Como arena entre los dedos

Capítulo 10

¡Mierda! ¿Qué hago? Se decía a si misma dando vueltas en su habitación, indecisa en salir a la búsqueda de Fabián o no. Llevaba una semana sin verlo, el orgullo no la dejaba salir pero en realidad moría por verlo, abrazarlo, decirle que quería pasar el resto de su vida junto a él aunque fueran dos o tres meses. Fuese el tiempo que fuese, no valdría si no tenía su compañia. Tantos años juntos, tantas lágrimas desbordadas, tantas risas, tantos besos, tantas alegrias, tanto... para llegar a esto. Entonces... salió corriendo de su casa tomando su abrigo y su bufanda, se los fue colocando en el camino. Riendo y llorando al mismo tiempo porque al fin se había decidido. No importaba el tiempo, solo le importaba él, sus ojos negros, sus pestañas largas, su cabello ondulado, la primera vez que lo vió; sus pantalones color crema, su polera blanca, su camisa a cuadros, su olor, ese primer beso tan torpe la primera vez que se vieron... ¿por qué echar todo eso a la borda por algo tan estúpido?

-¡Fabián te amo! - gritó con todas sus fuerzas, corriendo camino a su trabajo.

Al llegar, agotada y ya casi sin fuerzas, entró en la empresa pasando desprevenida por la recepción, tomando el primer ascensor, no tenía idea de cual era el lugar exacto donde estaba él pero lo encontraría aunque fuera lo último que hiciera. Al llegar al piso de labor general, totalmente impaciente, vió como las puertas del ascensor se abrían y como si fuera un sueño ahí estaba él, quien quedó anonadado al verla, se le cayeron todos los papeles que llevaba al suelo y balbuceó un par de palabras pero nada claro. Mientras tanto Sofía con ambas manos en los bolsillos estaba igual que él, intentando buscar las palabras para expresarse pero nada salía de su boca. De pronto las puertas del elevador se cerraron y lo único que logró hacer Fabián fue gritar ¡Sofía! antes de que las puertas cerraran y ambos quedaran mirando al vacio.

Sofía comenzó a apretar el botón del piso en el que había estado pero el elevador seguía bajando sin detenerse hacia el primer piso. Ya no aguantaba las ganas de salir corriendo a los brazos de su gran amor. Al llegar al primer piso, salió corriendo, tropezando con todas las personas que se interponían en su camino, llego a las escaleras y comenzó a subir apresuradamente sin imaginarse que Fabián venía corriendo escaleras abajo con la misma prisa que ella. Al encontrarse ya estaban axhaustos, con las respiraciones entrecortadas, mirandose a los ojos...

- Yo..

- Quería...

- Tú primero

- No, tú

- Te amo

- Perdoname por ser tan idiota

Ambos comenzaron a reír, que manera más estupida de reencontrarse, pero para ellos eso estaba más que bien, el solo hecho de volver a mirarse era perfecto, se amaban y ni siquiera ellos podían negarlo.

Fabián comenzó a bajar los escalones que lo separaban de Sofía y quedó frente a ella, le pareció volver a sentirse como la primera vez que la vió, aún tenía la cara de una niña, hermosa, su piel blanca, sus cejas tan imperfectamente perfectas, sus labios tan palidos y gruesos... todo eran tan perfecto de ella.

- Te... - dijo mirando desde sus labios a sus ojos - Yo...

- Yo te amo - dijo Sofía sonriendo.

- Eso... yo te amo - se acercó más, sintieron la respiración del otro tan cerca, dos cuerpos tan cerca, entrelazaron sus dedos y cerraron sus ojos, rozando sus labios y sonriendo al mismo tiempo. No existía momento más hermoso y perfecto que aquel. Se besaron lentamente, sintiendo la calidez de los labios del otro, dejando que todo fluyera, que el amor se dejara escapar en ese beso, que la felicidad se transmitiera mediante sus manos que tanto anhelaban encontarse entre las del otro. Sofía feliz, extremadamente feliz, besaba a Fabián y le decia cuanto lo amaba, una y otra vez. Estaba enamorada, era algo que hace tiempo habia asumido pero había vuelto a enamorarse, del mismo chico. Siempre el mismo chico, lo elegiría una y otra vez si la hiciera escoger porque tenía más que claro que no sería más feliz de lo que era con él, con nadie más.