Capítulo 3: Escape del paraíso.

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-¿A donde cree que va la princesa? - oh no, esa voz ronca y profunda que conocía desde hace tanto tiempo. Me volteé y lo vi a él frente a mí con una sonrisa burlona en su estúpido rostro.

-A.. Emmm... Yo iba a mi... ¡Habitación! - me golpeé mentalmente pues mi habitación quedaba en dirección contraria a la que me dirigía.

-Adeline... Tu habitación está para el otro lado - ¿Me creyó?... Wow, es más tonto de lo que pensé.

-Sí, cierto - dí la vuelta y caminé mordiendo mis uñas, siempre hacía ese acto cuando me ponía nerviosa o cuando tengo uno de mis ataques de ansiedad.

Entré a la habitación y me comencé a desesperar, ¡Tenía que salir de este lugar!. Suspiré, no quería hacerlo pero no me queda otra opción.

Abrí la ventana y miré hacia abajo.

-Es muy alto - susurré para mí misma. Me devolví y observé toda la habitación en busca de algo que me ayudara hasta que lo encontré, una sábana de lana con cuadros pero no sólo una... Sino varias, tal vez unas diez, todas con diferentes diseños y telas.

Leí esto en muchos libros, puede que funcione... O tal vez caiga y muera, pero hay que intentarlo.

Amarré las sábanas fuertemente una con otra lo mejor que pude, al final me dio una soga como de doce metros o más, me mordí el labio inferior y suspiré. Esto era una decisión que probablemente me cambiaría la vida o acabaría con ella, una de dos. Calmé mi respiración intentado escuchar otro sonido pero no se oía nada. Perfecto.

-Aquí vamos- suspiré, escuchaba pasos apresurados acercándose, decidí ignorarlos.

Me acerqué con la cuerda a la ventana y tiré más de la mitad por esta, amarré la punta a la pata de la cama haciendo un nudo lo suficientemente apretado.

-Cálmate - más pasos acercándose y seguido de eso gritos desesperados diciendo mi nombre y que dejara de hacer lo que haría, pero fue tarde. Salté.

La cuerda no detuvo mi caída por completo pero ayudó en algo, antes de tocar el suelo quedé suspendida en el aire, aunque no se pudo evitar. Me golpeé la espalda y cabeza contra el pavimento, de inmediato lo supe, el nudo se había desatado o (lo que menos quería creer) lo habían desatado.

El mundo fue borroso por siete segundos pero decidí mantenerme consciente. En la ventana de mi cuarto, vi la cabellera rubia de mi hermana cubriéndole el rostro lloroso y las mejillas sonrojadas, sonreí para mis adentros, su cuerpo siempre reaccionaba así cuando se ponía triste, inevitablemente. De inmediato mi expresión cambió a una asustada, en serio estaba triste. Tomé una larga bocanada de aire y cerré los ojos un segundo, para luego abrirlos e incorporarme de una sola vez. Ignoré el dolor y corrí lejos del castillo, lejos del protocolo, lejos de mi familia. Lejos del paraíso.

Los gritos de mi madre se unieron con los de Marcus y el llanto de Emily. Volví a ignorarlo todo. Tal vez no es tan malo escapar de los problemas, tal vez la ecuación es así: Planear, huir, esconderse, atacar.

El único problema era que yo no había planeado nada, no sabía de lo que estaba huyendo, no hay lugar donde esconderse, y no tengo a quien atacar.

No sabia a donde ir, era la primera vez que salía de aquella caja de cristal en la que me encerraron desde el primer día de vida que tuve.

Así que hice lo único que pude. Correr derecho, excepto por una vez que tuve que cruzar a la derecha porque no había camino que siguiera de frente.

A mitad de mi "paseo" cuando ya sudaba, decidí dejar de correr y calmar mi paso.
Ya las personas se hacían presente, y sé porque había tantas personas, había llegado a un parque donde al parecer festejaban algo.

Sea lo que sea, habían mujeres y hombres bailando y dando saltos, niños que corrían persiguiendose y otros más pequeños que aplaudían ante la danza de sus posibles padres.

Algunas personas me veían con sorpresa, otras con alegría y algunas simplemente... No les importaba.

Decidi ignorar todas las miradas con diferentes emociones que me daba la gente y me senté en un banco de piedra pintado de blanco con tranquilidad a ver todo.

- ¿No es quien creo que es? - susurró una voz femenina para nada disimulada.

-Es la princesa - volteé y vi a tres chicas.

-Princesa - apreté mis dientes, miré a una de las chicas la cual era rubia y tenía una falsa sonrisa.

-¿si? - dije intentando ser amable, pero mi voz fue fría y cortante.

-Mi nombre es Mary - se señaló a sí misma - ella es Carla - señaló a una que tenía shorts más arriba de las rodillas... Mucho más arriba de las rodillas, una camisa con tiras y traía puesto un moño aunque aún así tenía sus cabellos pelirrojos algo alborotados. -Abby- apunto a una chica peli negra y ojos verdes, con una falda un poco más larga que los sorts, una camisa blanca con cuello en forma de "V", y unos tacones negros que podrías utilizar como arma - Y por último, ella es Sarah -una chica de la cual no me había fijado de su presencia, la cual era diferente a las demás, traía una camisa con mangas, unos jeans rasgados azules, unas botas negras con un cierre dorado y algunas pocas piedras preciosas en la parte alta, tenía el cabello ¿azul? ondulado que caía por sus hombros y terminaba cerca de su espalda baja.

Todas hicieron una reverencia menos la de cabello azul, ella solo puso los ojos en blanco y se fue caminando sin siquiera decir "adiós".

-Ella es así, discúlpala - asentí, las tres chicas restantes se sentaron sin pedir permiso y empezaron a hablar pensando que les prestaba atención, lo haría... Pero solo hablaban de maquillaje y "chicos lindos" que vieron hoy. Y... Ahora que lo pienso ¿donde dormiré estos días?.

SubmersusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora