla le cayese rodando por la mejilla izquierda. Miró entonces el reloj, y se levantó de un brinco. ¿Tanto rato había estado el despertador sonando? ¡Ya pasaban veinticinco minutos desde que se suponía que se tenía que haber levantado!

-¡Craig! ¡Craig, despierta! ¡Llego tarde!

Tweek zarandeó al chico que yacía durmiendo bocabajo, a su lado. Craig soltó un gruñido en respuesta, y se movió para ocupar el sitio que, segundos atrás, había ocupado su novio, y que, por ende, seguía calentito.

-Es pronto -dijo contra la almohada.

-No, no es pronto ¡Es tardísimo! Mis padres me van a matar.

¿Cómo me amas? [Creek]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora