Y acá te vuelvo a escribir, solo que esta vez no te escribo desde mi pieza mientras dormis abrazandome, o desde la cocina mientras vos miras como cocino, todo lo contrario...
Hoy te escribo desde el Tigre, desde mis vacaciones.
Estando acá tomamos una decisión, o más bien, tomé una decisión: Dejarte ir.
Me hubiera encantado ser lo que vos querías y darte todo aquello que me pedías para que vos puedas ser feliz sin tener que sacrificar nada, sin tener que sacrificarme, pero no se pudo.
El solo hecho de pensar que ya no puedo compartir nada con vos duele y mucho. Siento un vacio inmenso.
Espero que vos no sientas lo mismo que yo. Eso me pondria peor.