A mediados de abril, descubrí de manera discreta- Paula se encargó de ello haciéndose amiga de su mejor amigo.- que había decidido quedarse en la ciudad para siempre, y fue ese momento cuando me di cuenta que si él no paraba en ninguna estación, lo haría parar yo.
"Acababa de amanecer, y yo aún estaba despierta, no precisamente por haber dormido toda la noche, sinó porque las matemáticas habían hecho un llamamiento hacia lo más profundo de mi corazón.
-¿Quieres un café? Llevas toda la noche sin pegar ojo, deberías descansar.- preguntó mi madre desde el marco de la puerta.
-A la que acabe este ejercicio, me iré a dormir, descuida- con una sonrisa logré responderle.
Me pareció escuchar el ruido de la puerta, cosa que ignoré totalmente, envolviéndome totalmente en el mundo de las integrales, pero mi madre volvió a aparecer no precisamente con churros con chocolate, diciéndome que la tortura de los exámenes había acabado para siempre, sinó con unas llaves, que me resultaban familiares.
-Estaré el día fuera, pero necesito que me hagas un pequeño favor.
-Dime.
-A la que te despiertes, en la nevera hay tres tuppers en una bolsa, baja a casa de Teresa y déjalos ahí. Pica primero, por si acaso.- me pedía mientras me abrazaba, dejándome las llaves a un lado del escritorio.
-¿Me estás pidiendo que entre a villa Sánchez sin Teresa en casa y sin un mínimo de protección hacia mi persona, como por ejemplo un antibalas?- Pues reía mientras decía con un ánimo por entrar a ese lugar inaudito.
-Los conoces desde siempre, puede que a uno más que...- Pues interrumpiéndola contesté: ¡ÉRAMOS UNOS CRÍOS!
Antes de que me diese cuenta ya se había puesto rumbo hacia la puerta de la calle diciendo con cierto sarcasmo qué entonces qué éramos ahora.
Lo que mi madre no sabía es que me acababa de dar la llave de paso a algo que llevaba pensando éstas últimas semanas.
Una vez acabé de despedirme de las matemáticas, decidí bajar, dándome igual que fueran las seis y media de la mañana, el hecho de tenerlo a mi merced ya era algo que me compensaba, a pesar de que los tuppers hubieran quedado en un segundo plano.
Bajé los cuatro pisos haciendo el ruido
mínimo, intentando que el perro del segundo no despertara a medio vecindario.Abrí la puerta, estaban todas las luces apagadas y las puertas cerradas. Logré adentrarme entre el pasillo que separaba el comedor de la cocina y las habitaciones de manera que la segunda puerta a la derecha fuera su habitación. Dejé los tuppers encima del escritorio, y me senté en el límite del colchón y el suelo observando cómo dormía plácidamente.
Estaba boca arriba, con una mano en el estómago y otra sobre la almohada, despeinado y sin camiseta. Parecía soñar con algo maravilloso, observando la media sonrisa que tenía jugaba con su pelo, cuanto más le acariciaba más se estremecía.
Despertó, me miraba fijamente y lo único que recuerdo de mi conversación con él fue 'Eres lo más bonito que pisa todo Sant Adrián. ' antes de volverse a quedar dormido.'
Fue entonces cuando me el cuenta de que nadie puede estar las 24h del día luchando contra lo que siente, fuera un tren yendo a 200km/h o un simple chico de 17 años recién cumplidos medio dormido.
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Si sale cara, sale bien.
RomanceLa gente siempre suele decir que el amor es algo que no se puede describir. Tal vez la belleza del sentimiento es inigualable a la que una mísera y efímera palabra jamás llegará a alcanzar. Pero el papel, el bolígrafo, las palabras, sí te entienden...