Capítulo 13: La pista.

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Korra y su equipo, mas sus acompañantes llegaron a un puerto de los guerreros del sol, quienes les dijeron que se enteraron que las catacumbas del dragón habían sido saqueadas hacia 5 días, y que Aang y sus amigos deben estar en el continente, Korra y su equipo deciden investigar y zarpan.

Mientras en una región del reino tierra estaba el grupo de Aang, quienes habían seguido pistas de los ladrones, con Aang estaba conformado por Katara, Sokka, Suki, Toph y Zuko.

El equipo de Aang llego a un valle en el reino tierra y ahí encontró a Kyuukei, vestido con una túnica negra con nubes rojas, sonriendo, tenia una mochila negra de gran tamaño.

– Los estaba esperando, me seguían el paso así que deje que me alcanzaran – dijo Kyuukei.

– ¡Tu robaste los restos de mi abuelo y mi bisabuelo! – acusó Zuko.

– Que descorteses, si fui yo, ¿algún problema? – dijo Kyuukei amenazadoramente.

– ¿Para que los quieres? – dijo Aang.

– Un proyecto, pero ahora no tengo tiempo de jugar con ustedes, así que me retiro – contesto Kyuukei dando la espalda.

– ¡No tan rápido! – dijo Toph hundiendo la tierra frente a al tipo.

– Así que quieren jugar verdad – dijo Kyuukei metiendo y sacando un pergamino de su mochila, con los dos dedos primeros enfrente pronuncio – Invocación: venganza de los guerreros caídos (Yobidashi: Ribenji senshi no fukushū).

Del suelo salieron cuerpos con armaduras del reino tierra, nación del fuego y tribu agua que comenzaron a atacar a el equipo de Aang, ellos se defendían, Aang y los demás tratan de atacar si causar daño, en eso ven que Kyuukei se aleja hacia unos arbustos dónde salen sujetos con túnicas negras y nubes rojas, todos logran verles las caras y deciden ir hacia haya.

–Nos veremos de nuevo y esa vez si será la última – dijo kyuukei.

En eso una gran explosión corta el camino y al disiparse el humo Kyuukei y los demás ya no están, y los cuerpos del suelo se desmoronan revelando huesos y cenizas combinados con tierra, y en cada montón un recipiente de barro roto con un sello grabado.

–¿Pero que demonios? – fué lo que alcanzo a decir Sokka cuando vio eso.

Aang se elevó tratando de ver por dónde se habían ido pero ya no vio nada, y decidieron recorrer la región.


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