Han pasado tantas cosas en tan poco tiempo, que no sabría ni por dónde empezar. Supongo que por el principio.
Los primeros recuerdos que tengo de él, son las tardes en el parque hasta que se iba el sol, por aquel entonces era la típica niña de mamá y papá, y él el típico niño torcido de familia perfecta. Puede que por eso, nuestra historia empezara unos años más tarde en la casualidad más bonita que me ha podido pasar.
"Eran apróximadamente las cinco y media de la tarde, el invierno había empezado a hacerse sitio entre las hojas caídas del otoño y sentía como el frío calaba por mis mejillas conforme caminaba a paso ligero. Siempre me había gustado pasear en las frías tardes de diciembre. De hecho, las únicas causas de mi resfriado constante eran esos paseos a media tarde.
Digamos que el lugar donde yo vivía siempre había sido un lugar tranquilo, pasadas las dos de la tarde en aquel los últimos inviernos no se escuchaba ni una mosca volar, hasta aquella tarde.
Me pareció escuchar cuatro golpes y unos gritos ahogados en un cabreo que ni yo misma soy capaz de recordar el motivo. Me aproximé hacia dónde provenían los golpes, y por pura cautela detrás de la valla que nos separaban a él y a mí a unos metros. Estaba enfadado. Hacía mucho que no sabía de él, no era capaz de mirarme a la cara y muchísimo menos de dirigirme la palabra.
-¿No te han dicho nunca que enfadado estás más feo?.- Pues enredando mis manos por la valla dije sutilmente.
Por un momento se quedó quieto, y sonrió sin mirarme a la cara. Eso me hizo pensar si realmente quería verme o seguiría intentando derribar la valla a pelotazos. Por esa razón, decidí dar la vuelta sin despedirme volviendo a casa. Supongo que las tonterías de niños se quedan en el olvido y que no pasaría de ahí. "
Aún recuerdo cómo me tiré tres días soñando con esa sonrisa. Pero lo gracioso no empezó ahí, sino justamente en mi cama, cuando menos me lo esperaba.
Pero esta vez sería diferente. Yo había dejado de ser la niña de papá y mamá, y él si antes era el hijo torcido de la familia perfecta, ahora era el tren descarrilado a 200 km/h sin frenos.
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Si sale cara, sale bien.
RomanceLa gente siempre suele decir que el amor es algo que no se puede describir. Tal vez la belleza del sentimiento es inigualable a la que una mísera y efímera palabra jamás llegará a alcanzar. Pero el papel, el bolígrafo, las palabras, sí te entienden...