cinco

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—Tomaste las pastillas antes de venir ¿cierto?— le preguntó a la chica que estaba en sus brazos; ella negó y clavó su mirada a la arena. El silencio como siempre se hizo presente entre ambos, algo que últimamente se hizo nuevo en ellos. Audrey ya ni siquiera tenía energías para hablar y permanecía con los ojos cerrados todo el tiempo, a veces logrando conciliar el sueño y otras simplemente se quedaba sintiendo los latidos del corazón de Justin.

Justin sintió sus labios tirando hacia abajo, sus manos se empuñaron en la colcha que cubría el cuerpo de Audrey, abrió sus ojos al máximo para evitar llorar, y soportó el nudo en su garganta. Le dolía ver a Audrey luchando por simplemente dar una respiración más, el dolía saber que no era la Audrey que él había conocido. No hablaba mucho, no bebía café, no comía pizzas de a montones, no leía, no tenía ataques porque eso le provocaba dolores, no reía porque le dolía el simple hecho de mover su pecho para soltar carcajadas, no tenía sus labios húmedos como siempre, sus ojos no brillaban nunca más, no salían mucho por las noches porque sus piernas dolían.

—Aud— la llamó, la niña menor mirándolo con cariño y tomando su mano.

— ¿Si?— preguntó en voz baja.

— ¿Puedo besarte?— preguntó acariciando su mejilla. Audrey sonrió mientras se acercaba con un quejido de dolor al ojimiel, juntando sus labios en un suave beso que, al igual que el primero de la pareja, provocó lo mismo en ambos. Todo el mundo tiene sus "algún día" ¿cierto? Esos algún día son osadías de un corazón de ser libre, y así se sintió aquel beso. Los "algún día" que Justin alguna vez se prometió o simplemente dijo se estaban cumpliendo gracias a Audrey en ese momento.

Algún día seria libre. Justin solía leer libros que decían que enamorarse era como quedar preso, pero amando a Audrey se sentía libre, libre de ser feliz por ella, libre de besarla, libre de disfrutar cada momento junto a su novia esperando la puesta de sol en la playa.

Algún día se iría lejos. Los labios de Audrey lo hacían sentir como si estuviera en el cielo; y el cielo era un hermoso lugar para estar.

Algún día su vida iba a cambiar. Desde que conoció a Audrey, su vida había dado un giro; dejó de ser el chico tan problemático, dejó de ir de fiesta en fiesta y luego regresar a su casa para leer y tomar café. Dejó de trabajar en la cafetería. Y logró amar, amó a Audrey como a nadie, y ella marcó su vida para siempre de una manera que nadie más lograría hacerlo.

—Justin, estoy muriendo— dijo una vez que volvió a recostarse en el pecho del ojimiel, dijo aquellas palabras logrando que los ojos del ojimiel se aguaran— Y te amo— la primera lágrima cayó.

—Yo te amo más, nena— dijo besando su cabeza y acariciando su antebrazo.

—Recuerdo que cuando era niña soñaba con volar— comenzó diciendo en voz baja— Y ahora... siento que estoy volando; soñaba con algún día ser libre, y lo soy, es una sensación hermosa— sonrió mirando al sol que empezaba a hacerse presente. Nuevamente el cielo era color lila, en la mente de Audrey era gracias a ambos.

Audrey comenzó a sacar con cuidado su muñeca donde tenía sus pulseras; el ojimiel jamás se había dado cuenta, pero había dos collares que ella utilizaba como pulseras en su muñeca. Un sol y una luna. Con cuidado fue desenrollando el collar con el dije de la luna; tomó la mano de Justin entre las suyas, y la dejó en la de él.

—Dicen que cuando el Sol y la Luna se encontraron por primera vez, se apasionaron perdidamente y a partir de ahí comenzaron a vivir un gran amor. El mundo aun no existía, pero Dios al crearlo decidió darle un toque final, el brillo. Quedó decidido que el Sol iluminaría el día y que la Luna iluminaría la noche, por eso estarían obligados a vivir separados. Les invadió una gran tristeza y cuando se dieron cuenta de que nunca más se encontrarían, la Luna fue quedándose cada vez más angustiada. A pesar del brillo dado por Dios, fue tornándose solitaria. El Sol a su vez, había ganado un título de nobleza "Astro Rey", pero eso tampoco le hizo feliz, el Sol solamente quería estar con la luna. Cuando Dios vio esto les explico ambos que ahora poseían un brillo propio. La Luna, iluminaría las noches frías y calientes, iba encantar a los enamorados y sería frecuentemente protagonista de hermosas poesías. En cuanto el Sol, era la estrella mayor, iluminará la tierra durante el día, proporciona calor al ser humano y esa simple presencia haría a las personas más felices. La Luna se entristeció mucho más con su terrible destino y lloró amargamente... y el Sol, al verla sufrir tanto, decidió que no podría dejar abatirse más, ya que tendría que darle fuerzas y ayudarle a aceptar lo que Dios había decidido, creo entonces las estrellas para hacer compañía a la Luna. Así la Luna no estaría sola nunca más. Hoy ambos viven separados, el Sol finge que es feliz, y la Luna no consigue disimular su tristeza. Luna y Sol siguen su destino. Sol, solitario pero fuerte; Luna, acompañada de estrellas, pero débil. Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese del todo imposible, ni siquiera el de la Luna y el del Sol... Fue entonces que Él creó el eclipse. Hoy Sol y Luna viven esperando ese instante, esos raros momentos que les fueron concedidos y que tanto cuesta, sucedan— Justin miró atentamente a la chica mientras la escuchaba contar la historia que una vez leyeron juntos, él no entendía porque la relataba pero tenía miedo, miedo de que ese fuera el momento en el que ella se vaya físicamente. Tenía miedo de estar sintiendo las profundas respiraciones de Audrey, de la dificultad que tenía al estar tosiendo y tragando en ese momento, tenía miedo de ver como sus ojos pestañeaban con el esfuerzo de poder mantenerse abiertos sólo unos segundos más— Escribí una carta para ti, Justin. Pero creo que prefiero leértela, ¿puedo?

