III

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Mientras la caperucita negra veía a su hermana alejarse hacia el bosque y emprendía la carrera para alcanzarla, comenzó a maldecir su suerte una vez más en ese raro día. Mientras corría notaba cosas vagas en su entorno, tales como que los caminos parecían recorrer en espiral el horizonte, como si en la distancia el horizonte fuera tragado por un remolino, también alcanzó a ver, en el cielo formaciones laberínticas suspendidas que no estaban formadas de nubes al parecer. Con cada pasó lo que alguna vez estuvo tras ella se fue difuminando, diluido en el aire como una ilusión, pero esto no lo llego a percibir, pues aquella chica nunca miró atrás.

Por su parte, caperucita roja apenas lograba seguir al niño con rasgos de mapache, pues este se metía entre los árboles de forma súbita desapareciendo de la vista. De no ser por el agudo sentido del oído de la chica, la persecución habría terminado a los pocos segundos de empezar. Con todo y eso, al final el mapache aceleró su paso y desapareció al entrar en un pequeño agujero que se hallaba en la corteza de un viejo árbol. Rouge intentó entrar también, pero el hoyo resulto ser demasiado pequeño para su cuerpo. Tan estrecho era el lugar que al intentar salir descubrió horrorizada que no se podía zafar. Intentó una y mil veces, pero el resultado fue el mismo y así, con solo el trasero sobresaliendo de aquel tronco, su hermana la encontró llorando desconsolada mientras murmuraba cosas como que se moriría de hambre y luego la corteza envolvería su cuerpo ya muerto para dejar ver a todo caminante que una chica se atoró ahí, prolongando su humillación por la eternidad. La Noir la dejó llorar y lamentarse un rato más antes de hacer notar su presencia con un carraspeo.

- Siempre te he dicho que no vayas sola por lugares que no conoces. - Dijo irritada la caperucita negra.

- *snif* perdóname hermana, es que el señor mapache corría y corría y no me dejó preguntarle a donde se dirigía. *snif* y ahora me quedaré aquí para siempre mientras el tronco me envuelve y mi trasero queda como vestigio de mi humillación por la... - Comenzó su monologo la sollozante adolescente.

- Cállate de una vez. - Ordenó tajante su hermana a lo cual la menor obedeció. - No dejaré que nada de eso pase, ahora, te sacare de allí.

Dicho esto, la mayor de las gemelas comenzó a tirar de las piernas de su hermanita con fuerza mientras le gritaba al tronco que cooperara y a su hermana que sacara el aire de su pecho. Caperucita roja así lo hizo y en menos de lo que lo cuento, las dos rodaban sin control una vez más para darse nuevamente un tremendo golpe contra una piedra enorme al lado del camino. Un oso que pasaba por allí recolectando cosas en un costal las vio inconscientes al lado del camino y sin dudarlo un segundo las metió con todo y su canasta en el costal, mientras murmuraba "que basura tan rara tiran estos días, no me pagan lo suficiente para recoger estas tan extrañas" y se adentraba en el bosque a lugar incierto, del cual por cierto procedía una música de festejo.

Caperucitas en el pais de las maravillasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora