Capítulo Sexto.

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Después de que me dieran repentinamente mi nuevo puesto de trabajo, tuve que recapacitar todo lo que acababa de ocurrir. Mi madre, literalmente me expuso a esto. Me las pagaría.

Todo mundo regreso a sus actividades del día. Iban a ser casi medio día. Subí a mi habitación a lo que iba. Mi celular, la pantalla estaba repleto de notificaciones de mis redes sociales. Pensaba que había sido por las fotografías que publiqué ayer en un momento de ocio. Recordé que Sebastían me esperaba a desayunar en el restaurante y me apresuré.

Acabando el desayuno, mi hermano y yo quedamos observando el paisaje de la arena, sentados en las sillas del restaurant con las manos sobre el abdomen en señal de que ya estábamos muy satisfechos.

-El omelette estuvo delicioso... No cabe duda de que mi abuela tiene los mejores chefs de la bahía.- dijo Sebastían.

-Todo siempre está muy rico...- me limite a contestar, aún debatiendo en mi mente mi situación con el inesperado trabajo.

-Ohhh... en cierto, eres la nueva trabajadora de la abuela- se echo a reír- Ahora resulta que el negocio sí es familiar- finalizó.

- Es algo que aún me cuesta entender.-

- ¿Sabes?, tiene sus ventajas, quizá puedas hacer cambios en este lugar...-

­ - Sebastían, soy la nueva encargada del departamento de recursos humanos del hotel, ¿sabes lo que implica eso? Son cientos y cientos de trabajadores, es una responsabilidad muy grande.- dije.

-No me vengas con tus platicas de administración y todo ese rollo que estudias.-

- Es la verdad.-

- Sí y es genial.

- Si tú lo dices, ya quisiera verte en mi lugar...- Dije y Sebastián rió.

- Pero mira, la realidad es que no es así.-dijo y me miro orgulloso. Lo fulmine con la mirada.

Llego una chica, algo delgada, morena y bien peinada con su correspondiente cola de caballo. Era una mesera del lugar. Nos interrumpió.

-¿Les puedo ofrecer algo más?- dijo la chica. La miré y después a Sebastían quien ya empezaba a examinar a la empleada.

-No, hermosa, estamos bien... Más que bien, contigo aquí.- Dijo él. La chica se puso roja de instante. Y yo incrédula lo mire furiosa, no porque estén coqueteando, si no por su imprudencia.

- Es todo, puedes levantar esto...- me limite a decir.

-Bien...- respondió ella y recogió la mesa. Se retiro y volvimos a estar solos.

-Quizá la primera indicación en mi cargo será que las y los empleados no coqueteen con los clientes... dije levantándome de mi lugar. Mi hermano me miro con recelo.

-Haz lo que se te pegue en gana...- Reí.

- No estaría mal.- dije esturando mis brazos y se me vino a la mente Iván, ése hermoso Adonis de la playa.- Bueno, tengo que ponerme al día. Te dejo.-

Me despedí de mi hermano que se había quedado en la mesa del restaurant. Me dirigía a las oficinas y pero antes llegue al bar y pedí una gran limonada, encargue que cuando estuviera lista la dejaran en recepción a mi nombre. Ya en la oficina de RH estaba a la espera de que Laura la contadora, llegara para que me explicara los modos de trabajo y me pusiera al día. No tardaría mucho, así que me puse a examinar la oficina.

Era grande, se ubicaba a de tras de recepción y a un lado de la oficina de administración. Y lo mejor es que la vista de la ventana más grande daba a la piscina principal. Contaba con su aire artificial, su gran escritorio un poco desorganizado. Una Tv de cuarenta pulgadas colocada en la pared con cámaras captando cada lugar en donde los empleados realizaban sus actividades, mesas de trabajo en las cuales había cientos de carpetas ordenadas por orden alfabético, y de varios colores dependiendo el departamento de trabajo, limpieza, mantenimiento, hotelería, contabilidad, administración, etcétera. Al igual la oficina estaba decorada con retratos de la familia de Gloria, la titular de este puesto. Tenía muy buen gusto, si todo saldría bien, me encantaría trabajar aquí. Me senté en la silla de aquel gran escritorio con cuidado de no hacer más desorden del que ya estaba. Prendí el equipo de cómputo que no tardo en arrancar. Pero en ese justo momento, entró Laura.

-Ana, querida, que bueno que estas aquí. Te estaba buscando... Tengo que ponerte al día muy rápido.- Laura parecía algo estresada. Se acerco a mí hizo que me levantara del lugar para que ella pudiera sentarse.

- Bien, esto sencillo. Primeramente. La hora de entrada es algo relativo. Segundo, cada empleado tiene su código de registro y su carpeta correspondiente- señaló la mesa de las carpetas de colores.- En esta computadora te mostrara la hora de entrada y salida de cada uno de ellos, sólo basta con poner el código. Tercero, al final del día tendrás que revisar esta plataforma y por cada falta que tenga el empleado sin justificar se levantará un acta y se anexará a la carpeta de color correspondiente. A las cuatro faltas, se da de baja el código y se liquida al trabajador.- dijo siendo muy rápida. –Querida es fácil, sólo hay que ser atentos.... Ah, y otra cosa. Recuerda que al cliente, siempre lo que pida, ¿va?- Yo asentí.

-Perfecto, entonces suerte con el día de hoy, recuerda checar la plataforma y al día siguiente levantar actas.-

-Sí. Respondí.-

-Bien, nena, hasta mañana. Me dijo, se levanto y abrió lo puerta de la oficina.

-¿Laura?- Dije apenas iba a cruzar la puesta para salir.

-¿Dime?-

-Ya checaste tu salida...- pregunte con sarcasmo y las dos reímos. Ella salió. Era obvio que ella trabajaba aquí por confianza con mi abuela y que jamás se preocuparía por checar sus entradas y salidas. Y claro... con su buena paga a la semana. Todo estaba en orden y había entendido todo.

Algo dentro de mi me decía que indagara en esa plataforma, claro estaba para ver el estado de cada trabajador. Y en seguida, apareció Iván en mi mente. ¿Cómo es él en cuestiones laborales? ¿Tendrá la misma actitud en todos lados? ¿Tendrá actas por su mal comportamiento? Bueno, creo que era hora se saberlo. Solo que... Iván ¿qué? No sabía su apellido, solo el nombre. Pensé quien sabría aquel dato, pero la persona que quizá supiera eso no ha llegado, Eva. Pensé de más y Noah, quizá también sepa.

Me dirigí a la puerta para pasar a recepción y efectivamente ahí estaba Noah, tan serio y educado, leyendo una revista de literaturas. Me miró apenas me acerque a él.

-Hola- me saludo de buena manera con una sonrisa de oreja a oreja. Noah se encontraba bien, le pregunté sobre Eva y ella ya había llegado solo que estaba resolviendo unos inconveniente en administración. Esperaba y mi pregunta pensada no levantara sospechas.

-Oye, Noah, ¿de casualidad tú no sabes el apellido de los chicos del bar? ... ¿Sí los conoces?- pregunte.

-Sí, claro, siempre dejan sus tarjetones por aquí.-

-Emmm, pero solo me hacen falta dos... un tal Iván y Ricardo.-

-Sí, acá los tengo.- dijo indagando en algunos papeles. Justo en ese momento ese rostro familiar apareció. Era Ricardo con la gran limonada que yo había pedido tiempo atrás. Dejo la bebida en la mesa de recepción y Noah, al percatarse se puso de pie de golpe, pareciendo tomate. Me coloque mas cerca de él. Y no despegábamos los ojos de aquel hombre. Sí, algo guapo que era.

-Limonada para la señorita Lambre...- dijo mirando a Noah.

-Sí... soy yo.- dije de prisa.

-Bien, pues aquí esta.-

-Gracias-

-Para servir...- y dicho esto miro a Noah y se retiro. Tomé mi limonada y comencé a beber. Y yo seguía observando como el rubio lidiaba con los papeles. Después de varios minutos... listo.

-Es Iván...- lo interrumpí.

-Anótalo en alguna hoja, por favor.- y lo anotó le di las gracias y volví a mi oficina.

Bien... me puse en la computadora, ingrese su código. 2-77789-90 y ¡PUM! Ahí estaba. Hermoso como todas las veces que lo había visto.

Iván A.  Gambandé. 23 años. 1.85, tal dirección, tal colonia, tal numero móvil y fijo... Movil, e tc..... Estudiante de Biología Marina. Empleado hace cinco y medio meses.

Bueno, parece buen partido, buen chico, ¿Por qué será así? No había ni un acta para él. Nada de nada... En eso mi celular suena, era mi padre.

Él, mi madre y Ros habían salido a la cuidad, regresarían tarde al hotel, y no nos querían fuera de este. Ni a Sebastían ni a mi.


Una Estancia Inolvidable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora