Leíste mis cartas y hasta me hiciste la carta anterior. Que felicidad me provocaste.
Te miraba mientras leías lo que yo te había escrito y vos sonreías. Yo estaba muy nerviosa pero sonreía también.
Me pediste que no te mire, entonces apague la luz y vos seguiste leyendo de mi celular mis cartas.
Me consumían los nervios, la ansiedad y el miedo por la reacción tuya... La cual fue la mejor.
Escuche el sonido del celular que se bloqueo. Habías terminado en leer. El silencio inundaba la habitación, hasta que hablaste...
"Te amo mucho", dijiste.
Mi respuesta fue que yo también te amaba.
Luego me pediste un beso. Te lo dí. En ese beso sentí el gusto de una lágrima...era tuya.
Me pediste que nunca deje de escribir, que te encanta como lo hago y que me amabas, entre otras cosas que van a quedar guardadas en mi memoria.
No podía pedir nada más. O en realidad si: Un abrazo. Un abrazo como pedí en una de mis cartas... Y me lo diste, el abrazo más cálido del mundo...