Preludio: Adverin el Rey Blanco

66 4 0
                                    

Lodes

El reino más próspero aloja las mayores riquezas en minas de oro y diamantes, sus extensas tierras de cultivo son fértiles y abarcan más allá que las de cualquier otro reino. Su castillo blanco de mármol y oro puro no se compara con ningún otro existente en todo Arguedón. Trescientas habitaciones de lujo espectacular, una colosal cocina y una inigualable sala real, sin olvidar el majestuoso salón de festividades. Unas catacumbas de torturas como ninguna, de gritos y horrores innombrables, utilizadas bajo órdenes estrictas del Rey Blanco. Veinticuatro torres custodian el gran castillo, otras trecientas atalayas vigilan las grandes y espesas murallas del reino de gran fulgor y codicia.

Tan cerca de todo recurso, un barranco al este, un lago al oeste, un enorme bosque al sur y al norte las montañas y cordilleras de Vereneo.

Su máximo Rey es...

Adverin Alasthor I, también llamado el Rey Blanco.

Un hombre de gran altura, más de 195 centímetros, cabello rubio cenizo muy claro, por debajo de los hombros, con un fino copete arremolinado; enormes ojos grises claros y cansados, con hundidas ojeras. Marcadas y prominentes cejas castañas. Carece de barba «debido a que se afeita todos los días», pero no de bigote, también castaño claro; rostro tosco casi cuadrado; manos gruesas, rudas y callosas por el uso de su amada espada.

Ningún otro rey ha existido como él, justo y enriquecedor de su pueblo.

Adverin es un hombre digno de admirar; de todos los monarcas que han gobernado el reino Lodes, ha sido el más honorable y sabio; sus súbditos siempre viven en suma abundancia, sin crímenes, sin preocupación alguna, en absoluta paz y tranquilidad.

Bajo su reinado Lodes es un lugar próspero, alegre y despreocupado, en cuyas fiestas palaciegas jamás se desprecia a un habitante, porque su rey se debe a su pueblo.

Maravillosos banquetes se preparan en este hermosísimo salón de festividades, que posee largas y extendidas mesas con infinidad de alimentos. Incontables sillones de madera y barricas completas con delicioso vino fermentado de uva blanca, cosechada en sus propios viñedos. Muy pronto un evento muy importante se llevará a cabo en este lugar de alegría: el año nuevo.

Sin duda, Adverin es un rey muy justo. Todos y cada uno de sus habitantes son de suma importancia por su pequeña o gran aportación. Adverin suele decir: "En realidad vosotros sois el reino, pues sin vosotros no habría nada".

Siendo sus habitantes tan felices jamás se atreverían a abandonar Lodes; dentro lo tienen todo y ningún otro rey ha existido como Adverin, o al menos eso es lo que él quiere que crean, porque hasta el más justo puede ser corrompido y guardar los más recónditos secretos de sus verdaderas aficiones. Adverin, el esposo devoto y ejemplo a seguir para su hijo Exael Alasthor II.

Adverin, un hombre de conducta intachable, el rey más cercano a la perfección, perfectamente corrupto.

En una helada tarde de invierno...

Adverin se dirige, recto y orgulloso entre su pueblo, enaltecido por sus seguidores, soberbió en cada paso. Es seguido por sus fieles escoltas de gran poderío y fuerza. Viste un grueso abrigo de piel de jaguar negro, el fiero animal emblema del hogar, la mejor piel para climas invernales ganada en una batalla de humano contra jaguar. Se muestra sabio, prudente y honesto ante sus súbditos. El real embustero camina entre su pueblo.

Se regocija en su incrédula sonrisa, tan falsa como la lengua bífida de una serpiente. Su recorrido por el reino concluye al llegar a los aposentos de su amado hijo, único heredero. Adverin entra sin permiso a la habitación, como siempre lo ha hecho; la puerta se cierra después de su entrada. Sus guardias quedan en el umbral resguardándolo de cualquier peligro.

Saga: Leyendas De Espadas. Libro 1: Alasthor, el Príncipe MalditoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora