Capítulo II

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Toda la semana me quede en la cueva de coral, sin comer ni  salir, no fui a ningún entrenamiento. El dolor que sentía por la perdida de Coral era demasiado grande que tarde mucho en volver a  salir.

El miércoles que salí, después de un mes y medio estando en la cueva, las pequeñas sirenas ya comenzaban a nadar, recordé  como fue cuando yo empecé a nadar, coral había estado a mi lado y  cuidaba que no me quedase atrapada en las algas...

Llegue a las aguas turbias para el entrenamiento de navegantes. Tal vez había llegado temprano o muy tarde, por que no había nadie,

-¿Que haces aquí?- Pregunto Eklonias llegando de la superficie.

-Creí que hoy habría entrenamiento-

-El entrenamiento termino hace dos semanas, ya todos tienen color-

-Pero...-

-¿Anemone?- Llego nadando Crisalida rápidamente, su cola ya era completamente dorada y su cabello ahora era color negro oscuro con unas pequeñas manchas amarillas, era una princesa. Eklonias se retiro y regreso a las cuevas. Crisalida se veía muy tensa y preocupada.

-Anemone, tienes que irte, Durvillias  dijo que habías ocultado un objeto de la superficie, te están tomando como una hereje, Thallasia te quiere ejecutar, debes irte ya, no quiero que te pase nada-

-Thallasia... ¿Thallasia mato a Coral?- Crisalida bajo la mirada, lo que significaba que era cierto.

-Mira... Anemone, Coral también...-

-No deberíamos dejar gobernarnos por alguien así, en la superficie...-

-¿En la superficie que?  ¿se vive diferente? Anemone, mirate hablar, desde que descubriste esa maldita cosa te has vuelto  una rebelde, una hereje- Dijo decepcionada. 

-He abierto los ojos, todo esto esta muy mal, todas las sirenas tienen derecho a formar una familia,  cuando les diga que...-

-No vas a decir nada hermana mía- Saco una lanza de aguijón de raya que llevaba atada a la cola. -Vete ahora, no quiero hacerte daño- 

-Por favor, crisalida, esto tiene que cambiar, ¡Mira a los demás! mira sus ojos llenos de tristeza, temor y odio, muchos de ellos no van a soportar seguir viviendo así y se alzaran contra las reinas, tu puedes cambiar eso, solo dejame hablar con todos, por favor- Rogué y suplique en silencio que algo en ella entendiera lo que podría ocurrir, las sirenas y tritones merecían ser felices y tener pareja, la descendencia en agua dulce era muy pobre, era lo mas parecido a un  pueblo esclavizado. Nadie era libre, ni siquiera los navegantes.

-No hagas esto mas difícil, Anemone.- Sus ojos centelleaban ese brillo dorado que tenia la mirada de Thallasia, nada de lo que le dijera la haría cambiar de opinión.

Así que me fui nadando, primero pase a la cueva de Coral a recoger el móvil, y luego, no sabia a donde ir, no podía quedarme en los alrededores, tenia que largarme lo mas rápido y lejos posible, tal vez encontraría otra aldea de sirenas que me acogiera, o al menos un lugar en donde quedarme y estar protegida de los tiburones y las rayas.

Tome algunas lanzas y cuerdas que tenia  Coral en la cueva y comencé a nadar sin rumbo fijo. Nade varios kilómetros hasta que el sol cayo y la oscuridad de la noche emergió y cubrió con su manto oscuro todo el mar. Ahora que era libre podía salir a la superficie.
Mientras ascendía a la superficie el agua se volvía mas cálida, se hacia mas clara y se escuchaba el ruido del agua moverse y romperse en olas. Cuando por fin llegué a la superficie, me encontraba cerca de la costa, aunque no tanto como para alarmarme. A lo lejos podía observar la costa, arboles y edificios, un montón de luces que parecían estrellas de diferentes colores. No había nada ni nadie en la superficie,

El Secreto De La Sirena BlancaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora