Capítulo 3

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Hoy

Era sabado por la mañana y ya sentía que me agarraba claustrofobia. Hacía dos días que había llegado y ya no lo soportaba más. Me sentía sola. No era como si no me sintiera sola cuando estaba en la casa de mis padres, desde la muerte de Brook me había alejado de todos, pero por lo menos en la casa de mis padres siempre había alguien: el jardinero, la mucama, las cocineras.

Y la soledad no hacía mas que empeorar la situación. Las pesadillas eran una constante en mi vida desde el accidente, pero desde que me había mudado se habían vuelto peores, se sentían mas reales en cierto modo.
Me estaba desmoronando. Era como una gran hilera de dominos, tirabas uno y se caían todos.

Así que decidí que no haría toda esa mierda de la chica depresiva. Esa no era yo. Savannah Rose no se venía abajo.

Tomé mi bolso y tomé la pequeña pastilla blanca. Luego de la muerte de Brook, mi psiquiatra me había dado antidepresivos por si acaso. Nunca pensé que llegaría a necesitarlos, pero estaba arta de sentirme como la mierda. Trague la pastilla y salí del apartamento. Tomar aire fresco me haría bien.

Si te alejabas unas cuadras de mi casa, la verdad es que el centro era bastante bonito. Recorrí las calles viendo todas las vidrieras.

Luego de dos horas de hacer compras me dirigí a una cafetería, moría de hambre. Literalmente. No había desayunado nada y ya eran las tres de la tarde. Era una costumbre, mi madre solía decirme "para ser bella hay que sufrir" y supongo que eso hice. A partir de los quince años había dejado de comer el desayuno y trataba de comer menos de setecientas calorías por día.

Me senté en una mesa junto a la ventana donde se podían ver a los autos y la gente circular. El lugar era antiguo pero muy bonito y bien mantenido.

- Tu otra vez? Esque me estas acosando?

No hiso falta que me diera vuelta para reconocer de quien provenía esa voz.

- Y tu que haces aquí?- pregunté. De todos los restaurantes, bares y cafeterías que habían, EL tenía que trabajar en la que yo estaba?

- Bueno, yo trabajo aquí - dijo mi vecino mirandome como si fuera estupida y señalando su uniforme, el cual consistía en unos jeans negros, una camiseta blanca y un delantal negro atado en sus caderas. - vas a ordenar o solo te vas a quedar todo el día mirandome?

- No hay otro camarero o alguien que me pueda atender?- pregunté, aunque me encantaría que fuera el, no podía soportarlo.

- Puedo llamar a Susan si quieres.-

- Eso sería genial- no pude evitar sentir un poquito de decepcion en mi interior.

- Pero está en su descanso, asi que tendras que esperar unos...- miró su reloj- cuarenta minutos aproximadamente, talvez mas- dijo dandome su intento de sonrisa de disculpa. El maldito se divertía.
Suspiré rendida. Iba a tener que lidiar con el y su actitud.

- Bien. Quiero unos huevos revueltos, tocino, una hamburguesa y papas fritas. Junto con un jugo de naranja.-

- Vas a comer todo eso?- preguntó levantando una ceja.

- Si.- respondí. Estaba cansada y hambrienta, y ya me sentía bastante mal por estar pidiendo tanta comida como para que el me hiciera sentir peor.

- Esta bien. Es solo que no pareces de esa clase de chicas.

- De que hablas?

- De que eres la clase de chica que vive a base de pasto y lechuga.-

- Solo trae mi comida, quieres?- dije mientras que sacaba mi iphone de mi bolso.

- Esta bien, tranquila.- dijo y se fué a preparar mi orden.

Quince minutos despues, regresó con lo que pedí. Lo ignoré mientras que ponía los platos en la mesa aunque podía sentir su mirada fija en mi. Cuando por fin terminó y se alejó recibí un mensaje de mi madre.

Tenemos que hablar.

-Mierda.-
Esto no era nada bueno. Lidiaría con ella cuando llegara al apartamento. Ahora lo único que importaba eran yo y mi hamburguesa.

- Estas bien?- preguntó mi vecino/camarero de repente, haciendome brincar y tirar mi celular del susto.

- Mierda!-

- Tienes una boca muy sucia, alguna vez te lo han dicho?- me miró divertido.

- Es que me asustaste.- dije medio gruñendo.

Se encontraba sentado en frente mio y llevaba un plato con algo que parecía ser una mezcla de pastel, helado y crema decorado con chispas de distintos colores y formas. Parecía haber sido hecho por un niño de cinco años.

- Disculpa pero, que estas haciendo?

- Almorzando.-

- Si de eso me doy cuenta, pero esta es mi mesa.- dije enfatizando el mi.

- Si lo se, pero ya que rompiste mi ventana lo menos que puedes hacer es almorzar conmigo.

- Le pagué al conserje para que la arreglará.- dije mientras que comía un bocado de mi hamburguesa.

- Pero eso no quita que la hayas roto.- señaló.

- Bien puedes quedarte con la mesa, comeré mi comida en mi apartamento.- y comencé a tomar mi bolso.

- Vamos Sav, solo almorzaremos juntos, como los vecinos normales hacen.

Me quedé petrificada al oír mi nombre. Me conocía? Como era posible? Sabía por qué estaba aquí? Me había alejado de mi hogar para empezar de nuevo, y ahora alguien que conocía mi pasado estaba aquí?

- Cómo sabes mi nombre?- apenas podía hablar. Sentía como la bilis subía a mi garganta y traté de no vomitar lo poco que había comido.

- Es una larga historia.-


The Other Part Of MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora