Así comenzó todo.
Día uno:
Esa mañana me levanté sintiéndome hermosa, feliz. Desayuné, me vestí y me fui al instituto.
En la hora de recreo estaba comiendo un croissant cuando un chico caminó hacia mí, y dijo:
Tú, deja de comer todo lo que ves, ¿No sabes que estás gorda?. ¡Foca!.- Se comenzó a reír de mí, junto con sus amigos.
Cogí mis cosas y me fui corriendo al baño mientras mi ojos se humedecían.
Entré y me encerré en uno de los cubículos. Comencé a sentir las lágrimas a través de mi cara, y se convirtieron en un río. Salí, me limpie la cara, pero cuando estaba dispuesta a irme, me paré frente al espejo.Observé mi cuerpo por todos los ángulos posibles. Ese chico tenía razón, Estoy tan gorda que se me podría confundir con una foca.
Día dos:
Cuando me levanté por la mañana, mi madre me tenía el desayuno preparado en la mesa, pero no tenía apetito. Me tomé un vaso de leche y fui al baño. Mojé mi cara con agua fría, para despejarme. Entonces me paré para mirarme al espejo; Observé mis brazos, mi estómago, mis muslos. Estaba más gorda que ayer. En el recreo saqué mi comida, entonces vi al chico del día anterior. Mientras me miraba me levanté, fuí a una papelera y tiré el bocadillo. No tuve apetito durante todo el día.
No sé qué me pasaba, estaba un kilo más gorda que ayer. Solo comí parte del almuerzo y una manzana por la noche. Cada vez que recuerdo lo que ese chico dijo, me entran ganas de llorar, pero retengo las lágrimas, no puedo mostrar debilidad por eso.
Mi madre me pregunta que me pasa, le respondo que solo me duele el estómago. Me miro en el espejo por tercera vez en dos horas. Estoy convencida que por cada segundo que pasa, estoy más gorda.
Día tres:
Volví a tirar mi comida, como en los últimos dos días. Cuando me di la vuelta estaba aquel chico que me llamó foca. Qué, ¿tirando la comida para no engordar?.-Habló. Eso no te hará más flaca. Dijo acompañado de una risa. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero rápidamente las sequé, no lloraría enfrente de él. Me fui lejos de ese lugar. Me encerré en el baño como aquel día. De mi mochila saqué una pequeña cuchilla y me hice un corte. Y luego otro, y otro, y otro más, así sucesivamente. Mientras me cortaba, un mar de lágrimas salía de mis ojos al darme cuenta que el dolor físico no era nada comparado al dolor que sentía dentro, el dolor emocional.
ESTÁS LEYENDO
La belleza del sacrificio [LBDS1].
Historia CortaAunque hayas dejado los cortes, hayas dejado de vomitar, de llorar frente al espejo, de odiarte, de pensar en morir, siempre seguirás siendo lo que fuiste; una suicida, autolesionista, anorexica, bulimica. Porque nadie escapa de lo que es, fue el pa...