1.- Mitchell y su larga noche

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Mis ojos recorren el local en busca de algún cliente potencial, aunque la noche parece realmente mala. No soy el único que luce aburrido. Suspiro, llevándome la bebida que tengo a los labios. Es muy fastidioso cuando no hay clientes.

.- Sírvele otro, por favor.- la voz llega detrás de mí, al tiempo que siento que me ponen una mano en el hombro. Me giro, poniendo una sonrisa seductora.

.- muchas gracias.- agradezco. Esta vez, es un hombre, estatura promedio, cabello castaño y ojos claros. Un tipo promedio en definitiva, nada especial. Al menos no es feo. Me hago un poco hacia adelante y comienzo una charla sobre el lugar, y sobre el sujeto.

.- quizá quieras ir a un lugar más privado.- me dice, inclinándose hacia a mí, su mano acariciando mi pierna. Yo sonrió más, y me inclino sugerente hacia él, susurrando en su oído.

.- eso va a costarte, amigo.-

.- lo sé. Pagare.- me dice. Yo lo miro unos momentos más antes de levantarme y alejarme del sujetó que acabo de conocer.

.- iré por mis cosas.- me levanto, y camino hacia la parte trasera del bar. ¿Alguien ha adivinado a que me dedico? Si, vendo mi cuerpo. Hay muchas palabras para describir lo que hago, sin embargo la que más me gusta es acompañante, no me catalogo en ninguno de los otros términos. Mi nombre es Mitchell Taylor, tengo veinticinco años, y todo el que me conoce bien me llama Mitch. También es el nombre con el que me doy a conocer a mis clientes.

.- ¿tienes cliente ya?- me dice Kristen, ella al igual que yo, trabaja aquí. Ella es bonita, como debes serlo en este trabajo, alta, de piel blanca, y cabello largo y rizado aunque desconozco si su tono rubio es natural.

.- sí, me voy yendo.- le digo, sacándole la lengua al ver que no tiene cliente. Ella solo niega, rodando los ojos.- ¿puedes avisar al jefe que me marcho? Al hotel de siempre, misma habitación.-

.- claro, no te preocupes.- eso no es más que pura seguridad. No conocemos a las personas que vienen aquí, nadie quiere toparse con un demente, así que siempre estamos al indicando nuestra ubicación, y cada hora, tenemos que reportarnos.

.- ¿ah?-

.- ¿Qué pasa?-

.- conozco a ese tipo.- le digo, cuando veo entrar a un grupo de hombres.

.- Mitch, ya tienes cliente, déjame tomar algo.- me dice, riendo. Yo veo un poco más al hombre que vive a mi lado, y del cual no conozco más que su domicilio. Un poco más alto que yo, cabello oscuro y ojos claros. Sus rasgos son afilados, y su nariz algo larga, siempre lleva trajes de vestir y su cabello esta corto y bien peinado.

.- no seas tonta. Él es mi vecino. Nunca pensé que fuera de la clase que viene a este tipo de lugares. Como sea, me marcho.- tomo una mochila antes de apresurarme de nuevo con mi cliente. La mochila solo contiene cosas que puedo necesitar, tanto para seguridad como para comodidad.

El hotel solo está a unas cuadras del bar. En el mismo bar, hay habitaciones especiales para eso, pero solo son usadas por clientes frecuentes, que tienen suficiente dinero como para pagarla. Además, hoy está muy aburrido como para quedarme ahí toda la noche. El hotel es un hotel normal, no un edificio de mala muerte como suelen mostrar en algunas películas.

¿Alguien más se pregunta si tengo la necesidad de esto? ¿Si alguien me obliga? ¿Si es mi única opción? Las respuestas son no. Es verdad que necesito dinero, pero no es el motivo principal. Hago esto porque quiero, porque me gusta.

Soy estudiante, tengo veinticinco años y uso el dinero que gano para pagar mis estudios. Como dije, no es mi única opción, nada me cuesta buscar un empleo de medio tiempo donde no tenga que venderme, pero ¿Dónde está la emoción? Además, nadie negara que este trabajo sea bastante lucrativo.

Si No eres TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora