Un adiós y un trato (Editado)

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—¿Acaso no sabes que es de mala educación escuchar conversaciones ajenas? —Cuestiono Takumi mirándola, el agarre de su brazo era como el acero
—¿Solo para eso llegaron al pueblo? ¿Para deshacerse de nosotros? —Menciono la japonesa sin dejarse amedrentar, su mirada se paseó por el salón, pero del otro chico ya no había ni rastro.
—No de todos, solo de los que valen la pena.
—Eres un mentiroso bastardo, nos hiciste confiar en ti solo para usarnos.
—No creo que insultarme te ayude en esta situación. —Replico el japonés atrayendo a Tomoyo más hacia él.
—¿Y qué vas a hacerme?, ¿Matarme? —Cuestiono la chica sin dejar de recriminarse por no haber sido lo suficientemente rápida para alejarse de ahí, por no poder llegar con sus amigos y revelarles lo que había escuchado, tenían que saberlo, aquel chico que comenzaba a integrarse más a su grupo, no era quien decía ser, trabajaba junto al hermano de Syaoran, y el otro chico, era incluso más increíble que el muchacho frente a él.
—¿Matarte?, no llegaremos a eso. —Respondió Takumi llevando su mano hacia la frente de Tomoyo—. Por fortuna, la solución es bastante simple.
—¿De qué hablas... —Tomoyo no fue capaz de terminar aquella pregunta cuando sintió como las fuerzas la abandonaban y perdía el conocimiento cayendo al suelo.

Sin saber cuánto tiempo había pasado la chica despertó en aquel solitario pasillo, estaba frente a su salón, pero no recordaba la razón de estar ahí, seguramente había olvidado algún material escolar y por alguna razón se había desmayado, sin embargo, algo no estaba bien. Ella era alguien que tenía muy buenos hábitos alimenticios, casi nunca trasnochaba así que sus horas de sueño no estaban desfasadas, no había razón para haber perdido el conocimiento.

—Lo mejor será que vaya al médico, puede que no sea nada, pero quiero estar segura. —Dijo para sí misma antes de ponerse en camino de regreso a la fiesta, sin poder dejar de pensar en la principal razón de su viaje a su salón de clase.

Cuando llego a donde sus amigos estaban, no noto nada diferente, todos continuaban hablando y bromeando entre ellos, en aquel grupo solo faltaban Syaoran, Ryu y Sakura, quien, después de observar su alrededor, la miro saliendo del baño.
—¿Dónde estabas Tomoyo? —Cuestiono la maestra de las cartas al acercarse a ella, ambas comenzaron a caminar hacia su grupo de amigos tratando de esquivar a todos aquellos chicos que se les atravesaran por estar inmersos en el baile.

—Fui al salón por algo que olvidé. —Respondió la aludida esperando que le creyera y que no preguntara más, porque la verdad, ni ella sabía que estaba haciendo en ese lugar.

—Note que te lo estabas pasando bastante bien con Eriol. —Menciono la castaña mirándola de manera burlesca

—Es un buen compañero de baile.

—¿Solo eso?

—No lo sé. —Dijo Tomoyo fijando su mirada en la razón de esa plática, quien parecía estar contándole un chiste bastante gracioso a Meiling y Takumi—. Debo admitir que es bastante guapo, pero aún no estoy segura si esta atracción es solo por su apariencia o es algo más.

—Aun tienes algo de tiempo para descubrirlo, no soy la persona más atenta del mundo, pero, aun así, me doy cuenta de cómo te mira. —Señalo Sakura, Tomoyo quiso preguntarle más acerca de eso, pero para ese momento ya habían llegado con el grupo—. Volví chicos, ¿Saben dónde está Ryu?
—Dijo que iba a tomar un poco de aire fresco. —Respondió el hechicero inglés señalando el lugar por el que se había alejado
—Iré a buscarlo, vuelvo enseguida. —Dijo la chica antes de salir del gimnasio en dirección a los jardines de la escuela—. Tal vez este donde siempre comemos.

Sakura recorrió aquellos lugares tan familiares en busca de la figura de su novio, no había mucha gente ahí fuera, sin embargo, si los suficientes para hacer su tarea un poco más complicada, por suerte, cada vez que se acercaba a su lugar habitual, la afluencia de gente disminuyo, hasta que finalmente solo se encontró con una figura solitaria que se estaba sentada junto a un árbol, se acercó rápidamente sobresaltando a la persona que se giró para mirarla.
—Sakura, me asustaste. —Dijo Syaoran después de recuperarse del sobresalto—. ¿Qué haces aquí?
—Buscaba a Ryu y creí que estaría aquí.
—No lo he visto desde que estábamos adentro, tal vez se fue a casa. —Respondió el originario de Hong Kong encogiéndose de hombros
—¿Sin avisarme? No lo creo, seguramente caminando por ahí encontró el encuadre perfecto para una pintura y ahora está memorizándolo a la perfección para dibujarlo en cuanto llegue a casa. —Explico la maestra de las cartas recordando aquel rasgo tan característico del japonés
—¿Dibuja bien? —Cuestiono Syaoran, quien ya estaba enterado de las habilidades artísticas del joven debido a que la misma escuela tenía exhibidos algunos cuadros junto con otros de más alumnos

El oscuro enemigo (Sakura card captor) EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora