Capítulo 5

2.8K 100 0
                                    

A la mañana siguiente, once de las estudiantes femeninas de Hamilton High 
recibieron un e-mail, pidiéndoles que se reunieran en la biblioteca durante su 
período de almuerzo. Nueve de las chicas estaban saliendo con jugadores de 
fútbol. Una se había acostado con la mayoría del equipo. Y la onceava chica, una 
joven llamada Ellen Brennan, era la novia de toda la vida del capitán del equipo de 
fútbol... y también era mi ex mejor amiga. 
El e-mail dirigía a cada una de las chicas a que tomaran asiento en la mesa redonda, en la esquina trasera de la biblioteca, donde se les daría más detalles sobre un plan para poner fin a la rivalidad deportiva que había plagado a Hamilton High durante 
demasiado tiempo. ¿Y sabes quién envió el e-mail? Yo. 
—No veo por qué me tuviste que enviar un e-mail —dijo Selena, echándose hacia atrás en su asiento y apoyando sus pies sobre la mesa. Llevaba unas sandalias blancas 
realmente lindas, y sus uñas de los pies pintadas de rojo brillante—. Podrías 
simplemente haberme llamado. 
Puse una mano en el respaldo de la silla y la empujé hacia adelante. 
Sus pies se deslizaron fuera de la mesa mientras que las patas delanteras de la silla 
caían al suelo de nuevo. 
—Pensé que un e-mail en grupo parecía más oficial —dije—. Y es mucho más 
ordenado. 
—Eres tan malditamente neurótica. —Dijo Selena mientras le sonreía y se pasó los dedos por sus tirabuzones castaños. Sabía que ella los odiaba, eran, al parecer, un dolor en el culo para manejar. Pero se veían tan adorables en ella—. Y no entiendo por qué no me vas a contar nada sobre este plan tuyo. 
—Lo averiguarás pronto —dije, golpeteando mis dedos sobre la mesa delante de mí y 
mirando el reloj—. ¿Dónde están todas? El almuerzo comenzó hace dos minutos. No 
podemos ser sólo nosotras. 
—¿De verdad esperas que todo el mundo venga? 
—Sí. 
—¿Por qué? 
—Porque todas las demás tienen que odiar esto tanto como yo —dije, cruzándome de 
brazos—. No puedo ser la única harta de esta pelea estúpida. 
—Estoy segura de que no lo eres —dijo Selena—. Pero tú eres la única loca y lo 
suficiente controladora como para pensar que puedes hacer algo al respecto. 
En ese momento, las puertas de la biblioteca se abrieron y un grupo de tres chicas 
entraron, todas llevando sus paquetes de almuerzo. Les tomó sólo un segundo 
localizar la mesa que había especificado en el e-mail, y se sentaron frente a Selena y yo. 
—Hola, ____ —dijo cada una de ellos. 
Asentí con la cabeza en señal de bienvenida. Ignoraron por completo a Selena. Ella no les hizo caso tampoco. 
—Entonces, ¿qué es lo que pasa? —preguntó Kelsey Foagler, haciendo girar un 
mechón de pelo rubio alrededor de un dedo con la manicura hecha. 
—Tengo un plan para poner fin a la rivalidad —dije. 
—Sí, claro. Eso es adorable. —Era su modo para sonar increíblemente hipócrita. 
—¿Gracias? 
Las puertas se abrieron de nuevo y unas cuantas chicas más entraron con sus 
almuerzos, ocupando los sitios libres en la mesa. Le sonreí a Selena, dándome cuenta 
de que mi plan podría funcionar. Sólo cuatro chicas más tenían que presentarse antes 
de que tuviera a todo el mundo en la lista de correo electrónico. Ella me devolvió la sonrisa.
Una por una, el último grupo de chicas atravesaron las puertas de la biblioteca. Ellen fue la última en entrar, y lo admito, me sorprendió que hubiera decidido venir. La había añadido a la lista de correo electrónico más por capricho que con la fe real de 
que se fuera a presentar. No habíamos hablado en un año y, sin embargo, allí estaba 
ella, tomando el asiento a mi lado y dándome una sonrisa como si nada hubiera 
cambiado. Sin embargo, Ellen siempre había sido una persona mejor y más tolerante 
que yo. 
—Ellen —dije nerviosamente—. Es bueno verte. 
—A ti, también. 
Al otro lado de la mesa, Kelsey le estaba dando una mirada menos que acogedora, 
reservada especialmente para las novias de los jugadores de fútbol. No pude evitar 
encogerme. Las tensiones de la pelea se habían filtrado en las vidas de las chicas, 
también. Eso había sido lo nos separara a Ellen y a mí, el año pasado. 
La mesa estaba llena de charla. Me aclaré la garganta un par de veces, tratando de 
llamar su atención, pero nadie parecía escucharme. 
—Escuchen perras, cállense y dejen que ____ hable —gritó Selena, y todas se callaron. 
A veces me infundía coraje. Al menos, así me sentí hasta que me di cuenta de que la Sra. Hillman, la bibliotecaria, nos lanzaba una mirada de desaprobación. 
Me aclaré la garganta otra vez. 
—Hola a todas —comencé—. Sólo quería hablar con ustedes acerca de toda esta pelea 
deportiva de los chicos. Creo que se ha salido de las manos. La gente está haciéndose 
daño, y ha estado causando problemas en mi relación. Estoy segura de que se 
encuentran en situaciones similares. 
—Sí —resopló Susan Port—. Después de que los neumáticos de Luther se pincharan la 
semana pasada, se olvidó por completo de nuestra cita por mi cumpleaños para poder 
ir a arreglar a su "bebé". 
—Por lo menos tu novio no tenía un labio partido y el ojo negro en las fotos de tu 
bienvenida el año pasado —se quejó Kelsey. 
Un murmullo general de acuerdo burbujeó alrededor de la mesa. 
—Exactamente —dije—. Estamos abandonadas durante el otoño debido a la rivalidad. 
Así que, naturalmente, hay que tratar de poner fin a esa situación, ¿verdad? ¿No es eso lo que todas quieren? 
Otro murmullo de aprobación. 
—Eso sería agradable —dijo Kelsey—. En teoría. Pero en realidad, ¿qué podemos 
hacer realmente para acabar con ella? Nada. Esos zoquetes no permitirán que otros 
clubes lideren hasta que se gradúen o consigan una muerte cerebral tan grave que 
olviden a qué golpear. 
—Callate, Kelsey, y simplemente dale a ____ una oportunidad —espetó Selena. 
Kelsey se burló con sorpresa. 
—Dios mío, ¿Selena puede hablar? Pensé que su boca sólo trabajaba para chupar 
pollas. Es un milagro. 
—Te voy a mostrar un milagro, pequeña… 
Agarré a Selena por su camiseta y tiré de ella hacia abajo para sentarla. 
—Ustedes dos, por favor sean civilizadas —aconsejé. 
Kelsey volvió a sentarse, gruñendo para sí misma. 
—De todos modos —dije—, no estoy de acuerdo con Kelsey. Creo que por fin he 
descubierto lo que podemos hacer para acabar esto de una vez por todas. 
—¿Destruir con armas nucleares el vestuario? 
—¿En serio? 
—¿Podemos conseguir simplemente cancelar el calendario de fútbol? 
—¿Cómo haríamos eso? 
—Dale una oportunidad de explicarse —dijo Selena en voz alta cuando una ola de 
ansiedad se apoderó de mí. Demasiadas voces hablando una sobre la otra. Ella guiñó 
el ojo y asintió con la cabeza para que continuara. Me conocía demasiado bien. 
—Así que todos queremos detener la lucha —dije—. Eso está bien. Me alegro de que 
estemos en el mismo lado. El hecho es que todas hemos intentado todo lo que 
podíamos pensar por nuestra cuenta. Hemos rogado, suplicado, y luchado, y no ha 
servido de nada. No podemos controlarlos. Así que aquí lo importante es conseguir el 
control de la situación, necesitamos el poder. Y claro, no hemos sido capaces de 
conseguirlo por nuestra cuenta. Es por eso que solicité esta reunión. Porque juntas, 
creo que podemos conseguir el poder sobre, al menos, uno de los lados. Y con ése 
poder, podemos manipular esta guerra para conseguir lo que queremos. 
—¿Cuántas veces ensayaste este discurso? —preguntó Kelsey. 
La ignoré, tomando un bolígrafo y apretando la tapa de un lado a otro debajo de la 
mesa. De ninguna manera iba a decirle que había practicado esto en frente del espejo... Dos veces. 
—Muy bien, así que el asunto es conseguir el control de nuestros chicos, y de hacerlo 
todas juntas, como una fuerza unificada —continué—. Porque cuando era sólo fútbol 
americano contra fútbol, era un callejón sin salida y un ciclo de nunca acabar. Sin 
embargo, añadamos como extra a las chicas, y es posible voltear completamente la 
balanza. Encontrar nuestra influencia es la parte difícil, y como ustedes, yo no creía 
que fuera posible. Pensé que todas estábamos jodidas. Pero ayer por la noche, lo 
averigüé. Sé exactamente cómo podemos conseguir el control de los chicos y poner fin 
a esta guerra para siempre. 
—Dilo ya —instó Selena. 
Sonreí. 
—Es la única cosa a la que nunca podría decir que no. La única cosa por la que 
rogarían y suplicarían e intentarían persuadir. Hasta ahora, no me di cuenta de que 
podíamos usarlo a nuestro favor. Pero ayer por la noche, me di cuenta de que es 
nuestra mejor oportunidad. —Hice una pausa, tomé una respiración—. ¡Hagamos…. 
una huelga de sexo! 
Y... silencio. 
Un silencio de muerte. 
Por lo menos cuarenta y tres segundos. 
Como podría haber predicho, Selena fue la primera en compartir su opinión, y al estilo de Selena, ella la compartió en voz alta. 
—¿Has perdido la cabeza? 
La mesa retumbó con una desaprobación incómoda, provocada por la protesta de 
Selena. Tomé una respiración profunda, apretando la tapa del bolígrafo cada vez más 
rápido. Tenía que hacerlas entender. Tenía que conseguir que estuvieran de mi parte, 
para demostrar que esta era la mejor opción. 
—Piensa en ello —presioné, mi voz más alta—. Los chicos sólo quieren una cosa. Son 
todos unos salidos. Si hay algo que podemos utilizar para conseguir el poder, es el sexo. Específicamente, negarlo. 
—Puede que tengas razón —dijo Selena—. Pero te estás olvidando un factor clave 
aquí. ¿Nos lo estaremos negando a nosotras mismas, también? 
Kelsey puso los ojos en blanco. 
—Jesús, Selena. Eres una zorra.
—Que te jodan —estalló Selena—. Sé que es un hecho que te tiraste a Terry en tu 
primera cita. No actúes tan alta y poderosa. 
—Chicas —dije, un poco atemorizada—. La lucha entre nosotras no va a solucionar 
nada. Estamos aquí para crear paz, ¿recuerdan? 
Kelsey le disparó a Selena una mirada más malvada antes de reclinarse hacia atrás en 
su asiento y cruzar los brazos sobre su pecho, su labio inferior sobresalía como el 
puchero de una niña de cinco años de edad. 
—Miren —dije—. Todas ustedes estuvieron de acuerdo en que querían era poner fin a 
esta estupidez, ¿verdad? Y esta es la manera de hacerlo. Los tenemos donde queremos, entonces nos negamos a darles lo que quieren. Cuando se dan cuenta de que no vamos a ceder, serán como masilla en nuestras manos. Y es cuando les damos el ultimátum. Tienen que suspender la rivalidad antes de que los toquemos. Yo apuesto a que ellos entrarán en razón máximo en dos semanas. 
De alguna manera, podía sentir los ojos de Ellen en mí. Sonreí, tratando de no parecer 
incómoda. 
—¿Es eso, ya sabes, ético? —preguntó Susan—. Quiero que la rivalidad acabe del 
todo, pero el sexo como un arma se siente un poco incompleto. Creo que ha habido 
todo un conjunto de episodios de Dr. Phil al respecto. 
—Oh, vamos —dijo Selena—. Cada chica tiene la prerrogativa de decir no. No hay 
ninguna razón para no ejercer ese derecho... incluso en grandes grupos. Además, el 
Dr. Phil es un charlatán. 
—Susan, pagaste a una chica de primer año para hacer tus ensayos de Inglés —dijo 
Kelsey—. ¿Realmente consideras la cuestión ética? 
—Estoy ocupada. Tengo entrenamiento de baloncesto. No hay tiempo para leer 
El gran Gatsby o lo que sea. Además, yo la pago. Eso hace que sea ético. 
—Esto es ético —dije, con la esperanza de volver al asunto—. En realidad no estamos 
usando el sexo como un arma, sólo estamos eligiendo no participar hasta que la 
rivalidad termine. No vamos a manipular ni nada. Estamos… boicoteando. 
—Bueno, es un buen plan —dijo Susan—. Quiero decir, es probable que funcione. 
—No sé. —La voz de Mary Grisham fue apenas lo suficientemente fuerte que la 
escuchara, por el bullicio de los susurros sobre la mesa. Ella era una pequeña 
estudiante de primero, con enormes ojos azules y cabello oscuro de color chocolate. La miré, sonriendo, instándola a continuar. Ella se movió nerviosamente en su asiento y dijo un poco más fuerte—. Yo... No puedo realmente hacer nada —dijo—. Finn 
y yo no estamos acostándonos juntos, así que no… 
—¿En serio? —dijo Selena, embobada—. Tú y Finn han estado juntos, como, nueve 
meses, ¿verdad? ¿Y ni siquiera lo ha, hecho una sola vez? 
Mary negó con la cabeza. 
—¿Él es, como, gay? —preguntó Selena sin malas intenciones.
—El hecho de que no se hayan acostado juntos aún no lo convierte en gay. —Sonó 
más duro de que lo que quería. Volví a mirar a Mary, después me dirigí al resto de la 
mesa—. Estoy segura de que algunas de los demás están en el mismo barco, ¿verdad? 
Más silencio. 
Tuve que dejar de contar después de diez segundos. No lo entendía. 
Estas eran las mismas chicas que llamaban a Selena "puta" y se negaban a no tener sexo. 
Incoherente.
Pude ver sus ojos en Mary. Ver las burlas o las expresiones de desaprobación. Como si su virginidad fuera una cosa mala. 
—Bueno, gracias por ser honesta —le dije a Mary cuando sus mejillas se volvían cada 
vez más rojas—. Es agradable que estés esperando. Conozco a un montón de chicas 
que mienten sobre ello, así que respeto tu honestidad. 
—Eres agradable —murmuró María. 
—Eso es lindo, pero no sabes lo que te pierdes. 
Le di a Selena un codazo en las costillas y dije en voz alta a Mary: 
—Pero puedes participar todavía. Simplemente no hagas otras cosas. No, umm... No 
te pongas sobre él o toques su... —Me sentía como si mi cara estuviera en llamas. 
Respiré hondo y me obligué a seguir adelante—. Nada de pajas. Ni cualquier cosa con 
la que él pueda disfrutar mucho. Si besarse es todo lo que hacen, no lo hagas. 
Encontrarás una manera. No tienes que tener relaciones sexuales para que funcione. 
Confía en mí. 
