Capítulo Segundo.

38 2 0
                                    



Estuvimos unos minutos dentro de la camioneta las tres, tratando de relajarnos y ponernos al tanto de lo que iba a pasar. Era un tiempo para la familia, eso lo teníamos claro. Rosalía ya estaba impaciente por bajar y saludar a mi abuela. Esperaba que mi abuela no se le ocurriera... Demasiado tarde. Como todos los años ella nos recibe igual. En el gran umbral del hotel nos esperaban la gran mayoría de los empleados, quienes ya tenían tiempo de conocernos y los que no también... Era tan vergonzoso llegar y que te recibieran así, sin pensar en que estarían diciendo los demás huéspedes de hotel.

-Querida, quiero pasarla bien estas vacaciones con ustedes. Son lo más importante para mí, mi familia. – Me dijo mi madre con profundo sentimiento.

-Claro que la pasaremos bien, eso sin duda. Como siempre. – Le dije y tomé su mano. – Bebé ¿estas lista? – me volteé hacia Rosalía y asintió. Bajamos y todos los empleados nos miraban con una sonrisa de oreja a oreja. ¡Vaya! Cerramos las puertas y mamá tomó en sus brazos a mi hermana y comenzamos a caminar hacia el gran umbral con una sonrisa algo forzada. Y ahí estaba la abuela, mi abuela.

-Thelman, Sandro, ayuden con el equipaje de las señoritas, habitación 611. – ''Sí, señora'' respondieron los dos empleados en seguida. Ella como siempre imponiendo autoridad.

-¡Elisa! Qué gusto verlas de nuevo... Mira que bien te ves- Dijo mi abuela.

-¡Gracias, Margaret! –Respondió mi madre agradecida mientras pasaba a Rosalía a brazos de la abuela. Se acercó a saludarme de beso en la mejilla haciéndome al igual cientos de cumplidos. Yo sólo sonreí.

-Perfecto... solo faltan los dos hombres de la casa. – Asentimos mi madre y yo.

-Aún tengo que hablar bien con Jacob, ya sabes, él dice que llegará pero no dice cuándo...-

-Ay, mi hijo. Siempre así, déjalo. Pónganse cómodas y ya veremos cuando llegue. –

-Elisa, Ana. Sus cosas estarán en la habitación 611, décimo piso de lado izquierdo para cualquier cosa que necesiten. – Y la abuela regreso a sus cosas. Era medio día. El sol estaba en todo su esplendor y ya se hacia notar. Subimos a la habitación y tomamos un respiro. Esta habitación no era como la de los años pasados, tenia mas decoración, un comedor inmenso y recamaras al igual. El aire acondicionado nos refrescaba,  parecía el cielo aquí dentro. Salimos al balcón y era hermosa la vista, como siempre... El mar, la arena, los paisajes más hermosos que sin duda vería en mi vida... Empezamos a sacar la ropa y prendas de las maletas y acomodábamos estas en sus lugares respectivos de la habitación. Entró una mucama que dejo varias cosas entre ellas las toallas y algunos utensilios para cocina.

Mi madre lista con Rosalía ya en su traje de baño y en brazos salieron de la habitación.

-Necesito hablar con tu padre por celular, estaremos en la piscina, abajo. –

-Bien- respondí apenas. Me quede sola en la gran cama que me correspondía. Todas mis cosas ya estaban listas y en orden, como siempre me gustan que estén. De pronto, mi vista se fue. Eran una manos suaves y delicadas que estaban sobre mis ojos... Empecé a recorrer aquellas manos y brazos hasta dar con la persona.

-¡Eva! – Dije y ella soltó carcajadas de emoción.

¡Que bueno que aun me reconozcas!- me dijo mi amiga.

Eva era la recepcionista del hotel, muy amiga mía desde que tengo viniendo cada año a este lugar. Mi cómplice en cosas de mujeres y todo lo que se nos ocurriera hacer. Me superaba por unos cuantos años de edad, pero nos entendíamos bien, quizá eso fue el éxito de nuestra gran amistad.

-Tenemos tanto de que hablar... No te imaginas todo lo que ha pasado. – me dijo haciendo énfasis en la palabra ''todo''.

-¡Perfecto, Eva! Habrá tiempo de sobra...-

-Sí, y hay que aprovecharlo, tengo que presentarte a alguien... - Dijo y me tomo por el brazo casi arrastrándome hasta el elevador para bajar a recepción.

Llegamos al lobby y nos dirijamos al lugar de Eva, . Cada carpeta en su lugar y cada hoja en su respectivo espacio,como debía ser. –Espera aquí- y Eva entró por una puerta, ésta daba al área de oficinas. Yo contemplaba los cambios que había en aquel lugar, un enorme lobby decorado con demasiadas plantas y pinturas que le daba ese tono acogedor. Los muebles de que tenían buen juego el uno con el otro. También observaba a empelados y demás clientes del hotel hacer sus actividades.

Vi a Eva salir del área de oficinas acompañada de un joven, quizá de mi edad o un poco más grande, apuesto y de buen ver, con una sonrisa muy llamativa.

-Él es Noah, estará cubriéndome en el turno vespertino. – Eva y Noah me miraba, Eva con su sonrisa de oreja o oreja y Noah con cara de impresión y nerviosismo a la vez. Ella lo sujetaba del brazo de una manera algo comprometedora.

-Hola.. soy Noah, el recepcionista...- Me dijo dándome la mano y plantándome un discreto beso en la mejilla.

-Mucho gusto.- le dije con una sonrisa.

-Tranquilo, cariño. Ella no es como la señora, nada que ver. – Habló mi amiga. ¿Era acaso mi abuela tan estricta? -Bueno, lo tendrás aquí por las tardes trabajando y por las mañanas capacitándose. - dijo Eva.

En medio de nuestra platica de presentación otro chico se acercaba poco a poco hacia nosotros y miraba a Eva de forma tranquila. A Noah se le desaparecía la sonrisa del rostro. Ricardo, el chico pasó por un lado de mí y tomo su tarjeta de empleado y lo paso por el checador y después coloco su dedo en el lector haciendo un ''BIP''. Después se acerco a nosotros.

-Hola, Ricardo. – saludo Eva.

-Hola chicas, hola Noah...- Noah parecía no respirar, y desviaba la mirada hacia los documentos que había en el escritorio que estaba a un lado de nosotros. 

-Ricardo... ella es Ana, nieta de la señora Margaret. – Me miro y abrió un poco los ojos en señal de sorpresa.

-Mucho gusto... ¿Así que la famosa Ana eres tú? – Sostuvo mi mano calurosamente  y reí levemente sin decir nada. 

-Ricardo es el mesero en el área del bar de la playa, lleva aquí trabajando un par de meses. – me aclaró Eva.

-¿Ya terminas? – pregunto Noah.

-Sí, es todo por hoy, tengo unas cosas por hacer en casa- Dijo, nos miro y se despidió, se marchó con dos compañeros más que lo esperaban en el umbral del lobby.

Wow, es muuuuy atractivo...- pude apenas decir. 

-Bueno, y no es el único ¿Verdad Noah?- preguntó Eva.

-Prefiero no contestar eso...- dijo él y los tres reímos.     

-Chicas aún tengo papeles dentro por terminar, las veo después. Un gusto, Ana-

-Igual, suerte.- respondí y Noah cruzó la puerta de donde había salido. 

-¿Te apetece tomar algo conmigo antes de acabar mi turno? – pregunto mi amiga.

-Claro... pero el escritorio, ¿no tienes que esta aquí? – respondí.

-No, están los chicos dentro, ellos me avisaran cualquier cosa que se presente. –

Salimos y pasamos el área de piscinas donde están mamá y Rosalía. Y también varias personas más. Del lado derecho estaba el restaurante y a escasos metros la arena. Y por ahí el bar. Entramos y pedimos algo tranquilo para pasar el rato que le quedaba a mi amiga.













Una Estancia Inolvidable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora