Capítulo 4.

103 15 0
                                    


Hace más de tres horas que había llegado al hospital y aún no tenía ninguna noticia de mis padres. Connor me siguió y le conté lo que el señor me había dicho por la llamada telefónica. Me sentía cansada, derrotada. Mi vista se nubló gracias a las lágrimas que amenazaban con salir y me abracé al chico antes mencionado. 

-Tranquila, todo estará bien, pequeña- Me habló al oído.

-Gracias, le contesté.

Cuando llegué pregunté en la recepción a por mis padres, la mujer que se encontraba ahí dijo que no me podía dar esa información, solamente dijo que mi padre estaba siendo operado de urgencia.

Comencé a recordar los momentos de mi infancia, cuando todo era perfecto. Se me formó esa sensación de tener un nudo en la garganta al recordar tiempos pasados, ese nudo en la garganta que te asfixia hasta morir por dentro. Me arrepentía de no haberle dicho a mis padres cuánto los amaba, me arrepentía de no haber pasado el tiempo suficiente con ellos y decirle lo importante que son para mí.

Estaba por levantarme e ir al baño, pero justo en ese momento apareció una enfermera.

-¿Familiares de Nathan y Cleim Reber?. 

Fui rápidamente donde estaba la mujer, Connor me acompañó. -Soy su hija, ¿Están bien mis padres?- Dije algo desesperada.

-Lamento decirle que el señor Nathan ha entrado en estado de coma.- Mis ojos se llenaron de lágrimas y le pregunté: 

¿Cuándo despertará?, ¿Y mi madre?.

-No sabría decirle cuando, ya que, eso depende de la respuesta física que de el paciente y el tratamiento que reciba. Lamento decirle que, su madre ha fallecido.

-No, no, por favor dígame que no es verdad, por favor...- Dije llorando.

Caí de rodillas al suelo.

Esto no podía ser posible. No. Me niego.

Sentí como alguien se ponía a mi lado. 

-Deberías descansar.

-Déjame.

-No. 

Connor me giró la cara, causando así que quedemos frente a frente. Acercó sus manos a mi rostro y secó las lágrimas de este. 

-Te llevo a casa.-, dijo en tono autoritario. Asentí con la cabeza.

Me cargó como en las películas, y salimos del lugar. Me aferré a él con fuerza y lloré en su pecho.

*

Estábamos en la sala de estar de mi casa, se hacía de noche cuando le dije a Connor que enseguida volvía y subí a mi habitación. 

De mi mesa de noche saqué un frasco de pastillas, mi cuchilla y unas vendas, entré al baño. Me tomé dos de las cápsulas que estaban en el frasco, eran tranquilizantes. 

Besé mi cuchilla y empecé a cortar mis piernas, luego mis brazos, continué con mi abdomen. Algunos me llamarían loca, pero no entenderían lo bien que se siente hacerlo, el placer que produce. Me meto a la ducha y enjuago la sangre que se resbalaba por mi cuerpo, cuando estoy lista cubro mis heridas con las vendas, envuelvo mi cuerpo en una toalla y salgo a mi cuarto. Miro mi cama y veo a Connor en ella. 

Se levanta y me dice: 

-¿Por qué tardaste tanto?. 

-Me di una ducha, ¿no ves?. 

Miró mis brazos. Me puse nerviosa, estaba en problemas. -¿Por qué tienes esas vendas en los brazos?.- Dijo serio.

-Y-yo, no es nada, solo...Tengo alergia.-Dije con los nervios a flor de piel.

-Sheyla.-Advirtió. Dime la verdad.

-No tengo escapatoria, ¿verdad?.

-No, no la tienes.

Pensé que le podría decir, no se me ocurría nada. 

-Hmh, estoy pasando por un momento difícil, lo sabes, ¿no?.- Asintió con la cabeza. 

-Tenía rabia por todo, así que rompí mi espejo del baño y pedazos de él cayeron a mis brazos y me hice heridas.- Espero y me crea.

-A mí no me engañas.

Me tomó con delicadeza por la cintura y me llevó a la cama, me sentó junto a él. 

Besó mis dos muñecas, no me esperaba ese gesto de él. Quitó las vendas de mis brazos y me miró a los ojos. 

- Por favor no lo hagas más. -Bajé mi cabeza avergonzada y miré mis brazos. Me cogió la cara con sus dos manos y me hizo mirarle a los ojos. Mis lágrimas no tardaron en llegar. Me besó en los labios y yo le correspondí, a su lado me sentía segura. Nos separamos por la falta de aire.

 -¿Me prometes que no te seguirás haciendo daño?.

-Y-yo no te puedo prometer eso, perdón.-Dije sollozando.

¿Cómo es posible que en tan poco tiempo pueda causar tantas cosas es mí?

Nunca pensé que un chico se fijaría en mí. Soy un desastre.

-Para mí eres perfecta.

-¿Ah?.-, al parecer pensé en voz alta.- Y-yo...

No me dejó terminar cuando nuevamente selló nuestros labios con un tierno beso. 

-Te quiero-, dijo separándose de mí. 

-Nos conocemos hace a penas tres días. No puedes quererme. No sabes nada de mí.

*********************************************

La belleza del sacrificio [LBDS1]. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora