Nota: Para las bailarinas, no se tomen personal este capítulo. A mí también me gusta ver los bailes, solo es la perspectiva de Adeline.
Odio con toda mi alma el ballet ¿Por qué? Tengo tantas razones que se me hace imposible contarlas, pero estas son las principales: 1-) Tengo que usar vestido. 2-) Mi maestra tiene un látigo que usa si fallo. 3-) Es condenadamente doloroso.
Me encontraba en el gran salón, una de las tantas habitaciones que habían. Era grande y las paredes y el techo estaban completamente cubiertas de espejos, supongo que si me equivocaba, ella lo sabría. El suelo copiaba la madera aunque yo sabía a la perfección que no era eso, pero debo admitir que hicieron un excelente trabajo, cualquier persona extraña que pasara por ahí caería en la trampa. Tenía unos tubos de metal extendidos horizontalmente por todo el salón, y una que otra silla.
El vestido me apretaba, cuando era menor solo me mandaban a usar una especie de uniforme de licra. Pero ahora no. El corset se ceñía violentamente en mi figura (que no era mucha) ¿Como se supone que haga ballet con un corset?
-Adeline. Empecemos- dijo de pronto la Sra. Ágata, mi profesora.
-Si señorita - hice una reverencia para comenzar con mis ejercicios.
-El baile de la clase pasada, y esta vez ¡No se equivoque! - dejé de hacer los calentamientos y la miré.
-Soy un humano, me puedo equivocar-
-Es una humana, pero no se puede equivocar. ¡Será una princesa!- apreté mis manos.
-¿Y eso qué?, aun así puedo cometer errores como los demás-
-¡Usted no es como los demás!, usted tiene dinero y es hermosa, cosa que es buena- sonrió, me encantaría quitarle esa sonrisa de rostro con una patada.
-El dinero y la belleza no importan- mis nudillos se volvían blancos.
-Claro que sí, es lo más importante para definir-
-Para definir no se necesita ver la belleza ni el dinero, para definir tienes que ver lo de adentro -
-Será usted tonta, eso es lo que importa - la mujer tenía una mirada dura y fría, como si estuviéramos compitiendo por quién tiene la razón.
-No importa tu belleza, no importa tu dinero, ¿cuantas veces lo tendré que repetir? - volví a decir con un tono que irritaría hasta a la persona más decente, todo con tal de lograr mi cometido. Palpé con cuidado el bolsillo escondido en la falda del vestido y presioné el botoncito del aparato. Estaba segura de que esta vez si la tenía.
-¡Por el amor a Dios, Adeline! Haz el jodido baile- Sí, la tengo. Metí la mano en el bolsillo y la saqué mostrándole a la Sra. Ágata una pequeña grabadora, ella abrió mucho los ojos y la boca e intentó quitarme el objeto.
-Ve empacando tus cosas. Espero que hayas disfrutado tu estadía en el castillo- sonreí falsamente y salí del salón para llegar a la habitación de mis padres antes de que esa bruja me atrapara.
-Mamá - toqué la puerta.
-Adelante - la abrí - hija, deberías estar en tu clase de ballet - me miró algo sorprendida.
-Sí, quería hablarte sobre eso... -
-¡No, Adeline!. Tienes que prepararte - suspiré, eran pocas las veces en las que me escuchaba.
-No es eso, quería mostrarte algo-
-Está bien - disimuló un tono de fastidio.
-Ten- le extendí el brazo con la grabadora.
-¿Qué es eso? - preguntó.
-Solo tómala y escucha lo que pasa, yo iré a mi habitación ¿si? - ella dudó pero terminó aceptando.
-Descansa y volverás a tu clase - yo solo respondí un "ajá" y salí a paso apresurado, pues sabía a la perfección que a ella no le gustaba que le hablara así.
Caminé por los pasillos hasta llegar a mi habitación, mi refugio, todo era verde y blanco.
<< no pienso volver a ver a esa bruja, y si me ven aquí dentro me llevarán arrastrada >> pensé.
Me tiré en la cama y bufé.
- No debería estar encerrada, no soy una de esas princesas encerrada en una caja de música - dije para mí misma. Empecé a mover mi pie arriba y abajo intentando pensar en algo, como si alguien me controlara, volteé mi cabeza encontrando la gran ventana de dos puertas.
<< no puedo saltar, es un tercer piso >>
En seguida descarté la ventana, sabía que aunque usara una cuerda caería como roca al agua.
- Me arriesgaré - no, no a saltar por la ventana. Me quité mi raro y rosado traje junto con el corset y me cambié a unos pantalones grises y una camisa lamentablemente rosada. Solté mi cabello castaño dejando que callera en ondas a ambos lados de mi rostro.
Abrí la puerta y salí por ella cerrándola con lentitud para no causar algún sonido.
Bajé los tres pisos trotando y en ese momento agradecí que las zapatillas de ballet no hicieran mas ruido de lo que unas chanclas de playa podrían hacer. Me dirigí a la sala principal mirando de izquierda a derecha y viceversa hasta que se me cansó en cuello.
Escuché el grito de indignación de mi madre y el murmullo de las excusas proporcionadas por la Sra. Ágata. Sonreí y deje de trotar para bajar la velocidad.
-¿A dónde cree que va la princesa? -
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Submersus
Abenteuer-Eres una chica, actúa como tal- replicó su madre por décima vez en el día. -Mamá, por favor, basta- la Chica estaba harta de escucharla -Comprende, tú serás la siguiente en tener la corona- -¿Por qué no Emily?, ella si quiere ser una- susurró...