En un lugar lejano cuyo nombre y ubicación hace mucho eh olvidado, existía un enorme bosque, misterioso como ninguno y sin embargo, pocas veces temido, pues las anormalidades que allí tomaban lugar no eran vividas por muchos, pasando solo como leyendas y cuentos para asustar niños. En los bordes del bosque había una pequeña casita en la que vivían dos hermanas con orejas de conejo. La primera era dulce y tímida, gustando de vestir de rojo, mientras que su hermana era de carácter fuerte y decisiones firmes, prefiriendo vestir de color negro, fue por esta razón que su abuela les tejió amorosamente dos caperuzas con esos colores.
Sucedió un día en que las hermanas acababan de cumplir 15 años que recibieron la noticia de que su querida abuela había enfermado, razón por la cual su madre preparó pastelillos, compró medicinas y mando a sus hijas a llevar aquel valioso paquete a través del bosque, sin embargo, al encontrarse con el firme rechazo de su hija mayor a tal petición tomo a sus hijas por las caperuzas y girando rápidamente en el mismo lugar, las arrojó varios metros en dirección al bosque desde la puerta de su casita. Seguidamente arrojó una canasta con todo lo que habrían de llevar y les grito desde la puerta.
- ¡Ahora vayan y no regresen hasta que su abuela tenga lo que hay en la canasta en sus manos! ¡Y tengan cuidado con los desconocidos! - Dicho esto, cerro la puerta de un portazo. Las dos chicas resignadas optaron por hacerle caso a su progenitora, pues conocían bien el mal carácter de su madre cuando desobedecían una orden tan firme y sabían que tentar su suerte no les convenía siendo tan jóvenes, con tantas cosas que vivir aún. Caminaban tranquilamente hacía el bosque, adentrándose lentamente por la vereda, cuando repentinamente una sobra pasó a gran velocidad, causando que la hermana de la caperuza roja tropezara y cayera hacia un lado, sosteniéndose de lo primero que encontró: el brazo de su hermana. De este modo las dos hermanas cayeron juntas. Esperaron y esperaron el dolor provocado por el golpe contra el suelo, no obstante, este no llegó. En su lugar, vieron todo oscurecerse y solo se sintieron caer y caer sin hallar un final, vislumbrando en su caída muchas cosas flotar, tales como sillas, mesas, teteras, burbujas y demás objetos. La caída se prolongó tanto que la hermana mayor comenzó a aburrirse mientras que su hermana parecía divertida con la situación.
Cuando menos lo esperaban el golpe contra el suelo llegó siendo la de caperuza negra quien amortiguó el descenso de su hermana menor.
- Bájate gorda. - Recriminó caperucita negra tras recuperarse de la impresión inicial.
-Lo siento. - Dijo caperucita roja levantándose rápidamente y tendiéndole una mano a su hermana para ayudarla. - ¿Dónde estamos?
- Parece el bosque, aunque no recuerdo que los árboles estuvieran tan... retorcidos. - Dijo la mayor echando una mirada a su alrededor. Repentinamente la luna apareció y el bosque quedó en penumbras. - Qué ray...
Un golpe seco sobre la cabeza de la chica que hablaba interrumpió su exclamación, dando paso el sonido del golpe a la salida del sol para de una patada tumbar a la luna de su posición. Mientras la caperucita negra se levantaba con un gran chipote en su cabeza y maldiciendo por lo bajo a lo que fuera que le cayó, notó que su hermana menor se reía.
- No es gracioso. - Aun con molestia miró aun lado, encontrando la canasta que les diera su madre, objeto aquel que la golpeó. - ¡Ya basta! - Le gritó en tono de advertencia a su hermana y como por arte de magia una botella de leche le cayó a caperucita roja dejándola inconsciente y por consiguiente parando su interminable aunque suave risa.
- ¿Donde pastos estamos? - Se preguntó la chica desconcertada. - Esto debe ser un sueño, si seguramente.
- No, no, no. - contestó una voz desconocida.
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Caperucitas en el pais de las maravillas
RandomDos hermanas conejo vivían en el bosque tan pacíficamente como se podría esperar, sin embargo donde viven no es del todo usual. Nunca hay que dudar de las leyendas e historias de tu comunidad y eso ellas lo aprenderán.