Me encontraba sentada frente a la gran mesa en la que estaba la cena, intentaba escoger uno de los muchos utensilios que habían puesto frente a mí.Acerqué mi mano a un tenedor de plata pequeño y levanté la mirada encontrando a mi madre con los ojos abiertos y negando sutilmente, como si lo estuviera haciendo para si misma, al darme cuenta de eso alejé mi mano y volví a observar los cubiertos, vi uno, un tenedor con dibujos de aves tallados en el mango, más grande que el anterior, suspiré pesadamente y acerqué mi mano sin voltear a ver a mi madre.
-Estás progresando - habló ella un poco alegre, me encogí de hombros - Ahora, ve a cambiarte, tienes tu clase de ballet en una hora y necesitas hacer los calentamientos -
-Sí, madre- intente hablar lo más educada posible, cosa que funcionó porque su voz sonó más suave.
-Te quiero, hija- escuché el eco de sus tacones chocando contra el suelo, se había ido.
-Si me quisieras, no me obligarías a esto- murmuré sabiendo que no me escucharía. Ella solo prestaba atención a las cosas que le importaban y yo no era una de ellas.
Me levanté lentamente de la silla, procurando no mover el mantel. En el comedor no había nadie más, no era extraño, aquí solo vivimos mi familia y los sirvientes, no podemos tener contacto con ningún ciudadano, dicen que es peligroso. Por eso quiero hacerlo. Porque lo peligroso atrae.
Caminé hacia la puerta con la mirada baja y distraída en el diseño victoriano de la alfombra.
-Adeline- levanté la vista encontrándome con la azulada de mi hermano, todavía no sé de donde sacó esos ojos, es tan diferente a mí.
-Quítate de mi camino, Marcus -dije borde, él solo se limitó a colocar su brazo rodeando mi cuello.
-¿Por qué ese humor? Princesa- lo fulminé con la mirada ante la sola mención de esa palabra: Princesa.
-No soy una princesa - mantuve mi mirada fulminante, él sabía que todo esto me molestaba.
-Aún no, pero pronto lo serás - su sonrisa burlona se hizo presente.
-Es una injusticia... - me interrumpió.
-¿Qué cosa... Princesa? - remarcó la última palabra.
-Nuestros padres no te obligan a nada, te dejan ser libre, incluso de dejan salir de este lugar mientras que a Emily y a mí nos obligan a actuar como si fuéramos débiles -
-Eso es porque yo soy hombre-
-¿Y eso qué? , lo que están haciendo es un tipo de discriminación, se supone que la realeza no hace eso -
-Mírate, ¿Cómo quieres que te respeten si hasta suenas como una niña?- dicho eso, se alejó trotando detrás de mí, por el comedor, para llegar a la cocina.
Ni siquiera volteé. Tal vez Marcus sí tenga razón, tal vez no soy digna de lo que deseo.
Moví la mano en el aire como sacudiendo esos pensamientos y seguí mi camino. El castillo era prácticamente igual por dentro, la misma alfombra amarilla y roja cubriendo el piso de caoba, las mismas paredes marrones y de vez en cuando blancas, las mismas enormes puertas de madera en cada habitación, los mismos cuadros colgados de familiares que no son ni remotamente conocidos, y los mismos típicos adornos de ciervos y flores.
Monótono y aburrido.
Ignoré todo eso y me dirigí a mi habitación, lo único levemente diferente, quedaba en el tercer piso así que subí las escaleras caminando con cuidado por los endemoniados tacones. Joder, como duele usarlos.
Llegué descalza poco después de que me quitara los zapatos, espero que no se den cuenta. Observé a los lados, no había nadie.
Entré.
La habitación estaba pintada de color crema y blanco en el techo, al centro había una gran cama azul cielo que parecía una litera gracias al mosquitero, el espacio alrededor de la cama era de un color verde manzana, algo llamativo, pero de mi gusto. No había televisión, los libros estaban en la biblioteca del segundo piso, jamás usé juguetes aunque sabía que existían porque Emily tenía cientos de ellos. No había mucho pero para mí era simplemente como un refugio donde esconderme de toda esa mierda de la realeza.
Suspiré... La coronación iba a elaborarse en una semana, y sabiendo como era mi madre todo tendría que ser perfecto, inclusive las personas que viven fuera del castillo tendrían que estar vestidos formalmente.
El sonido de la puerta abriéndose me sacó de mis pensamientos.
-Mamá dice que ya la clase de ballet va a comenzar - avisó mi hermana pequeña, Emily, una chica de cabellera rubia que cae por sus hombros como una cascada de oro y de ojos cafés que se llegan a observar verdes.
-De acuerdo -
-No te has puesto tu traje - dijo mientras ponía los ojos en blanco, bajé mi mirada y efectivamente tenía el vestido amarillo con brillos y un cinturón dorado que lo ajustaba a mi cintura, odio el amarillo.
-Enseguida -
-¿Cómo es que vas a ser princesa? ni siquiera te recordaste de cambiarte- odiaba todo sobre la coronación, algunos decían que era perfecta para ser princesa, mientras que otros negaban y me criticaban y entre esas personas estaba mi hermana - Yo sería mejor princesa que tú - guardé silencio, sabía que era la verdad, no lo iba a negar, no sirvo para ser princesa, pero Emily si.
No pos hola, no sabemos que decir....... Adios. - lena y Drew
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Submersus
Abenteuer-Eres una chica, actúa como tal- replicó su madre por décima vez en el día. -Mamá, por favor, basta- la Chica estaba harta de escucharla -Comprende, tú serás la siguiente en tener la corona- -¿Por qué no Emily?, ella si quiere ser una- susurró...