Capítulo 4.

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-Gracias por acompañarme. -le dije al llegar a la puerta de mi casa.

-No es nada preciosa. -me miró a los ojos.

-¿Cómo volverás? No conoces el camino. -una risa tímida se escapo de mis labios.

-No me importaría perderme si fuera por tu culpa. -me contesto coqueto.

-Apuesto a que no dirías eso cuando estuvieras perdido. -sonreí.

-Bueno, esta conversación no va a ninguna parte. -rió.

-Llevas la razón. -uní mis manos.

Nos quedamos un momento en un silencio incómodo, ¿Y si eran esos momentos como en las películas que se besaban? ¡Vamos, Blanca! Lo conoces desde ayer.

-Voy entrando. -le avisé mientras sacaba las llaves de mi bolso. -Repito, gracias por acompañarme. Y si te pierdes. -saqué un papel de mi bolso y escribí mi numero. -No dudes en llamarme. -le sonreí.

-De acuerdo. -se acercó un poco. -Adiós preciosa. -me abrazó.

-Adiós. -le abracé. Nos separamos y besó mi mejilla. Me apuesto mi teléfono móvil a que mis mejillas debían de tener un color carmín potente.

-Estas igual de roja que ayer.

Conservo mi teléfono.

-Es que soy más blanca que la leche, me pasa muy a menudo. -mentí.

-Claro, justo después de que te bese la mejilla. -se acercó peligrosamente. -Y, ¿De que color se te pondrían esas mejillas si te besara?

-Verdes. -respondí graciosa.

-Eres graciosa. -se rió. El calor se subió más a mis mejillas. -Me voy, que si no acabaras explotando.

-Tonto. -reí. -Adiós. -esta vez besé yo su mejilla.

-Adiós. -esta vez era el quien estaba colorado.

Abrí la puerta de mi casa, subí a mi piso y llamé al timbre, al segundo mi madre ya me habia abierto.

-¿Que cariñoso ese chico Fletcher, no? -me dijo mi madre en tono coqueto, y otra vez ese color carmín se volvió a apoderar de mis mejillas.

-¿Como que cariñoso? -reí nerviosa.

-No se, yo me he asomado porque te he oído y os he visto abrazándoos.

-Me voy a mi habitación.

Al llegar a mi habitación saqué un libro y comencé a leer, hasta que noté mi móvil vibrar de un contacto que no tenía guardado.

-Me he perdido. -me dijo una voz que reconocí al instante.

-Es coña, ¿no?

-Si, pero quería oír tu reacción. -se rió.

-Eres idiota. -reí con él.

-La verdad es que sí.

-¿Que haces?

-Nada, acabo de llegar a casa.

-¿Enserio? Pero si mi casa está a 15 minutos de la tuya y nos hemos despedida hace 40 minutos.

-Como lo calculas, eh.

-Si. -me estaba poniendo colorada sola.

-Pues no te mentía cuando te he dicho que me había perdido, pero al final me he parado a preguntar a una chica de nuestra edad y me lo ha indicado perfecto.

-¿Que chica?

-Uy, cálmate celosa.

-No son celos, es por saber quien es. -mentí en un tono serio.

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⏰ Última actualización: Jan 04, 2016 ⏰

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