●Capítulo 6

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-Mmh... Sabía que te gustaría.- le dijo Nick coqueto.

Lea rió

-Me alegra haber perdido mi virginidad contigo.- dijo haciendo figuras abstractas con su dedo índice en su torso. -ahora mismo deseo que seas el primero y el último.

Nick sintió su corazón latir rápidamente por la emoción.

-Yo también deseo eso, cariño.- dijo, acariciando su labio inferior con el dedo pulgar, y luego devorarla con un beso intenso.

Se levantaron de la cama y se bañaron juntos. Y de qué manera... las constantes caricias que brindaba Nick en el desnudo y mojado cuerpo de Lea hacían que bañarse fuese aún más interesante y excitante. Después de un rato de diversión, salieron, se vistieron y bajaron al primer piso para preparar el almuerzo ya que era demasiado tarde como para desayunar. Mientras Lea cortaba unos vegetales, el teléfono de la sala sonó y Nick fue a contestar. Después de un tiempo, él se le acercó y le paso el teléfono.

-Es tu papá, quiere hablar contigo.- le dijo Nick.

Lea cogió el teléfono y corrió hacia las escaleras subiendo. Nick observó el excitante movimiento que hacían sus muslos al subir cada uno de los peldaños, perdiéndose en la vista de su hermoso culo. Pestaño cuando la vio desaparecer y trato de concentrarse en la cocina.

Solo entonces cuando Lea entró en su cuarto se atrevió a contestar.

-Hola, papá.- habló ella, con cierto nerviosismo en su voz. Dios, le helaba la sangre con tan solo hablar con él.

-Hija, ¿Cómo estás?- pregunto él, tan tosco y frío como siempre. Lea sabía que en lo más profundo de su corazón solo fingía preocuparse por ella.

-Bien.

-¿Has estado estudiando?- preguntó, como si estudiar 3 horas diarias no fuera suficiente.

-Sí, papá.- dijo, con un leve temblor en la voz. -¿Aún sigues enojado?

-Sí, y lo seguiré estando hasta que subas tus calificaciones.- su voz era firme. Lea sintió como algo en su interior se rompía. -recuerda que tienes que hacerle caso a todo lo que te diga Nick. No quiero más problemas sobre ti después.

-Sí, papá.- repitió. Si hablaba más su voz se quebraría.

-Bueno, si no tienes nada más que decirme me voy.

-Papá.- lo llamó Lea antes de que colgara.

-¿Qué?

-Te quiero.

-Yo igual.- y colgó.

Lea apretó los labios, en un intento por no llorar y bajó el teléfono de su oído. El ser rechazada por su padre la hería, era como si fuese una vergüenza para él ser su hija. No le importaba que su padre la haya castigado un mes por sus bajas calificaciones, si no le dolía que la tratara como una basura. Hasta su madrastra la trataba mucho mejor que él.

Sacudió su cabeza tratando de alejar esos malos pensamientos y se levantó de la cama, prometiéndose a sí misma ser una mejor hija para que su padre se enorgulleciera de ello... un sueño por el cual ha estado anhelando y hasta el día de hoy no ha logrado conseguir.

Un tío sucioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora