Capítulo 5

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Contestóle Palas Atenea, muy indignada:

-"¡Oh dioses! ¡Qué falta no te hace el ausente Odiseo, para que ponga las manos en los desvergonzados Pretendientes! ¡Si tornara y apareciera ante el portal de esta casa, con su yelmo, su escudo y sus dos lanzas, como la primera vez que le vi en la mía bebiendo, y recreándose, cuando volvió de Efira, del palacio de Ilo Mermérida. Fue allá en su velera nave por un veneno mortal que pudiese teñir las brocíneas flechas; pero Ilo, temeroso de los sempiternos dioses, no se lo proporcionó, y se lo entregó a mi padre, que le quería mucho. Si, pues, mostrándose tal, se encontrara Odiseo con los Pretendientes, fuera corta la vida de ellos y bien amargas con sus nupcias. Más está puesto en manos de los dioses si ha de volver y tomar venganza en su palacio, y te exhorto a que desde luego medites cómo arrojarás de aquí a los Pretendientes. Ea, óyeme si te place, y presta atención a mis palabras. Mañana convoca en el ágora a los héroes aqueos, háblales a todos y sean testigos las propias deidades. Intima a los Pretendientes que se separen, yéndose a sus casas; y si a tu madre el ánimo la mueve a casarse, vuelva al palacio de su muy poderoso padre y allí le dispondrán las nupcias y le aparejarán una dote tan cuantiosa como debe llevar una hija amada. También a ti te daré un prudente consejo, por si te decidieres a seguirlo: apresta la mejor embarcación de hallares, con veinte remeros; ve a preguntar por tu padre, cuya ausencia se hace ya tan larga, y quizás algún mortal te hablará de él o llegará a tus oídos la fama, que procede de Zeus y es la que más difunde la gloria de los hombres. Trasládate primeramente a Pilo e interroga añ divino Néstor; y desde allí endereza los pasos a Esparta, al rubio Menelao, que ha llegado el postrero de los argivos de broncíneas lorigas. Si oyeres decir que tu padre vive y ha de volver, súfrelo todo un año más, aunque estés afligido, pero si te participaren que ha muerto y ya no existe, retorna sin dilación a la patria, erígele un trúmulo, hazle las muchas exequias que se le deben y búscale a tu madre un esposo. Y así que hayas realizado y llevado a cumplimiento todas estas cosas, medita en tu mente y en tu corazón cómo matarás a los Pretendientes en el palacio: si con dolo o a la descubierta; porque es preciso que no andes en niñerías, que ya no tienes edad para ello. ¿Por ventura no sabes cuánta gloria ha ganado ante los hombres el divino Orestes, desde que mató al parricida, al doloso Egisto, que le había asesinado a su ilustre padre? También tú, amigo, ya que veo que eres gallardo y de elevada estatura, sé fuerte para que los venideros te elogien. Y yo me voy hacia la velera nave y los amigos que ya deben de estar cansados de esperarme. Cuida de hacer cuanto te dije y acuérdate de mis consejos."

Respondióle el prudente Telémaco:

-"Me dices estas cosas de una manera benévola, como un padre a su hijo, que nunca jamás podré olvidarlas. Pero, ea, aguarda un poco, aunque tengas prisa por irte, y después que te bañes y deleites tu corazón, volverás alegremente a tu nave, llevándote un regalo precioso, muy bello, para guardarlo como presente mío, que tal es la costumbre que suele seguirse con los huéspedes amados."

Contestóle Palas Atenea, la deidad de los ojos de lechuza:

-"No me detengas, oponiéndote a mi deseo de irme en seguida. El regalo con que tu corazón quiere obsequiarme me lo entregarás a la vuelta para que me lo lleve a mi casa; escógelo muy hermoso y será justo que te lo recompense con otro semejante."

Diciendo así, partió Palas Atenea, la de ojos de lechuza: se fue la diosa, volando como un pájaro, después de infundir en el espíritu de Telémaco valor y audacia, y de avivarle aún más el recuerdo de su padre. Telémaco, considerando en su mente lo ocurrido, se quedó atónito, porque ya sospechó que había hablado con una deidad. Y aquel varón, que parecía un dios, se fue en seguida hacia los Pretendientes.

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⏰ Última actualización: Jan 01, 2016 ⏰

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