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Las dos conejas corrían por entre los árboles sin importarles el lugar exacto, pues en ese momento su prioridad era perder a aquellos que las perseguían. Corrieron y corrieron sin rumbo asustadas hasta que finalmente llegaron a un claro. Jadeantes intentaban recuperar el aliento teniendo cuidado de no hacer mucho ruido y al mismo tiempo procuraban tener los oídos bien alerta. El silencio reinaba en ese momento, haciendo sentir a la caperucita negra un escalofrío.

- Hermana, no me gusta este lugar. - Dijo asustada la caperucita roja mientras se abrazaba a su hermana en busca de protección.

- Cálmate Rouge, todo saldrá bien. - intentó calmarla la mayor ocultando su temor para no asustar aun más a su hermana. - Por ahora continuemos, pero hay que estar muy alerta.

Dicho esto las dos hermanas comenzaron a caminar, poniendo mucha atención a los sonidos que se llegaban a escuchar. Durante un tiempo no se escuchaba un solo sonido, posteriormente el sonido de los insectos y las aves comenzó a aparecer y hacerse más intenso, lo cual les dio seguridad a las hermanas. Comenzaron a relajarse mientras los sonidos normales se hacían más fuertes y variados. Luego de unos minutos, las hermanas caminaban normalmente por una vereda. La mayor de las gemelas comenzó a decirle a su hermana que ya todo había pasado, pero notó que la de caperuza roja se había quedado muy atrás mirando al espeso bosque embelesada.

- Rouge, ¿que estas haciendo?, Debemos apresurarnos en salir de aquí antes de que algo raro vuelva a ocurrir. - Dijo mientras jalaba a su hermana, que al momento de ser jalada pareció salir de un trance.

- ¿Hermana?¿Qué pasó? - Preguntó la menor de las gemelas desconcertada.

- Dímelo tú, cuando me di cuenta estabas embobada mirando quien sabe qué dentro del bosque. - Replicó la conejita mayor.

- Lo ultimo que recuerdo fue haber visto unos hermosos ojos azules mirándonos desde lo profundo del bosque, luego todo pareció un sueño. - Explicó la chiquilla.

- Uno de estos días tu imprudencia te va a causar muchos problemas. - Le dijo su hermana con molestia.

- Pero no sucedió hoy. ¿Y la canasta que mamá te dio? - Preguntó caperucita roja mirando por todas partes.

A la caperucita negra se le heló la sangre, pues con tantas cosas se le había olvidado cargar con ella la canasta en última instancia y eso de seguro, a su madre le molestaría mucho.

- Nu-nuestras vidas valen más que esa canasta y lo que sea que haya dentro. - Dijo reuniendo todo el valor que podía en ese momento. - Sigamos, mientras más pronto salgamos de aquí, mejor.

La mayor de las hermanas inició la marcha mientra sostenía la mano de su hermana. Repentinamente el chico mapache pasó corriendo tan rápido como siempre y como la vez anterior, la hermana menor corrió tras él sin pensar en nada más.

- Pienso que tu hermana tiene deficit de atención. - Dijo una voz al lado de la chica de negra caperuza.

- Es una posibilidad. - Secundó la chica por inercia. - Un momento... - La chica miró a su lado y ahí estaba el zorro, tranquilamente parado a su lado, comiendo una zanahoria. La chica se separó de él de un salto. - No se que intentas, pero no te funcionará.

- Solo quería advertirte que si no encuentras a tu hermana, todo saldrá como él quiere. - Dijo el joven zorro.

- ¿Él? - Preguntó sin entender la chica.

- Si, el que planeo todo esto y las hace vivir tantas peripecias para diversión propia y de otros. - Explicó el zorro mientras desaparecía dejando al final sus anteojos, que desaparecieron igualmente luego de un momento.

Mientras tanto, la caperucita roja volvió a perder de vista al mapache, solo para darse cuenta que como antes, no sabía donde estaba, pero esta vez su hermana no la acompañaba. El miedo se apoderó de ella rápidamente, pero se obligó a tranquilizarse. No pudo haber corrido mucho. Trató de recordar cuando estuvo en las exploradoras y que hacer en casos así, pero luego recordó que se salió a las dos horas al descubrir que no podría comer galletas gratis. Sus orejas bajaron en señal abatida mientras se sentaba en un tronco caído.

- Buenas tardes caperucita roja, ¿Por qué estas tan abatida? - Pregunto una profunda y agradable voz. La chica miró al lugar de donde esta provenía y se encontró con unos ojos azules que parecian hipnotizarla

Caperucitas en el pais de las maravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora