Capítulo 8

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Han pasado un mes desde aquella anoche, habías pagado: el alquiler, la luz, el gas y la universidad con aquel sueldo de cincuenta yenes, pero lo que contaba no era lo que Ruki te pagara, sino la propina. Recibías, aproximadamente, de cinco mil a nueve mil yenes por noche... Era más que suficiente.

Viste el reloj que yacía en la pared.

-10:00 PM- Citaste.

Terminabas de colocar tus ropas en la mochila para el tema de la noche, "Los 80".

****

Faltaban unos segundos para que salgas al escenario. Viste tu vestuario de la noche: Un conjunto negro de ropa interior, unas medias can can rotas, unos tacones de aguja negros, algunos accesorios rockeros y tu pelo conforme a la época.

De aquella antigua manera, saliste al escenario.

Los hombres, babeando, aplaudieron para darte la bienvenida.

Sonreíste, caminando hasta caño plateado, el cual te agarraste de él con tu mano derecha y colocaste tu pie derecho en la base, mientras que de fondo se escuchaba una canción de Motley Crue. Comenzaste a girar, a la vez, ibas bajando hasta llegar a estar de cuclillas. Echaste tu cabello hacia atrás, todo a corde al ritmo de la música.

Viste que un hombre mordió la punta de sus billete y lo acercó al escenario. Aunque te haya dado un poco de gracia, mantenías aquella cara de orgasmo mezclada con diversión. Fuiste gateando sensualmente hasta él, mordiste la punta otra punta del billete y lo quitaste de su boca.

Metiste el billete entre tus pechos, retrocediste unos pasos, chocando tus nalgas con el caño. Ahora, tus rodillas eran tu base.

Acariciabas tu cuerpo de manera seductora, mordías tu labio inferior y deslizabas tus dedos en tu entrepierna, por arriba de la ropa. Mientras formabas un vaivén con tu cuerpo, rozando tu trasero con el caño plateado.

Más de treinta hombres se acercaban a dejar su dinero en el escenario, otros, lo dejaban agarrado a distintas partes de tu cuerpo.

Cuando la música acabó, recogiste el dinero que estaba cerca tuyo y bajaste con una sonrisa, escuchando a los hombres aplaudir.

Uno de ellos se acercó a ti, era alto, pelado y fortachón.

-Disculpe, señorita. Trabajo como guardaespaldas de un hombre que quiere charlar con usted.- Encantada por su educación, lo seguiste hasta una esquina media oscura.

Un enorme sillón negro te indicó que esa esquina era para los hombres con mucha plata. En el sillón se hallaba un atractivo hombre de cabellos negros, tez blanca y ropa elegante.

-Buenas noches, señorita...- Su voz era grave, sus ojos estaban rodeados por maquillaje negro y sus labios con un par de piercings.

-____.- Dijiste cuando te sentaste a su lado.

-Hermoso nombre. Soy Shiroyama Yuu.- Te rodeo con su brazo, mientras buscaba algo en el bolsillo de su chaqueta.- Quería decirte cuanto me gustó tu coreografía arriba del escenario. Pero, luego, se me ocurrió expresártelo con acciones...¿Qué dices?- Dijo, a la vez que colocó un gran fajo de billetes entre tus pechos.

-¿Disculpa?- Preguntaste, alejando el brazo del hombre.

-No te hagas la inocente, ya sabes de lo que estoy hablando. Tendrás unos cuantos billetes si aceptas.- Lamió tu cachete.

-Lo lamento, pero no soy esa clase de mujer.- Te paraste y quitaste el fajo de billetes que él te había dado.- Si quiere, le devuelvo su dinero. No pienso acostarme con usted ni conservar su dinero.- Le diste su dinero.

Shiroyama rió, tomó tu mano y la arrastró hasta él, provocando que cayeras encima suyo.

-Ten este maldito dinero.- Colocó su dinero en tu trasero.- Acepta o habrá concecuencias.- Susurró en tu oído.

De un fuerte tirón, te volviste a poner de pie.

-Gracias por su dinero, pero NO me voy a tener sexo con usted ni con nadie.- Dijiste, para luego retirarte e ir al backstage.

Shiroyama tomó un trago de su Whisky, sin dejar de seguirte con aquella mirada perversa que tenía.


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