—¿Pero no se enojarán? —preguntó una de las chicas. 
—Sí, lo harán. ¿Y entonces no nos engañarán? 
—No quiero eso. 
—Ni yo. Entonces tal vez finalmente estaré libre para besar a ese chico de Oak Hill. 
—Alto, alto, deténganse —dijo Selena sobre la creciente ola de voces de pánico—. 
Miren, tal vez no soy una experta, ya que no tengo una relación o lo que sea pero, ¿es 
algo que te preocupa realmente? Si es así, eso está muy jodido. 
—Las chicas como tú son la razón por la que tenemos que preocuparnos —murmuró 
Kelsey. 
Selena se volvió para echarle una mirada de hielo. 
—A pesar de lo que pienses de mí, nunca me he acostado con el novio de otra chica. Y 
yo nunca me acostaría con Terry; los lameculos quejicas no son mi tipo. —Miró al 
resto de las chicas otra vez—. En serio, si los bastardos las engañan, entonces no las 
merecen de todos modos. Si eso es un miedo genuino, entonces probablemente no 
deberían estar con ellos, para empezar. 
—____ —dijo Susan—, ¿y tú? ¿No tienes miedo de que Liam te engañe si haces esto? 
—No —dije. Aunque creo que soné un poco más segura de lo que me sentía—. No lo 
tengo. Él me ama. Algo como esto no va a cambiar eso. Además, esto ayudará a los 
chicos a largo plazo, también. Son víctimas aquí. Pero si no hacemos algo, algo para 
obligarlos a salir de la guerra, nunca van a terminar con ella. Esta es nuestra mejor 
opción, y un buen novio no utilizará el asunto de nada de sexo contra ti. 
—En serio —dijo Selena—. Quiero decir, me gusta el sexo probablemente tanto como 
a cualquier chico, e incluso sé que un poco de abstinencia no es algo para poner fin a 
una relación. Eso sería muy jodido. 
—Para ti es fácil de decir —espetó Kelsey—. ¿Alguna vez, incluso, has tenido una 
relación, Selena? Una de verdad. Una que continúa incluso después de ponerse la ropa 
de nuevo. 
—¿Sabes qué? Que te jodan, Kelsey. No tengo que estar en una relación para saber que un hombre es un idiota si te deja tirada porque no abres las piernas. Y no importa lo que pienses de mí, no seré aquella a la cual los chicos acuden cuando quieren 
conseguir algo. Porque... porque voy a hacerlo. Lo que dijo ____. Voy a seguir el 
juego. Nada de sexo. 
Me quedé mirando boquiabierta a Selena, asombrada. 
—¿En serio? 
—Sí. Estoy dentro. 
—Yo también. 
Me volví hacia mi derecha y vi a Ellen observándome con sus ojos color avellana. 
Algo en ellos parecía escéptico, y me pregunté si la había entendido mal. Luego meneó 
la cabeza y el parpadeo de incredulidad se había ido. 
—Estoy harta de esta lucha. Definitivamente, cruzó la línea. —Ella me dirigió una 
mirada significativa antes de añadir—: Creo que una huelga de sexo es una gran idea, 
y puedo tratar de conseguir que algunas de las novias de los futbolistas estén dentro. 
Apuesto a que van a ayudar. Todas estamos hartas. 
—¿En se… serio? —Le sonreí, medio en estado de shock—. Ellen, muchas gracias. 
Después de eso, un montón de gente parecía subirse al carro. 
—Lo haré —dijo Susan—. Maldita sea, ____, tienes algo de cerebro. Yo nunca habría 
pensado en esto. 
—Estoy dentro. Hará de esta temporada más entretenida al menos. 
—Creo que lo haré. Tal vez el sexo de final de la rivalidad será incluso mejor que la 
reconciliación sexual. 
Agaché la cabeza para ocultar el rubor que estaba arrasando mi cara. 
¿Cómo podían estas jóvenes ser tan abiertas sobre su vida sexual? Yo apenas hablaba 
de la mía con Selena. Al infierno, ni siquiera podía decir las palabras de las cosas que 
estaba haciendo con Liam, sin encogerme. 
—Tenemos que hacer un pacto o algo así —dijo Selena—. Al igual que un juramento. 
Tenemos que jurar abstenernos de toda actividad sexual. 
—¿Sobre qué vamos a jurar? —preguntó Susan—. ¿La Biblia? 
—Eso es un poco inapropiado —argumenté como broma. 
—Considerando que lo estamos jurando y todo. 
—Aquí. —Ellen colocó su mochila sobre la mesa y abrió la cremallera. Después de 
unos segundos de rebuscar, sacó una nueva edición de Cosmo y la arrojó sobre la 
mesa—. Trata el tema de consejos sexuales. Incluye una buena lista de todas las cosas que no podemos hacer. Podemos jurar sobre ella. 
Selena recogió la revista. 
—Dulce —dijo ella, hojeando las páginas. Hizo una pausa y se estremeció 
visiblemente—. Ugh. No, no intenten eso. Confíen en mí, no es tan genial como 
parece.—Dijo en broma.
Agarré la revista de Selena, medio sorprendida y un poco temerosa al ver de lo que 
estaba hablando. La levanté para que todas la vieran. 
—Bueno —dije—, por tanto todas vamos a hacer un voto. Expondré las reglas, y si 
están de acuerdo, ponen su mano sobre la revista y dicen, ―conforme ¿Lo tienen? 
La mayoría de las chicas asintieron. 
Puse la revista sobre la mesa, poniendo mi mano sobre la cara de la modelo en la 
portada. 
—Por la presente juro que abstenerme de toda forma de actividad sexual. Esto incluye, 
pero no se limita, a cualquier cosa que involucre partes del cuerpo por debajo del 
cinturón. Eso incluye también la parte del cinturón. Ah, y la segunda base es ilegal, 
también. Nada debajo de la camisa. —Me obligué a continuar, a pesar de la 
forma en que este discurso hacía que mi rostro enrojeciera—. Me mantendré firme, 
incluso en los momentos más difíciles, y resistiré a la tentación hasta que la rivalidad 
llegue a su fin. 
Deslicé la revista a Ellen, todavía sintiéndome un poco ansiosa cuando nuestros ojos se 
encontraron. Pero no podía dejar que mi compostura flaqueara justo ahora. No con 
todas estas muchachas observando. 
Me aclaré la garganta, como, por millonésima vez esa tarde. 
—¿Estás de acuerdo? —pregunté. 
—Conforme —dijo Ellen solemnemente. 
Ella se la pasó a Susan. 
—Conforme. 
Susan se la pasó a la chica de su derecha. 
—Conforme.
—Conforme.
—Conforme.
Cuando se acercó a Mary, la vi dudar por un minuto. Me miró, respiró 
profundamente, y puso su mano sobre la revista. 
—Conforme.
Luego se la pasó a Kelsey. 
—Simplemente pásala si eres demasiado cobarde —se burló Selena—. Me llamas zorra, pero eres más que reticente a abandonar el sexo que yo. 
—Cállate —susurró Kelsey—. Dame eso. —Tiró la revista hacia ella y puso la mano 
en el centro mismo de la portada. Sus ojos se encontraron con Selena cuando dijo: 
—Conforme. 
Selena sonrió.
Para mi sorpresa, después de tanto desacuerdo, las once chicas en la mesa, aparte de 
mí, terminaron haciendo el juramento. 
Selena fue la última, y ella me sonrió mientras juraba ser célibe. Sabía que sería un 
desafío para ella, más que nadie. 
Pero al mirar a las demás, yo sabía que Selena no podía ser la única chica a la que le gustaba el sexo. Otras tantas habían estado renuentes a aceptar de inmediato. Sin 
duda, algunas de las chicas tenían la misma razón que Selena, aunque las demás se 
estuvieran mostrando reacias por miedo a perder a sus novios. Me preguntaba qué 
porcentaje era, cuántas de las chicas simplemente no querían renunciar al sexo en 
comparación con aquellas que tenían miedo de ser engañadas. 
Y me preguntaba por qué Selena era la única chica dispuesta a salir y decir que le 
gustaba el sexo. Tal vez, ¿porque las demás sabían que era llamada puta o una 
prostituta? Pero yo tampoco entendía eso. Al igual que Selena, dijo, no era como si ella se acostara con novios de otras muchachas. Se ponía en una relación abierta con un chico y eso era todo, pero nunca nada serio.
También quería saber por qué Mary había sido la única dispuesta a confesar lo 
contrario: su virginidad. Porque yo no creía, ni por un segundo, que ella fuera la única 
en la mesa que aún no había dado ese salto. 
Cuando todas habían jurado sobre la revista, se la devolví a Ellen. 
—Puedes usarla para que las chicas de fútbol hagan el mismo juramento —dije. 
—Claro. —Ella metió la revista en su mochila otra vez. 
—Muy bien —dije—. Así que, aquí vamos. Estoy pensando en que todas deberíamos 
estar en contacto vía e-mail. Vamos a necesitar un grupo de apoyo para salir de esta, y mantenernos organizadas. Pero sin duda creo que estamos haciendo algo. Podemos 
ganar esta guerra. 
—Por tu bien —dijo Kelsey, se puso de pie justo cuando la campana sonó durante el 
tercer período—, espero que sí. Esto tiene que funcionar, _____. 
—Lo hará —le aseguré—. Sé que así será. 
Las chicas empezaron a moverse en manada hacia la puerta. Comencé a girarme hacia Selena, que seguía sentada en la mesa conmigo, entonces noté a Ellen, permaneciendo cerca de la puerta de la biblioteca. 
—Oye —dije, caminando hacia ella. Cogí mi bolígrafo de nuevo y ya estaba girando la 
tapa—. Gracias por venir. Sé que todo esto es muy extraño. Las novias de fútbol y el 
estar alrededor mío y... lo que sea.
—Siempre vendré si quieres que lo haga, ____. —Lanzó otra sonrisa y puso una mano 
en mi hombro, apretando brevemente. Luego se volvió y salió de la biblioteca. Pensé que había perdido a Ellen para siempre a causa de esta pelea. Debido a que nuestros novios se odiaban mutuamente. Pero tal vez, me di cuenta, yo podía poner fin a la guerra y recuperar a una amiga al mismo tiempo. El pensamiento me hizo sonreír. 
Selena se relajó junto a mí. 
—¿Estás lista para Biología Avanzada? 
—Claro —dije, dando vuelta para enfrentarla—. Gracias, por cierto. Por haber estado 
de acuerdo con esto. 
—Te quiero ____, siempre te apoyaría. Aunque las demás piensen lo que quieran.
—Bueno, al menos la estúpida lucha terminará pronto —dije.—¿Eso lo compensará? 
Selena puso en blanco los ojos. 
—____, me importa un bledo los problemas entre los equipos. Sé que es estúpido, y sé que te afecta, pero realmente no tiene un impacto en mí, ya que no estoy realmente comprometida con ninguno de los chicos. —Se encogió de hombros—. No hice esto para poner fin a las peleas. Lo hice porque sé que es importante para ti. Y tú eres importante para mí. 
Sonreí. 
—Gracias, Selena. 
—Sí, sí —dijo, recogiendo su mochila bandolera—. También lo hice para herir a Kelsey, por lo que no fue totalmente desinteresado. Odio a esa perra. 
Me eché a reír. 
—Vamos —dijo—. El Sr. Hall hará cargar con su mierda si llegamos tarde.

♡Shutout (Harry Styles, Liam Payne y tú) ♡Where stories live. Discover now