Harry StylesLa tomo entre mis brazos y la llevo a mi habitación, la dejo suavemente sobre la cama y le quito el cabello que está en su rostro.
Le saco sus anteojos y los dejo en la mesita de noche, la miro unos minutos y puedo admirar las cosas en las que nunca me había fijado, como en sus largas pestañas, sus grandes y carnosos labios que ahora están entre abiertos.
Es realmente bonita, que lástima que ningún idiota se haya fijado en ella... Porque es hermosa.
Y más idiota aún son los que la dejaron ir cuando les confesó lo que sentía, sin duda no saben apreciar lo que se les ofrece.
Me voy a la sala y tocan la puerta, abro revelando a un ebrio Louis con una chica rubia demasiado puta por decirlo de una forma suave.
—¿Qué haces aquí?
—Sólo queremos que nos prestes una habitación... Por favor
—Olvídalo, esto no es un motel... – le cierro la puerta pero la abre y entra con la rubia.
Van directo a mi habitación, abren la puerta y se quedan los dos ahí sin avanzar.
—¿Te puedes ir Louis?
—Deberías haberlo dicho antes... –me guiña y se van.
Mis amigos a veces solían ser un poco molestos, sobre todo si hablamos de chicas. Cuando les presenté a Jess se apostaron cuanto me demoraría en llevármela a la cama, pero la verdad es que ella es mucho más especial que eso.
Es mucho más que una noche, no es como las otras que he estado... Es inocente, y haré lo posible para que nadie le quite eso.
Abro la cama y la tapo, saco unas mantas del armario con una almohada y me voy al sofá, armo una especie de cama y me acuesto ahí.
Me duermo.
«—Te ves hermosa Jess– digo.
Esta vestida con un vestido negro largó y ajustado, su cabello está recogido en un moño con rizos cayendo.
—Gracias– se sonroja.
Llegamos al aniversario de mis padres y mamá la abraza fuerte, Robin también. Nos vamos a una mesa, luego de un par de horas estamos en casa.
—Eras la más bonita de toda la fiesta...– la tomo por la cintura.
—Te amo Harry– la beso»
Despierto por un fuerte ruido y miro mi habitación, está la puerta abierta. Me levanto, voy con Jess y esta despierta.
—Buenos días –le sonrío desde la puerta.
—¿Dónde dormiste?
—En el sofá... Pensé que te sentirías incómoda si dormía aquí.
—Gracias por dejar que me quedara aquí
—¿Quieres desayunar?
—No, gracias... Sólo quiero ducharme—
me siento a los pies de cama. —No quiero ir a casa... ¿Puedo quedarme aquí?—Es broma ¿verdad?
—Si la respuesta era no deberías haberlo dicho desde el principio– se levanta de la cama y toma su bolso.
—¡Hey!¡Tranquila!— la agarro del antebrazo— Claro que puedes quedarte.
Me abraza, la rodeo con mis brazos y su cabeza queda justo en mi pecho. Se separa y va al baño con su bolso en el hombro.
****
Término de ordenar el apartamento y lo miro otra vez, en realidad le hacia demasiada falta limpiar un poco... Ahora si parece un hogar, antes parecía que en cualquier momento saldría una rata debajo de la ropa amontonada por semanas.
—¿Qué hay de desayuno?— la miro y no se cuál es mi expresión porque ella sólo levanta sus cejas.
—Tostadas, jugo de naranja y té o café...
—Que rico— se sienta.
Le sirvo, me siento junto a ella en la mesa y la miro más detalladamente, lleva un short con medias negras, sus típicas Vans y un sweter color turquesa.
—¿Por qué siempre te pones sweters?
—No lo sé, supongo que son cómodos además de no resaltar mucho mi cuerpo...
—Debería ser todo lo contrario... Eres muy bonita y creo que todos quisieran verlo...
—No te confíes tanto
Seguimos comiendo, hasta que no queda ninguna tostada y el jugo se acaba, ella levanta la loza sucia y la lavo.