¿Cómo me amas? [Creek]

CAPÍTULO 3

Cerró la puerta con llave, temblando un poco por el frío. Se había colocado un jersey marrón de su padre que había encontrado en la despensa, y que picaba un poco. Pero por lo menos estaba algo más caliente. Se frotó las manos heladas, una contra la otra, antes de mirar a ambos lados de la calle y cruzar a la acera de enfrente.

Escuchaba la música cada vez con más intensidad. Estaba algo nervioso. No quería aparecer como si nada; no sabía si Craig se molestaría por haber ido hasta allí solo, pero quería darle una sorpresa y demostrarle que por él era capaz de hacer frente a su miedo a las concentraciones de gente en masa. Y que podía saltarse las normas y cerrar la cafetería antes de que su turno acabase.

Temía que sus padres le descubriesen, o que los gnomos aprovechasen que se había marchado antes para hacer de las suyas, pero suponía que valdría la pena. Eso esperaba.

Había estado toda la noche pensando en Craig, y ahora solo quería estar un rato con él, no le importaban las consecuencias. Tal vez le estaba dando demasiadas vueltas, y estaba dramatizando. Con el tiempo, había conseguido controlar un poco sus paranoias, pero a veces no podía evitar ponerse en lo peor.

Por suerte, llegó al centro de la fiesta antes de que sus desvaríos fuesen a más. Había mucha gente fuera, en los puestos, bebiendo, gritando. Las carpas blancas estaban llenas de adolescentes que gritaban. Había botellas, colillas, y basura, en general, por todas partes. Muchos conocidos.

Buscó a Craig con la mirada, escondido desde un rincón. No quería acercarse, empezar a deambular, que los borrachos lo atacasen y que le pusiesen pastillas en la bebida, o tener que entablar conversación con algún compañero de clase. No, solo quería hablar con Craig.

Se escondió tras un puesto de comida que, en esos momentos, estaba vacío -tanto de gente, como de comida- y escrutó a su alrededor, buscando a su amigo. Novio. A su novio.

Tan ensimismado estaba que no percibió como una sombra se coló tras de él, y antes de que pudiese girarse para comprobar de quien se trataba, unas manos lo acorralaron contra la pared posterior del puesto, ocultándolos del resto del mundo.

Tweek jadeaba, sudaba. Iba a morir, lo estaban secuestrando y nadie se iba a dar cuenta. Tenía que haberse quedado en su puesto, cuidando la cafetería. Era el karma. El karma era cruel con él. O los aliens, ¡Eso era! Una conspiración alienígena...

Pero Tweek no tuvo demasiado tiempo para desvariar, pues las manos de su secuestrador le sujetaron el rostro con firmeza. Y unos labios aprisionaron los suyos con desesperación. Tweek se decidió a abrir los ojos, que habían estado firmemente cerrados desde el inicio del "secuestro", y se sorprendió al encontrarse con Craig.

Craig lo estaba besando.

El chico tenía los ojos cerrados, las mejillas sonrosadas, y sus manos le sujetaban con fuerza. Tweek casi no podía creerlo. Estaba teniendo una de aquellas alucinaciones tan raras que tenía a veces. O estaba soñando.

Abrió la boca lentamente, sin ser realmente consciente de lo que estaba haciendo. Y Craig no tardó demasiado en colar su lengua dentro de ella.

Tweek no sabía qué hacer. Siempre se había mostrado receloso a ese tipo de cosas. Habían muchos factores a considerar: infecciones, traspaso de enfermedades... Pero, en ese momento, aquello había pasado a un segundo plano. Tenía que reconocer que, en los últimos años, su cuerpo cada vez reaccionaba de manera más radical a los estímulos que ejercía Craig, y últimamente se había encontrado a sí mismo luchando por evitar que pensamientos como besos o sexo pasasen por su paranoica mente.

Y sin darse cuenta se encontró a sí mismo correspondiendo a Craig. Casi no podía creer lo que su cuerpo estaba haciendo. Y en cuanto fue consciente de que ya no había marcha atrás, mandó a su cerebro a la mierda, y se aferró al cuello de Craig para profundizar en un beso que se tornaba cada vez más húmedo.