Capítulo 1.- Colina

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- Por fin...

El chico suspiró, estaba cansado por el largo viaje. Entre prisas y nervios casi no había podido dormir. En cuanto Ciudad Frosborn apareció ante él, dejo caer las bolsas del equipaje y su maleta, permitiéndose algo de descanso.

Se apartó el pelo de la frente, algo húmeda por el poco sudor de la andada casi interminable. Yuusei sonrió, y miró al azul y despejado cielo, mientras inspiraba gran cantidad de aire.

Por fin había llegado a la cuidad donde se iba a llevar a cabo el examen para poder ser Cazador. Diecinueve años de edad, de aspecto definido y constitución mediana, pelo marrón oscuro, ni corto, ni largo, unos ojos marrones, de lo más normal del mundo, como él mismo decía. Vestía una camiseta de color grisáceo y negro, con capucha, como casi siempre, unos pantalones negros, largos y una muñequera en la mano izquierda.

Después de un pequeño descanso, volvió a coger todo lo que había dejado en el suelo y comenzó a bajar la frondosa colina hacia la ciudad. Hacía un dia soleado, pero con brisa agradable y más aun disfrutando de las vistas de aquella ciudad. Edificios rurales, algunos antigüos y otros no tanto, pero casi sin asfalto, solo verde, sol, y pequeñas casas.

Al llegar, sacó su casi nuevo smartphone, y se dispuso a abrir la aplicación del GPS, ya que tenía guardada la dirección donde se tenía que hospedar. Sin muchos problemas, consiguió alquilar su habitación en un hotel que a pesar de que dejaba que desear por el aspecto exterior, su interior y habitaciones eran simples y acogedores. Dejó todo tirado en el suelo, cerró la puerta, y se tiró en la cama.

El sueño le podía pero antes, quería asegurarse de una cosa. Volvió a sacar el móvil, ésta vez abriendo Whatsapp. En el grupo ya creado desde hace tiempo "A por el examen de Cazadores!" estaban él, y sus dos mejores amigas, Kazuya y Hotaru. Se conocieron hace ya un año, mediante redes sociales como Twitter, también debido a sus gustos parecidos, como el anime o manga. Eran dos chicas en las que Yuusei tenía plena confianza. Miró la pantalla, sonriendo melancólico. Ya hacía dos dias que ninguna contestaba.

Habían decidido hace ya tiempo, el tomar juntos el examen de Cazadores. Era curioso porque desde antes de conocerse, habían estado entrenando y esforzándose los tres para ello, era un sueño que compartían. Además, era la primera vez que se verían en persona, si todo salía bien. Pero desde hacía exactamente 47 horas, ninguna de las dos daba señales de vida. Yuusei suspiró de nuevo y negó con la cabeza.

- Seguro que están bien, son esas dos de quien estamos hablando aquí -Dijo para sí mismo, intentando animarse-

Para llegar hasta allí, ya había tenido que enfrentarse a varios desafíos entre los que se encontraban acertijos, pistas casi imposibles de seguir, e incluso había tenido que enfrentarse a algunos pandilleros que intentaron robarle su identificación y colarse en el examen.

Eran unos peligros de nada comparados con los de un verdadero Cazador. Ayudar al prójimo, viajar, e incluso pelear por la seguridad de los civiles y combatir el crimen. Sonaba como el sueño de un crío, pero para Yuusei, era especial. Era lo que quería llegar a ser. Aún mirando la pantalla del móvil, el sueño se apoderó de él, y tal y como se había echado en la cama, se durmió.

Al salir el sol, el chico ya despierto, organizó sus cosas en la habitación y bajó a hablar con el dueño. Nada más tenerlo enfrente, se puso serio.

- Tugend, Schwert, Frieden -Dijo mientras ponía su mano en su propio pecho-

El dueño, de avanzada edad, sonrió y asintió. Le tendió una tarjeta de crédito y le señaló una tienda que se veía por la ventana de la planta baja.

- Ve de compras con ésta tarjeta, chico. Y suerte.

Yuusei sonrió complacido. No se había equivocado, aquella posada también era de la Asociación de Cazadores. Salió de la posada, entrando directamente a la tienda. Con cautela, miró a su alrededor. Se le erizó el pelo de los brazos un poco. Había aspirantes a Cazadores allí. Lo notaba en el ambiente, se sentían distintos a la gente normal. Deambuló por las zonas de la tienda hasta que encontró un collar que le llamó la atención. Parecía una medalla, totalmente dorado, pero sin ser notorio.

Cogió el colgante y se dirigió a la caja. La señora metió el colgante en una bolsa y le miró sonriente, señalando la parte de atrás, donde había una puerta.

- ¿Le gustaría probárselo, señor?

Yuusei asintió. Sabía lo que eso significaba. Inspiró aire, y empezó a seguir a la señora de la caja, hasta la puerta. Ésta se agachó y le susurró al oído:

- Buena suerte. Le deseo lo mejor.

- ¡Gracias! Disulpe, por algún casual no habrá pasado por aquí una chica pelirroja, guapa, casi de mi altura...

La cajera negó con la cabeza, pero sonriendo.

- No, señor, pero si se refiere a alguna amiga suya, hay muchas más entradas en ésta ciudad para el examen. Puede que ya esté allí.

Yuusei inclinó la cabeza en señal de agradecimiento, y abrió la puerta. Para su sorpresa, aquello era un ascensor. Sin ni siquiera pulsar ningún botón, éste comenzó a bajar, casi sin hacer ruido. Mientras descendía, Yuusei relajó sus músculos, hasta ahora tensos y nerviosos. Realizó varios ejercicios de respiración, lo que calmó su corazón y mente. El ascensor se paró, dejando una puerta metálica enfrente de él. La miró fijamente unos segundos y asintió para si mismo. Despacio, abrió la puerta, dando el primer paso hacia su sueño.

Pero lo que al otro lado le esperaba, lo dejó atónito. Y eso casi le cuesta la vida, porque en el último momento, gracias a sus reflejos, esquivó un espadazo repentino que apuntaba a su cuello.





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