—Por supuesto que sí, Aud— le sonrió mientras retenía sus lágrimas. Audrey dirigió su mano a los bolsillos de su campera y sacó el papel doblado en cuatro; para luego abrirlo y comenzar a leer con voz débil.

"Hola, Justin.

Probablemente yo no este cuando estés leyendo esto, pero da igual; solo quiero que sepas todo esto. ¿Sabes porque yo soy el sol y tú la luna? Porque el sol es una estrella; y tú me convertiste en la estrella que papá quería que fuera, gracias por eso.

Gracias por amarme, gracias por aparecer en mi vida, gracias por todo; gracias por hacerme feliz los últimos meses; y perdón, perdóname por ocultarte mi enfermedad, tenía miedo de que te alejaras de mí. Sin embargo cuando te enteraste no te fuiste de mi lado; no sucedió nada malo, al contrario todo mejoro. No del todo, pero da igual, perdón porque en el último tiempo yo simplemente no era Audrey, era diferente, en realidad estaba completamente enferma, más de lo normal.

Antes de conocerte solía pensar que era una chica estúpida, solitaria y para nada bonita; luego cuando nos conocimos ya no lo era. Todo fue diferente desde que escuche tu nombre. Justin Bieber. Antes solía seguir mi rutina al pie de la letra, pero Justin Bieber el chico problemático la destruyo, sé que valió la pena; cada momento que pase contigo valió la pena.

Siempre leía en los libros que todo el mundo encontraba a su otra mitad, pero yo no quería ser otra mitad, y tampoco quería que fueras la otra mitad, ¿qué sentido tenia tenerte solo a la mitad? Me haces sentir mejor completo.

El amor es extraño, yo antes solo conocía el amor familiar, pero gracias a ti no moriré sin saber lo que verdaderamente es; no sé cómo describir todo esto en palabras, pero el amor es lo que llena el vacío cuando tienes miedo. Y yo tenía miedo siempre que tenía un ataque, gracias a ti ya no tuve más ataques; incluso hiciste que mis ataques desparezcan, Justin Bieber. De seguro haces magia. Sé que estaré en un mejor lugar, sé que me extrañaras, se me seguirás amando; y yo igual, pero no quiero ser egoísta, y no diré que te quiero en el lugar en el que yo estaré, conmigo, a mi lado. No lo diré, porque quiero que seas feliz, quiero que me prometas que encontraras una mujer que te haga feliz, y que me prometas que le contaras a tus hijos sobre tus noches conmigo, cuéntales sobre la tía Audrey, también quiero que les enseñes a decir poemas, que tomen café y coman pizzas contigo por las noches, y una última cosa, Justin. Prométeme que serás feliz, de la misma manera en la que tú me hiciste feliz.

Si tu estas feliz, yo lo estaré en donde sea que las almas vayan.

Y te estaré observando, Bieber.

Te ama y te extrañará.

Audrey."

—Lo prometo, Aud— le susurró soltando un sollozo, Audrey le dio una sonrisa antes de susurrarle un 'te amo'. Cerró sus ojos, y cuando el ojimiel creyó que simplemente estaba durmiendo no fue así; de todos modos ella estaba descansando, y él no lo evitaría. Ya nadie podría evitarlo.

Y así fue como perdió al amor de su vida en sus brazos. Justo cuando el Sol hacia su aparición en la madrugada.

Lloró mientras soltaba gritos desgarradores y le prometía a su amada que se volverían a encontrar.

Quizás en otro lugar, quizás en un lugar donde ambos puedan estar juntos.

En ese momento le pedía que vuelva unos segundos más.

Sólo para que él le diera las gracias.

Por encontrarlo.

Por hacerlo descubrir partes de él que no conocía.

Por amarlo.

Y por darle el placer de amarla.

sun & moon; j.b [one shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora