Buscar un nuevo trabajo es lo que debería estar haciendo en estos momentos en lugar de estar leyendo pero no, hablar con mi madre me ha dejado exhausta. He estado hablando con mamá desde mi primer día aquí y es un poco sofocante, no es que no la quiera si no que llamar todo los días con ella y tener una conversación de "Si mamá, lo se" es frustrante. Estoy pensando seriamente en cambiar de número.
Cansada de leer y necesitando a mi mente distraerse, me ducho rápido y me pongo unos jeans, zapatillas deportivas y un camisón ancho, un poco de pinta labios y máscara de pestañas. Tomo mi bolso y salgo de mi refugio, camino calle abajo a una pequeña cafetería de la cual me he hecho cliente frecuente. Entro y elijo la mesa mas apartada de la puerta, para ser precisa la de la esquina. Pido un chocolate caliente y unos panqueques, esto sería el desayuno habitual pero a esta hora es más almuerzo que lo primero.
Mientras espero mi comida comienzo a hojear el periódico del día, nada interesante, sólo política, economía y en la página de espectáculos uno que otro famoso metido en problemas de drogas o divorcio. En los altavoces del lugar comienza a sonar la melodía "You got me" de Colbie Caillat. Me gusta esa canción así que mientras sigo hojeando el periódico comienzo a cantarla en voz baja. Es tan pegajosa que el ritmo me hace seguirlo con los pies.
La campanilla detrás de la puerta del café suena a la vez que salen y entran las personas, no lo sé, porque estoy de espaldas. Sigo cantando hasta que levanto la vista y me topo con una mirada oscura observándome cantar desde la mesa detrás reflejada en el espejo frente a mí. ¡Santo niño! Esa media sonrisa que me da es demasiado para mi enfermo y pateado corazón. Bajo la mirada y me sigo perdiendo en el periódico que vuelvo a releer para pasar el tiempo de mi pedido. ¿Tanto tardan una taza de chocolate caliente y panqueques? ¡Grrr!...
Soy consiente de alguien sentándose en el lugar vacío frente a mi, soy consiente de una mirada atravesando mi cabeza gacha y soy consiente de que es un sexy británico quien tamborilea al ritmo de la canción la mesa con sus dedos.
-¿Se te ofrece algo?-digo sin levantar la vista.
-No-responde mientras oigo que ríe.
-Así que...-sigo "leyendo".
-Te he estado observando-dice inclinándose en la mesa y me obligo a levantar la vista. ¡Dios! Es tan jodidamente guapo.
-Eso es un poco acosador, ¿No crees?-alzo una ceja cuestionándolo.
-Podría ser aunque no tienes porque quejarte-dice imitando mi acto.
-¿De qué hablas?-frunzo el ceño.
-¿Escuchar conversaciones ajenas? ¿Te suena?-frunce su ceño, mi boca cae abierta.
-Eso es diferente-digo indignada- Y deja de hacer eso.
-¿Diferente? ¿Hacer qué?-dice en tono indignado.
-Si, yo pasaba por ahí cuando escuche su conversación que más bien eran gritos si mal no recuerdo. ¡Toda la manzana podía oírlos! ¡Y deja de imitar mis acciones!-grito no tan alto pero sí para que las mesas de un costado nos miren. En ese momento siento mis mejillas arder de vergüenza y agradezco a quien este arriba por mandar al mesero. Me da mi taza de chocolate humeante y mis panqueques a los que les vierto un poco de miel. Cómo y sorbo mi chocolate cuando sé que esta un poco tibio mientras me vuelvo a perder en el periódico. Él no para de observarme. ¡Por favor deja de mirarme!. Esto es más incomodo que oír conversaciones personales.
-Deja de mirarme, estoy tratando de tomar mi chocolate y comer mis panqueques a gusto-digo pasando de hoja.
De repente el periódico es quitado de mi campo de visibilidad. Cierro los ojos un momento y los abro de nuevo.
-Devuélveme el periódico-sonrió frustrada.
-Ya lo has leído como tres veces-dice quitado de la pena.
-¿Y a ti que te importa?
-Política y Economía no creo sean tu fuerte- ríe. ¡Lo mato!
-Según tú Señor Sabelotodo, ¿Qué es mi fuerte?-digo uniendo mis manos bajo mi barbilla.
-Bueno, por como luces puedo apostar que no es algo relacionado en moda-me mira de cabeza a mis pechos, me los cubro con mis brazos- Literatura o Psicología, aunque observándote bien-toma mi plato de panqueques, le vierte miel y toma un bocado-Estas muy loca para ser psicóloga.
Lo fulminó con la mirada y cuento hasta diez. Adiós a mi desayuno tranquilo.
-Has fallado y deja de comerte mis panqueques-le arrebato el plato.
-Estas muy ricos-ríe-Bien como decía...
-¿Por qué estas estropeando mi desayuno tranquilo?-interrumpo.
Sigo comiendo pero él toma mi chocolate y bebe un poco. ¡Díganme que no ha hecho eso!
-¿No tienes dinero para cómprate tu propio desayuno que tienes que tomar del mío?-lo reprendo.
-Olvide mi billetera, te vi haciendo el ridículo cantando, me acerque a ti y ¡BAM! Desayuno gratis-sonríe- Eso contesta ambas preguntas.
-Ya me di cuenta.
-No eres una chica de café-dice devolviéndome la taza.
-Odio el café-le paso la taza-Y puedes tener el chocolate.
-¿Ya no lo quieres?-ríe y es una risa sexy.
-No, has dejado tus babas ahí.
-Te quejas de unas "babas" saludables en tu bebida pero no te quejas de las babas de quienes has besado y pueden que estén más contaminadas-vuelve a reír.
-El punto es...-digo mientras como mi último pedazo de panqueque.
-Quiero que salgas en una cita conmigo-dice y me atraganto con el panqueque. Le arrebato la taza de chocolate y bebo de ella para no atorarme.
-¿Qué?-digo sin aliento.
-Lo que oíste-dice bebiendo lo último de chocolate por el lado donde bebí. ¡Denme una bofetada o láncenme un balde de agua!
-Haré como que no vi lo que hiciste y ¿Qué dices?-lo señalo.
-Cita conmigo. Mañana a cenar en el restaurante Italiano del centro a las 8.-me pasa un pedazo de papel doblado-Te veo allí así que no faltes.
Tomo el papel, se pone de pie con elegancia y me deja sola. ¡Esperen! ¿Pero si...? ¡Buen Dios!
Desdoblo el papel y miro una letra a puño, fina y elegante escrita con la leyenda:
La reservación está a mi nombre, pregunta por el Señor Hayes.
No faltes por favor.
SH
P.D. Nada de ropa deportiva o jeans desgastados.
¿Qué? ¡No voy! Este hombre sí que esta loco, ¡Esperen! ¿Estaba pensando en ir? ¿Quién se cree para decirme que ponerme y que no? Qué se joda. No vine a Chicago para empezar así, no vine a enamorarme, no vine a tener citas. Vine a olvidarme precisamente de esas cosas, a olvidarme de como te pisan y patean el corazón hasta el cansancio.
Me levanto de la mesa y me acerco a la caja a pagar mi pedido, cuando doy el número de mesa me dicen que mi compañero ya ha pagado lo consumido. ¡Lo mato! Bueno no, al menos tuvo la decencia de pagar una comida que prácticamente el consumió. Doy las gracias y me voy a recorrer Chicago. Al menos esto me distraerá un poco que es justamente lo que estaba buscando.
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Huyendo del amor
FanfictionMe decían que era hermoso, incomparable. Un sentimiento que nunca te deja heridas, que nunca lástima a nadie pero comprendí que el amor es como un juego de ruleta. Hay que saber jugarlo... pero yo no lo supe jugar. Se supone que tantos libros me se...