DOS

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Escucho un sonido resonar por toda la habitación, es insoportable, es el despertador. Estiro un brazo y lo apago. Mi madre hace acto de presencia en mi cuarto.

-Vamos cariño, despiértate. Tenemos que irnos-me dice dulcemente.

No me sirve que me hable así tan dulce porque sigo igual de cabreada.

-Sí mama-digo a regañadientes.

Ella sale de mi cuarto dejándome a solas. Cojo mi teléfono y sin mirar mis mensajes ni nada, me voy a Spotify y pongo la lista de los éxitos del pop.

***

Ya estamos metidas en el coche, mi madre me ha dicho que no cree que tardemos más de veinte minutos.

-Si quieres hoy puedes invitar a James a casa, ya que Benjamin me ha llamado esta mañana diciéndome que tenia un viaje de tres días en una casa de campo-me tenso al escuchar sus palabras y creo que ella también lo nota.

No me puede dejar tres días solas sin a penas haber estado un día en esa casa. Y encima me deja con un hermanastro al que no conozco.

<<Serena, piensa en positivo>> me digo a mi misma una y otra vez. No puede ser todo tan malo, solo serán tres días no hay de qué preocuparse.

-Vale mamá, espero que lo paséis genial-digo un poco con desgana, cosa que mi madre parece notar.

Justo antes de que vuelva a hablar me pongo los audífonos y le doy al play .

Suena una de las canciones que me hace recordar a mi padre. Mi padre murió en un viaje en avión donde dio la casualidad iba con su amante, esta tenía diez años menos que mi padre, me decepcionó tanto saber que engañaba a mi madre y lo que más nos dolió fue cuando murió. Mi madre entró en una depresión y empezó a beber y beber sin parar; día y noche, primero eran los fines de semana hasta que se convirtió en una rutina para ella, en una mala rutina.

Hace unos años salió de rehabilitación y ahora está perfectamente, en ese tiempo en el que ella estaba en rehabilitación yo estuve con mi tía y me ayudó con el tema de mi padre, aunque sigo llorando por él y teniendo alguna que otra pesadilla.

-Serena, ya hemos llegado. Es esa de ahí-dice señalando a la gigantesca casa.

Me quedo boquiabierta, eso no es una casa, es enorme. Tengo que admitir que es preciosa. Entramos al parking privado que tienen, que por cierto también es grande. Desde aquí solo se ve la piscina junto al enorme jardín y la entrada de la casa. ¿Me voy a quedar sola en esta casa tres días? ¿Y si entran a robar o algo? Que miedo

-Venga Serena, baja ya-me insiste mi madre.

Bajo del coche y me dirijo hacia el maletero para coger mis maletas; me detengo al escuchar a mi madre.

-Tranquila querida, eso lo hará Albert. Él llevará nuestro equipaje.

¿Querida? ¿En qué se está convirtiendo mi madre? A mi me gusta hacer las cosas yo misma, no me gusta que me hagan las cosas.

-Lo haré yo, gracias-digo cogiendo mis dos maletas y el bolso de shopping donde llevo los neceseres.

Estamos ya en la puerta, cuando suelto la maleta para llamar al timbre y veo que mi madre de la nada saca una llave. No me acordaba que ella había estado aquí antes.

Una vez dentro, Benjamin nos recibe con una gran sonrisa, mientras saluda a mi madre dándole un casto beso en los labios, dejo mis maletas y me descuelgo el bolso. Me doy cuenta de lo grande que es la sala de estar y a lo lejos se pueden ver el salón y la cocina; es increíble lo grande y bonita que es esta casa.

Perdimos el control.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora