Capítulo Quinto.

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Este chico era un Adonis... Un perfecto Adonis. Sus ojos eran dos hermosas canicas verdes inundados de ese brillo sensacional. Su mandíbula perfecta y su barba de pocos días hacían que tu mirada se perdiera. Vestía una camisa sin mangas haciendo que sus perfectos brazos relucieran. Portaba un short color marrón con la leyenda de ''salvavidas'' en el. Mis ideas y comentarios dentro de mi cabeza tenían que parar...

-Hey, ¿si me escuchaste? – me pregunto buscando mi mirada que estaba perdida en el.

-Disculpa...- apenas respondí.

- Chica, estoy trabajando... Puedes no estar estorbando mi vista, por favor...- me dijo en un tono de mala gana, alterado. A lo lejos Ricardo le gritó y el perfecto Adonis se apartó de mi vista. Era un grosero, patán de lo peor... pero era hermoso. Trataba de retomar conciencia de lo que pasaba y trate de localizar a Ros. Yacía mas lejos de donde estaba yo... Eso estaba mal. Avancé y le llame la atención diciéndole que ella por ninguna razón debe ir solo a ningún lado, me asintió algo triste. Yo siempre me sobrepasaba en los regaños, y si se sumamos mi tono de voz y carácter, supongo que a ella le daba temor que me pusiera así.

...

Escuche mi nombre a lo lejos, una y otra vez... volteé y era nada mas y nada menos que Sabastían, mi hermano. Cargué a Ros y caminamos a paso veloz hacía él. Ricardo y el Adonis perfecto seguían platicando y mientras yo caminaba hacia Sebastían, el Adonis negaba con la cabeza baja y Ricardo reía viéndome.

-¡Hola, mi bebé!- Sebastían abrió sus brazos y le pasé a Ros mientras él la recibía con pequeños besos en el brazo. Ya eran pasadas de las seis, el sol empezaba a desaparecer.

-¿Y papá?- pregunté.

- Subió a la habitación.-

-Perfecto, estaré arriba con ellos-

-¿Mamá esta arriba también?- asentí y subimos.

Llegamos a la habitación y los dos esposos estaban sentados cómodamente en el sofá hablando en voz baja. Papá al ver a Ros en brazos de Sebastían la tomo y empezó a mimarla. Sebastían beso a mamá en la mejilla y después tomó sus maletas y se fue a su respectiva recamara. Mi mirada se concentro en el balcón y mi mente en el Adonis. Corrí y trate de enfocar bien mi vista a la arena, pero ya no había casi nadie. El sol ya no daba aquella luz que se necesitaba para reconocer a alguien. Pero... lo vi caminando directo al lobby. Supuse que era ya su hora de salida. Su caminado era simplemente perfecto, movía sus músculos con aquella tranquilidad y gracia. Ese... Quizá sea el chico que tanto me decía Kila, ese chico bronceado y guapo, perfecto.

Sentí pasos de tras mio, era Sebastían.

-Hermana, iré a la piscina ¿me acompañas?-

-Ya es tarde, ¿sabes? Quizá después...-

- Como quieras...- y se dio la vuelta para irse. Pensé bien las cosas, quizá lo alcazaba a ver por ultima vez esta noche, quizá y me pedía algún tipo de disculpa. Y aparte, yo necesitaba divertirme un tiempo con Sebastían. No tenia a nadie mas con quien pasarla bien. Recapacite y le grite a mi hermano que me esperara en lo que me colocaba el bikini negro. Bajamos...

En el lobby había alrededor de diez personas y la mayoría de estas eran empleados, terminando sus turnos. Y ahí estaba él con su tarjeton en la mano hablando con otra chica empleada. Pasamos junto a ellos, y justo en ese momento nuestras miradas se encontraron... Algo nerviosa y tímida ante esos ojos hermosos hicieron que bajara la mirada hasta perderle de vista. No supe mas de él. Escogimos la piscina mas grande que había, dentro había un par de parejas disfrutando ya el ocaso y pocos niños siendo llamados por sus madres para irse. Nos metimos a la piscina, ya dentro el agua estaba relajante algo caliente pero eso ayudaba a relajar los tensionados músculos. Era una vista espectacular desde ese lugar, por un lado el gran hotel decorado con las luces y por otro el sol a punto de meterse, algo hermoso de apreciar. Las siguientes dos horas fueron de platica con mi hermano y de movernos de puntos en puntos por la gigantesca piscina. 

Una Estancia Inolvidable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora