Capitulo dos.

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Ya era lunes. Seis y treinta de la mañana, y yo estaba lista para salir al trabajo, tenía puesto mi uniforme; un vestido justo cinco centímetros arriba de la rodilla, la camisa blanca y lo que sería el jumper era gris, lo usaba con zapatos negros y medias del mismo color del jumper hasta las canillas. 

Ese uniforme me parecía ridículo.

Llevaba mi cabello recogido, un moño alto. Mi cabello rojo tinturado, por la espalda, me encantaba, era totalmente liso, aunque naturalmente era rubio y rizado, por lo que no me gustaba.

Salí de mi habitación y ya estaba Andrea desayunado, lista para salir a trabajar. Ella era guía turística de uno de los hoteles más prestigiosos de la cuidad, el hotel Las Américas, era en verdad lindísimo, además de caro. Por lo que Andrea podía ir a trabajar con un suéter del hotel y jeans, ella siempre se burlaba de mi uniforme, pero que podía hacer yo

- Buenos días. - Me senté a su lado.

- Buenos días. - Me pasó la leche y el cereal.

- Sí claro, ¿Y lo sirvo en la mano? - Hice que se notara mi sarcasmo.

- No seas vaga, levántate y búscalo. 

- Sí sí - Me dirigí a la cocina por un plato pero antes le lance unos cuanto cereales.

Desayunamos tranquilamente y salimos a tomar el metro para ir a nuestros trabajos.

Llegué a la escuela "Nuestra señora de la trinidad", porque era profesora (Aunque con ese uniforme parecía estudiante) Daba clases de inglés a todos los niños de la primaria. Las clases eran de 7:30am a 2:00pm pero por ser profesora entraba media hora antes y salía cuando terminaba mi horario, que algunas veces era antes de esa hora. Pero para mi mala suerte tenía clases a primera hora todos los días.

La escuela era de monjas, y era femenino, la paga no era envidiable pero me alcanzaba para mi sustento, comprar mis cosas e irme de rumba. Al principio dije que estaría ahí sólo por algunos meses hasta que consiguiera otro trabajo porque las monjas no me agradaba de a mucho; muy santas para mi gusto, pero no era tan malo, excepto por que hay niñas que ¡Dios santo! No sé cómo se las aguantan sus mamás. 

Entré a la sala de profesores, saludé a mis compañeros y la directora, que era la monjita mayor o así le decíamos Andrea y yo, ya que ella la conocía. La mañana pasó tranquila. Como la mayoría de las veces, estaba un poco cansada, pues trabajar con niños no es nada fácil, y menos sí eres la profe de inglés, muchos ni les gusta el inglés.

Ya eran las dos de la tarde y los padres empezaban a llegar por sus hijos.

- No señor no, le digo que no se la puede llevar. - Le decía Camila, una compañera, profesora como yo, a un tipo que iba por Dani.

Me acerqué enseguida, era Dani, una nena de grado segundo; era muy inteligente, buena gente y linda, además que hablaba perfectamente inglés, nos la llevábamos de maravilla.

- Señorita le digo que soy su hermano mayor. - Le decía aquel hombre.

- ¡Dani! - Le grite casi que susurrando, Dani me miró y vino hacia mí.

- ¿Que está pasando muñeca?- Pregunté mientras me ponía de cuclillas para quedar de su tamaño.

- Es que él - Señaló al hombre el cual aún ni veía bien. - Es mi hermano, vino por mí, pero no quieren que me lleve.

- ¿Hermano? - Está asistió con la cabeza - ¿Y es la primera vez que viene?

- Sí.

Cargue a Dani en brazos, estaba un poco pesadita, esos huesos no estaban de lujo pensé, porque era delgada. Caminé con ella hasta donde estaba Camila con su hermano.

Quiero Todo Contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora