Capítulo 4: Inteligentemente hipócrita.

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-¿Creen que este color me queda bien?,  es que no le quiero dar una mala impresión a Evan - repitió por décima sexta vez Carla,  a este punto me tironeaba los cabellos y respiraba fuertemente,  me habían hartado. 

-¡Que sí! -  chilló una,  sus voces se parecían tanto - Lo vas a enamorar y después de eso van a... - la interrumpí.

-Sí,  muy linda esta plática pero con su permiso me debo de ir - me levanté con rapidez y comencé a caminar pero me detuvieron.

-¿A donde vas? ¿Acaso a tu castillo? - remarcó la última palabra con notable interés es su voz,  volteé con lentitud.

-Sí. - sonreí con falsedad - a mi... castillo - Mary observó a sus amigas de reojo.

-Hmm... Tal vez,  podríamos ir, ¿no crees?,  ya que somos amigas.. - ¿¡es en serio!?.

-Wow,  wow.... Wow -  puse una mano deteniéndola puesto que ya había empezado a caminar en la dirección en la que me iba -Ve más despacio- la empuje con suavidad - ¿Tú,  yo... Amigas? - le apunté con mi dedo índice,  ella asintió convencida y con una sonrisa tan hipócrita que quería romperle el rostro.
Sonreí irónica.

-No... Tu y yo nunca seremos amigas,  ni aunque la única manera de salvar al mundo fuera esa... Yo nunca... Sería amiga de una persona tan hipócrita y falsa como ustedes -

-Bien... Ya veremos,  princesa -  hice caso omiso a sus palabras y me largue de ahí.

El aire era denso y lo que llevaba puesto no hacía mucho juego con el calor que había, respiré y troté hasta llegar a una calle desierta,  aun se escuchaba la música y los gritos de las personas al danzar de la plaza,  aun se escuchaba su alegría... Ellos aún no sabían lo que pasaba aquí.

Suspiré,  no sabia que hacer ni a donde ir.
Así que no tuve de otra que seguir caminando,  sentí  como un auto se aproximaba.  decidí ignorarlo... No me haría daño puesto que yo caminaba por una acera.

Creo que ignorarlo fue mi peor error.
Sentí el auto detenerse y la puerta abriéndose y cerrandose,  en aquél momento yo también me detuve.

-Adeline Payne - una voz masculina (desconocida para mi)  con cierto tono burlón se hizo presente - mejor dicho "princesa"  - rio,  yo aún estaba de
espaldas - que bueno encontrarte.  No sabes lo desesperados que estaban tus padres,  claro... No pienses que es porque te aman,  es porque si tu te vas no tendrían a quien hacerle la vida imposible,  y también estaban preocupados de a quien le podrías decir su mayor secreto. - decidí dar la vuelta,  con lentitud,  seré sincera... Tenía algo de miedo de ver a quien se encontraba allí.

<<Oh,  no... Esto es malo>>

Hable para mí misma,  al darme cuenta de que quien se encontraba ahí era un general de policía,  con al rededor de tres autos más rodeándome.  Pareciera que habían encontrado a un asesino en serie y no querían que escapara.

-Vendrás con nosotros - ordenó.

-¿Y qué si no quiero? -

-Vendrás con nosotros - repitió.

-¿Y si escapo? -

-Vendrás con nosotros... Por la fuerza - sonrió victorioso.

Nadie hablo más,  no pude hacer nada,  ya fue obvio... Me metieron a la parte trasera del vehículo. Solo rezaba para que no hubiera una de esas estúpidas músicas de comercial.

Tenía que hacer algo. Vamos Adeline, piensa, no puedes simplemente quedarte quieta y esperar a que alguien te rescate... Como a una princesa. No, no soy una princesa y no estoy dispuesta a serlo, antes muerta.

Toqué el brazo del guardia a mi lado, llevaba lentes oscuros pegados al casco y le ocultaban la mayoría del rostro, tenía la vista fija al frente aunque se dio la vuelta para mirarme.

-Señor guardia- llamé.

-¿Qué quieres?-

-Uy, que borde- di una risa chillona dándome asco a mi misma.

-Ve al grano- sonreí.

-¿Puedo ver su arma?-

-Pero por supuesto que no, como se que no vas a...-

-¿A disparar? Apenas y sé maquillarme- me costó decir eso, pero debía seguir. Solo un poco más.

-Bueno- suspiró y me pasó una Ruger 22/45, era más liviana que las espadas con las que entrenaba, lo que me hizo fácil levantarla. Sentía el viento y la suciedad atravesar la ventanilla del  auto.

El guardia me observaba tranquilo, "Pobre plástica" debe estar pensando. Apreté con fuerza la pistola y, sin pensarlo dos veces, la tiré por la ventana.

La boca del hombre se abrió tanto que tuve que contenerme para borrársela de un golpe. Puse mi mejor cara de "Tonta de mí", me encogí de hombros y me recosté en el asiento. De inmediato el guardia le gritó al conductor que parara el auto. Él pisó fuertemente el freno haciendo que me golpeara la cabeza contra la puerta... Otra vez.

Ambos se bajaron para buscar su preciada arma, dejándome sola.

Idiotas.

Corriendo como ganado para recuperar una simple pistola. Me bajé del auto tranquilamente  y miré la silueta de los dos hombres a lo lejos, casi con tristeza.

Luego corrí.

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