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El clima estaba nublado, soplaba algo de viento por mis mejillas y las calles se encontraban con pequeños lagos sin peces. Las personas caminaban de un lado a otro tomando transporte público para evitar mojar sus ropas nuevas y coger un resfriado. Yo me encontraba bajo aquel techo plástico y asientos de metal bastante incómodos a mi parecer, y es que bueno, si lo comparamos con los sillones de mamá, éstos no tenían ningún parecido.

Ése día el autobús se había retrasado y no era el mejor para hacerlo, el cielo amenazaba con romper en lágrimas y yo no tenía ningún pañuelo para secarlas, o en éste caso paraguas, era inevitable que mis jeans negros, mis botas de piel café desgastadas y mi saco marrón iban a quedar completamente mojados. Miré el reloj de plata que me había regalado mi padre hace unos meses y supe que ya habían pasado veinte minutos desde que había llegado a la parada.

"Demonios..." murmuré mientras ponía mis manos sobre mis rodillas y miraba hacia donde el autobús solía aparecer esperando verlo desde lejos.

Escuché pasos acercarse a donde me encontraba y después una presencia sentarse a no mucho de mi lugar, giré mi cabeza de forma inconsciente y vi a un bello chico de cabellos castaños, ojos azules enigmáticos y unos deliciosos labios delgados; me quedo viéndolo unos minutos pero tuve que quitar mi vista de él antes que la sintiera y yo quedara como un acosador. Sentí mi celular vibrar que me sacó de algunos de mis extraños pensamientos y en la pantalla pude descifrar que se trataba de un mensaje de mi madre: «Me he enterado que el autobús hoy no pasará por problemas en su central, toma un taxi porque tu abuela vino de visita». Bufé, ¿a caso podía tener un beneficio quedarme en ése lugar? Apreciar al chico era un beneficio. Saqué de mi maletín de piel mi libreta de dibujo y tracé unos trazos rápidos, no quería que él se diera cuenta de aquello, moriría de vergüenza y no por dibujar mal, si no por no pedirle permiso de dibujar aquellas hermosas facciones que llenaban su rasgada cara.

Cuando tuve suficientes rasgos para completarlos en mi casa con mas más detalle, decidí marcharme. Pasé a un lado de él y agradecí a los dioses que no se había dado cuenta que un chico de ojos verdes lo había estado mirando y dibujando mientras él se encontraba posado en el celular.


El Dibujante »LS«Donde viven las historias. Descúbrelo ahora