Capítulo IV

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Dave se quedó paralizado lo que pareció ser media hora, media hora en la que sus ojos pasaron de su niña a Abigail, y de nuevo a la niña.

Estaba conmocionado y a la vez enfadado, si Abigail lo sabía hace ya tres meses ¿Por qué no se lo dijo?. Si ella hubiera hablado, decírselo a tiempo, tal vez la pequeña que tenía en brazos no hubiera quedado huérfana...
Pero no la tendrías en brazos si estuviera viva su madre, porque los soldados no iban a ir a esa sección del refugio de los hominibus, sólo te mandaron porque querían deshacerse de ti.
¿Pero en que demonios estaba pensando? ¿Dave era realmente así de egoísta?. No le gustaba pensarlo, pero realmente preferia las cosas así, no podía simplemente imaginarse un mundo sin la niña.

Finalmente después de lo que parecieron ser años, Abigail decidió hablar, en vista de que Dave no pudo articular palabra alguna.

-Dave, no te quedes ahí mirándome. Di algo.

Penetró profundo en sus ojos plata e intentó decirle con esa mirada cuanto la amaba, pero ella sólo parecía perder más y más la paciencia. Esto era lo que el anhelo en secreto siempre, tener a Abigail, una familia, un hogar perfecto, pero... pero no lograba todavía olvidar el rostro de Audra. Ese rostro le impedía amar a Abigail de la manera hubiera deseado.

Finalmente se dejo llevar y tomó una desición que jamás pensó tomar.

-Abigail...

-¿Si?

-Ven a vivir aquí, conmigo y la niña.

Abigal sonrió y rodeó con los brazos a Dave y la niña, apretando con las manos la espalda de Dave, quien volvía a estar en los brazos de esa mujer que le habia enseñado a amar la más profunda frialdad.

Quizás era hora de redimir sus orgullos y pisotear su codicia. Tal vez había llegado el momento de pensar en otros, de limitar acciones a causa de sentimientos. Era hora de abandonarse a si mismo.

*****

Las tardes de primavera eran un infierno en esa zona de Azhlith, pero aún así todos debían estar en la plazoleta para escuchar el discurso del Supremo Dictador A. Stroessner.

Eran ya gastadas las palabras, pero debían ser escuchadas siempre por el pueblo. Stroessner recorría cada distrito de Azhlith dedicando horas de su tiempo para recordarle a la humanidad que siempre se debía velar por la paz de un mundo lleno de avances tecnológicos y desarrollo económico. Reclamaba siempre obediencia de "su querido pueblo". Repitiendo palabras de un antiguo ancestro suyo "a los amigos todo y a los enemigos palo".

Las sonatas de paz danzaban en los oídos de niños y ancianos, siendo aplaudidas por madres que habían perdido a sus hijos revolucionarios. Pequeñas lágrimas debían encontrar albergue en los ojos y no salir, porque si los guardias o alguna cámara de inteligencia las capturaba, quien las lloraba no volvía a ver la luz. El dolor del pueblo era simbolo de protesta, y en Azhlith protestar estaba prohibido. Esa era la realidad en todos los distritos, del mundo había quedado poco. Del dolor habia quedado mucho.

Dave se revolvia en su asiento, ubicado en una tarima de diez metros de altura que daba frente a la multitud del distrito 21, antes llamado Paraguay. Todos los que habían cumplido una tarea importante en el pasado operativo contra los hominibus se hallaban ahí, admirados y odiados por la multitud, él los observaba curioso al ver rostros que sólo reprimian rabia, ¿Realmente valió la pena olvidarse a si mismo, enterrar su interior sólo para agradar a los más cercanos a Stroessner? Ahora que lo pensaba, parecía sumamente ridículo.

Quería huir de ahí, quería desertar pero ya no había salida ahora, tenía que continuar. Tuvo a tiempo la opción de simplemente no estar ahí, pero decidió seguirle la corriente a su orgullo. Las desiciones de los seres humanos eran tan erradas a veces, que en ocasiones llevaba consigo perdición, destrucción y sólo ahora Dave era capaz de reconocer eso.

Sin percibirlo bajó la cabeza, algo le apretaba las entrañas, tuvo ganas de gritar, de protestar y eso debió de notarsele en el rostro porque el soldado sentado atrás de él carraspeó y sacudió levemente el asiento de Dave sin acercarse siquiera, entonces supo que era un laedi llamando su atención. Dio vuelta disimuladamente y se encontró con el rostro de Jeremiah, sus ojos plateados recordándole a Abigail.

-¿Que sucede Jeremiah? -dijo en un susurro procurando no ser escuchado, ya que Stroessner se encontraba sólo a unos metros dando su extenso discurso.

-Estas incómodo, tu actitud es sospechosa Dave. Sólo escucha el discurso y no te muevas tanto o podrían pensar mal las cosas, hay cámaras por todos lados -dijo señalando una pequeña flotando justo en frente a Dave- no queremos que ellas capturen imágenes raras ¿No?.

Dave asintio asustado, los de la base de operaciones realmente veían posibles ataques en todo, los entendía ya que si algo malo sucedía ellos lo pagarían con sangre pero aún así le disgustaba enormemente. Ya más tranquilo decidió concentrarse en el discurso de Stroessner.

- ...Y es así mi querido pueblo la manera de luchar juntos en búsqueda de un mundo estable. Forjamos libertad de esta manera, evitando guerras innecesarias.
Yo he sufrido de tantas injurias, y no me ha quedado de otra que enfrentar a aquellos que amenazan nuestro mundo. Sacrifique innumerables cosas por protegerlos de mundo igual o peor al que enfrentaban nuestros antepasados. -hizo una pausa para que todos aplaudieran, dando música a los oídos de su ego-
De ese modo sólo queda decirles algo:
Hemos sido blandos, pero ya no más. Azhlith será el nuevo mundo y para lograrlo debemos eliminar a todo aquel ciudadano o impuro que desee corromper nuestra estable sociedad. Desde hoy declaro pena de muerte a todo aquel que amenaze el Gobierno.

La multitud quedó en un silencio sepulcral, dejando que el fantasma de la esperanza danzara al compás de un Réquiem entre ellos. Si bien las cosas no marchaban bien, todavía algunos pocos rebeldes lograban vivir. La pena de muerte desde luego estaba prohibida hasta ese momento, sólo se oía el murmullo aislado de algunos rebeldes capturados que jamás regresaron al hogar y a pesar de que podrían estar muertos existían otras posibilidades... Pero ahora ya no había escapatoria, Azhlith se tomó el asunto en serio.

Luego de aplaudir conforme las órdenes de unas indicaciones en una gran especie de pantalla intangible en el aire, todos pudieron marcharse; incluyendo al joven Dave.

Con cada paso sus piernas parecían amenazarlo con una caída, en cada parpadeo veía a su hija, y un pensamiento vino a su mente, lo descartó en un intento de no sucumbir ante la desesperación. A pesar de ser una niña, de ser tan pequeña, ellos no tendrían piedad de ella.

Sin darse cuenta y sumido en la preocupación chocó con Abigail quien tenía la niña en brazos y lo esperaba abajo de la tarima con el ceño fruncido.

-¡Dave! Ten más cuidado- dijo esta mirándolo algo extrañada.

-Lo siento Abi, no te vi.

-¿Qué sucede? Desde aquí se te veia inquieto Dave, pude hasta observar que ese laedi amigo tuyo te dijo algo. ¿Estas en problemas? Dave, sabes que puedes confiar en mi ¿Hay algo que quieras decirme?

Dave la estudio unos minutos como preguntándose si sería correcto contarle el verdadero origen de su ahora hija a Abigail, aunque la idea sonara un poco arriesgada, al fin de cuentas Abigail ya vivía con él y pronto se casarian.

-Si Abi, pasa algo y creo que es muy grave -tomó una pausa para examinar el rostro de su novia, esta hizo un gesto invitandolo a continuar y asi lo hizo-. Es sobre la niña que tienes en brazos, pero no puedo contartelo aqui creo que podrian escucharnos y eso nos meteria en problemas.

Abigail asintió con la cabeza y Dave la tomo de la mano guiandola a través de la poca gente que todavia quedaba. La llevaría a un lugar prácticamente desierto, en treinta minutos llegarían al ex refugio de los hominibus, era el único lugar en Azhlith donde el aire no se sentía tan viciado. La verdad saldrá a la luz, al menos para Abigail.

Luces Apagadas [PAUSADA] {EN EDICIÓN}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora