Capítulo 2

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Respondiéndole Palas Atenea, la deidad de ojos de lechuza:

-“¡Padre nuestro, Crónida, el más excelso de los que imperan! Aquel yace en la tumba por haber padecido una muerte muy justificada. ¡Así perezca quien obre de semejante modo! Pero se me quiebra el corazón por el prudente y desgraciado Odiseo, que desde hace mucho tiempo padece penas lejos de los suyos, en una isla azotada por las olas, en el centro del mar; isla poblada de árboles, donde tiene su mansión una diosa, la hija del terrible Atlante, de aquel que conoce todas las profundidades del ponto y sostiene las grandes columnas que separan la tierra y el cielo. La hija de este dios retiene al infortunado y afligido Odiseo, no cejando en su propósito de embelesarle con tiernas y seductoras palabras para que olvide a Ítaca; más el héroe, que está deseoso de ver el humo de su país natal, ya siente anhelos de morir. ¿Y a ti, Zeus olímpico, no se te conmueve el corazón? ¿No te era acepto Odiseo, cuando sacrificaba junto a los bajeles de los argivos? ¡Por qué así te has airado contra él, oh Zeus?”

Contestóle Zeus, que amontona las nubes:

-“¡Hija mía! ¡Qué palabras se te escaparon del cerco de los dientes! ¿Cómo quieres que ponga en el olvido al divino Odiseo, que por su inteligencia se señala sobre los demás mortales y siempre ofreció muchos sacrificios a los inmortales dioses que poseen el anchuroso cielo? Pero Posidón, que ciñe la tierra, le guarda vivo y constante rencor porque cegó al cíclope Polifemo, que es el más fuerte de todos los cíclopes y nació de la ninfa Toosa, hija de Forcis, que impera en el mar estéril, después que ella se ayuntó con Posidón el honda cueva. Desde entonces Posidón, que sacude la tierra, si bien no se ha propuesto matar a Odiseo, hace que vaya errante lejos de su patria. Más, ea, tratemos de su vuelta y del modo como haya de llegar a su patria; y Posidón depondrá la cólera, que no le fuera posible contender, solo y contra la voluntad de los dioses, con los inmortales todos.

Respondióle Palas Atenea; la deidad de ojos de lechuza:

-“¡Padre nuestro, Crónida, el más excelso de los que imperan! Si les place a los bienaventurados dioses que el prudente Odiseo vuelva a su casa, mandemos a Hermes, el mensajero Argifontes, a la isla de Ogigia; y manifieste cuanto antes a la ninfa de hermosas trenzas la resolución que hemos tomado para que el héroe se ponga en camino. Yo en tanto, yéndome a Ítaca instigaré vivamente a su hijo y le infundiré valor en el pecho para que llame al ágora a los melenudos aqueos, y prohíba la entrada en el palacio a todos los Pretendientes, que de continuo le degüellen muchas ovejas y flexípedes bueyes de retorcidos cuernos. Y lo llevaré después a Esparta y a la arenosa Pilo para que, preguntando y viendo si puede adquirir noticias de su padre, consiga ganar honrosa fama entre los hombres.”

 

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