CAPÍTULO VI: SECRETOS

3 1 0
                                    

Arturo volvía a ser invisible en el interior de sus sueños. Esta vez se encontraba se encontraba en una especie desierto casi solitario. Podría reconocer a la perfección al dios, había visto su imagen miles de veces, pero a la diosa o lo que fuese no era tan famosa. Apolo anduvo unos pasos hacia la "planetaria" acercándose preocupado.

-Guerra en Minoa-dijo Apolo-. Me temo que el chico no está a salvo.

Arturo supo al instante de que estaban hablando de él, o al menos eso creía.

-Hécate-volvió a hablar Apolo-. Tenemos que actuar ya. Esto se nos está yendo de las manos.

-Dafne es la única que nos puede ayudar ahora-dijo Hécate.

-Es imposible hablar con ella. Zeus la tiene a buen recaudo y está demasiado protegida.

-¿Qué sugieres, Apolo?

-Cumplir con lo que dice el Oráculo. El chico debe obedecer a su destino tarde o temprano. Es necesario que Kindición le cuente toda la verdad y sus padres deben ser los primeros en ayudarle a él y ayudarnos a todos.

-Ni él está preparado para empuñarla ni Excalibur está preparado para tener un dueño-informó Hécate-. Tenemos que encontrar al traidor de Minoa lo más temprano que podamos. Si alguien ha logrado destruir la barrera protectora del reino ha sido él.

-Estoy de acuerdo.

De repente, comenzó haber agua en ese desierto. ¡Era una inundación y los dioses no se daban cuenta! Olas enormes cubrían todo hasta llegar a los cielos y, de repente, Arturo se vio nadando en el interior de las aguas pero llenas de cadáveres. Fue entonces cuando vio a una hermosa mujer yendo hacia él mientras decía su nombre con toda claridad: "Arturo".

El joven se despertó sobresaltado, en un lugar subterráneo, atado a una silla y con una compañera al lado en el mismo estado.

-¿Princesa Margo?-Dijo Arturo.

-¡Arturo! ¡Gracias a los dioses que no estás muerto!

-No, a los dioses no. Son ellos por los que estamos en guerra y creo que fue uno de ellos quien nos secuestró.

-Creí que te habían matado. Estabas completamente inconsciente cuando te trajeron.

-¿Quién nos ha secuestrado, princesa?

De repente, tres caballeros espartanos entraron en la sala subterránea y con él un encapuchado pero con la capucha de distinto color al negro, esta era amarillo.

-¿QUIÉN SOIS? ¿POR QUÉ NOS HABÉIS SECUESTRADO? ¿MOSTRAOS, CRUEL COBARDE?-Preguntó furioso Arturo.

Unas manos robustas bajaron la capucha y vieron el rostro de Heracles sonriendo.

-Hola, Arturo.

-¿Tú? ¿Tú eres el traidor de Minoa?-Preguntó Arturo.

-En efecto. ¿Cómo sabías que había un traidor?-Preguntó Heracles.

-Eh... bueno... cuando acusaste a aquellos consejeros...-mintió Arturo.

-Mientes fatal-dijo Heracles-. No soy un experto en magia, mi joven amigo, mas supe que mientras dormías estabas haciendo algo extraño.

-Era un mal augurio, una pesadilla... como tu existencia-dijo Arturo mientras le escupía.

Heracles se limpió la cara y le abofeteó.

-Yo de ti tendría mucho más cuidado, Arturo.

-¿Qué hay de tus padres? ¿Y de ella? ¡Es tu hermana!

Luces oscuras IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora