Aquella voz tras ella negó tranquilamente su afirmación. La chica de caperuza negra se giró hacia el lugar del que la voz provenía y se encontró con un joven hombre de tez clara, facciones atractiva y cabellos rojizos, mayor que ella eso sí, el cual vestía un smoking de mayordomo a la medida. Ese desconocido la miraba divertida tras unos anteojos cuadrados de lectura, mientras sonreía de medio lado.
-¿Entonces qué es? - Preguntó molesta.
- ¿Pues que más va a ser sino la realidad? - Respondió el chico en tono obvio.
- No digas tonterías, ¿cómo va a ser la realidad? - No bien dijo esto el joven estaba detrás de ella propinándole un pellizco que le dolió hasta lo más hondo de su ser. - ¡Hijo de la...!
- ¿Ahora me creé? - Fue la respuesta tranquila del hombre aquel, quien así como apareció detrás de ella, volvió a la copa del árbol dónde inicialmente se encontraba.
- ¡Baja de ahí para que te muestre mi gratitud! - Le gritó sin paciencia caperucita negra.
- Estoy muy cómodo aquí, aunque... - Al segundo siguiente estaba al lado de la hermana menor picándole un costado con un palo sacado de quien sabe donde. - No esta muerta ¿verdad? - Apenas dijo esto esquivó hábilmente a la hermana mayor, quien aun buscaba mostrarle su "gratitud" a toda costa al joven zorro. La chica intentó varias veces alcanzar al hombre frente a ella para devolverle aquel pellizco con intereses, pero fue incapaz de alcanzarlo. Después de un rato finalmente caperucita negra se cansó y desistió por el momento de sus intentos. Para ese momento su hermana comenzaba a reaccionar.
- ¿Qué es todo ese ruido Noir? - Preguntó la hermana menor mientras se desperezaba.
- ¿Estabas dormida Rouge? Yo te hacía inconsciente por el golpe. - Replicó la hermana mayor.
- Pues al principio si, pero después de un rato, con lo fresco de la hierba y el calorcito del sol mejor me quedé dormida. - Fue la contestación de la jovencita, quien hasta ese momento notó al hombre que estaba cerca de ellas. - Buenas tardes señor zorro.
- Buenas tardes señorita de rojo. - Dijo el zorro mientras hacía una leve reverencia. - ¿Su sueño fue placentero?
- Oh si, mucho, gracias por preguntar.
- De nada señorita, es lo mínima cortesía que se merece una jovencita tan bien educada como usted.
- Qué cosas dice señor zorro, me va a hacer sonrojar.
Esta conversación molesto a Noir, quien se giró hacia el hombre y lo fulminó con la mirada. Para después levantar un dedo acusador.
- Cortesía mis pantalones. - Dijo molesta. - A mi no me engañas, zorro estafador. - Por segunda ocasión el hombre apareció repentinamente tras ella y le levantó la falda del vestido que llevaba.
- Pues no trae pantalones para hacer tal afirmación, tome, le presto unos que traigo de repuesto. - Dijo extendiendole dicha prenda.
- Estas muerto. - Afirmó la chica mientras su cara se tornaba escarlata tanto por la vergüenza como por la ira que en ese momento bullían en su interior.
- Lamentablemente no puedo quedarme a jugar. - Comentó mientras esquivaba una embestida de caperucita negra. - Como pueden ver, es tarde. - Dijo mostrando un reloj de bolsillo cuyas manecillas se movía en sentido contrario. - Si me disculpan. - Apenas la última palabra salió de sus labios su cuerpo comenzó a desaparecer, para dejar en el aire solo sus anteojos que desaparecieron igualmente a los pocos segundos.
- Tenemos que salir de este lugar de locos. - Concluyó en voz alta la mayor de las hermanas.
- Yo creo que eso fue interesante. - Opinó caperucita roja. - El señor zorro es muy divertido.
- Pamplinas.
- Una última cosa les debo decir. - La voz del zorro provenía de una boca que apareció en el aire. - Si de aquí quieren salir, sigan al apresurado vecino que pronto verán correr por aquí, pero debo advertirles, no hablen con desconocidos. - Dicho eso, la boca desapareció.
A los pocos segundos un niño rubio cenizo apareció corriendo a toda velocidad. El niño vestía unos pantalones cortos con tirantes y una camisa blanca con adornos en el pecho. También cargaba un enorme reloj bajo el brazo y exclamaba sin descanso "¡es tarde, es tarde, no llego, no llego, mi cabeza va a rodar!". Tan distraído iba el niño que chocó violentamente con la hermana menor, rodando los dos hasta la hermana mayor, y tirándola también en el proceso. Ni a las quejas dio tiempo el niño, pues se levantó y siguió su camino sin prestarle atención a nada más.
- Espera un momento mapache. - Le gritó desde su posición Rouge y se levantó para emprender la carrera tras el niño, siendo seguida por su hermana, quien no podía dejar de maldecir el momento en que se levanto de la cama ese día.
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Caperucitas en el pais de las maravillas
RandomDos hermanas conejo vivían en el bosque tan pacíficamente como se podría esperar, sin embargo donde viven no es del todo usual. Nunca hay que dudar de las leyendas e historias de tu comunidad y eso ellas lo aprenderán.