Cambios.

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Narra Alejandra

No puedo seguir en este lugar, no puedo seguir esperando que Sofía vuelva, tal vez sea mejor volver a lo de antes, una chica, otra y otra más, sin que nada me importe sin tener un corazón.... ¿Corazón? Bah, ese es un estúpido invento, no es más que un órgano que bombea sangre e indica que estoy viva - puf, como si quisiera eso - pero en fin, Sofía, sin lugar a dudas es la chica que más a logrado hacer que sienta que existe algo más allá de mi propia existencia, algo más que vale la pena en este lugar.

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Narra Sofía

Las semanas pasan y yo sigo igual, evitando a esa mujer que no sale de mi cabeza ¿qué no se cansa de ser tan asquerosamente hermosa? En fin, el día que salió como loca del instituto, no la vi en toda la tarde, no la vi el resto de la semana a decir verdad, le pregunté a Suzanne, pero ella tampoco sabía nada, me tenía realmente preocupada.

La semana siguiente regresó, parecía otra persona, no por su físico, seguía igual de linda que de costumbre -me atrevo a decir que aún más- pero algo en ella había cambiado, no sentía que fuera ella, lo único bueno de todo esto es que aparentemente está más feliz, feliz de nuevo, pero no estoy muy segura de eso. En medio de todo, hay dos cosas que no han cambiado del todo: uno, La forma en que Alejandra me mira todo el día, cuando nos cruzamos o cuando ingresa al salón de clase, aún cuando está insinuándose con otras chicas, aún en ese momento puedo sentir el cariño en su mirada. Y dos, todo lo que me hace sentir cuando la veo, incluso si ella no me ve, incluso si está muy lejos de mi.

Volvamos aquí, estoy sentada en una de las zonas verdes del instituto, trato de leer un libro sobre el que conversaremos en la siguiente clase de literatura. ¿Cómo espera Garcia Marquez que me concentre en el hielo que traían los gitanos si Alejandra está muerta de la risa con dos chicas? ¿Qué no puede dejar de coquetear al menos un instante?

De un momento a otro, Alejandra saca algo del bolsillo de su pantalón y lo lleva a su boca, no logro ver que es exactamente hasta el momento que se gira hacia mi y da una calada a su cigarrillo. Momento ¿qué? ¿Alejandra está fumando? Yo se que no tengo el derecho a decir nada sobre esto, ¡pero es que jodeeer! ¿No sabe el daño que le hace eso? Creo que la rabia se veía en mis ojos porque puso una cara de confucion al verme, miré su cigarrillo y luego vi sus ojos, ¡si Alejandra, me molesta que fumes! Dio una calada más, lo apagó y me miró sonriente... Bueno, ahora si me ha dejado sin palabras, no hay nada que pueda decir ante eso; aún le importa lo que piense de ella.

Narra Alejandra

No tengo idea de lo que acaba de ocurrir, ¿en realidad dejé de fumar por que aparentemente le molesta? Joder, pero es que si vieran su cara en ese momento también lo habrían hecho, es eso o que aún usa sus mágicos poderes para controlarme.
La verdad es que a pesar de todo no quiero que se ponga brava conmigo o algo por el estilo, creo que es evidente que aunque me la pasé con todas las chicas del instituto, mi amor es exclusivo para ella y lleva su nombre desde cualquier lugar que lo veas.

Luego de este extraño momento de control sobre mi, Sofía muy sonriente se levantó de allí con su libro y entró al edificio de la biblioteca, para ello cruzó por en frente de nosotras, que linda se ve.

Luego de unos minutos decidí que ya era hora de ir tras ella. La seguí allí, cuando entré, la bibliotecaria -con quien no tengo buena relación- de una vez me fulminó con la mirada.

- Stevens, usted nunca viene a leer, salga de aquí ahora mismo.

Todos pasaron por alto su comentario, todos excepto ella, que al escuchar mi apellido dejó caer su lápiz al suelo, que bien, eso me dejó saber donde estaba.

Conociendo a Sofía. -  Lesbian -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora