Capitulo veinte.

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Sus besos eran como agua en el desierto, nunca nadie me había besado como él. ¡Y eso que había besado a muchos!  La lista de los hombres a los cuales había besado y/o pasado por su cama sí que era larga. Pero Ari, Ari era más allá del deseo o de un buen polvo.

Era amor. 

Y estaba segura que por ese amor era que tenía que dejar de verlo, no podía seguir aferrándome a su presencia, a su tacto y a sus besos. Por lo que  me solté de su agarre y me separé de sus labios.

- Adiós, Ari. - Musité con un nudo en la garganta y mirándolo a los ojos. 

- ¿Ya no me amas?  - Preguntó antes que pudiera avanzar. 

- ¿Qué con mi respuesta? 

- Solo respóndeme. - Se encogió de hombros. 

- No va a cambiar nada, Ari. - Y eso era cierto, lo amaba pero no debía estar con él. Así que, que mas daba si le decía que lo amaba o por el contrario le mentía y le decía que no. 

- Entonces ya no me amas - Pasó sus manos por su cabello. 

- No sé para qué quieres la respuesta.

- ¿Te cuesta tanto decirme que si...? - Alzó un poco la voz. - ¿O qué no? - Habló despacio.  - Solo dime que me amas. 

- ¿Qué pasa si te digo que si?

- ¿Qué pasa? - Se acercó un poco a mí, acorralándome entre la pared y él. - Te hago el amor.

Y entonces el muro entre el querer y el deber empezó a derrumbarse. - ¿Y si te digo que no? 

- Igual te lo haría porque sé que mientes. - Pasó su mano por mi mejilla. 

Tragué saliva mientras lo miraba fijamente a los ojos. El corazón me iba a mil por hora, lo que iba hacer automáticamente borraba todo hecho de "Alejarme de él y no aferrarme a su presencia" 

Me acerqué mucho más a él y lo besé - Te amo. - Musité, y acto seguido estire un poco su labio inferior con mis dientes. Ari sonrió al igual que yo.

Tomó mi mano y corrimos de ese pasillo hasta el parking. Ahí estaba su moto, en la cual nos fuimos a máxima velocidad hasta su departamento. Me encantaba ir detrás de él, abrazándolo y con el aire chocando en mi cara. 

Al llegar al apartamento, todo se resumió en nosotros, no importaban ni las amenazas ni los problemas ni nada diferente que no fuésemos nosotros dos. Al cerrar la puerta sus manos fueron directo a mi cadera y sus labios a mi boca. 

Eran besos sensuales, pasionales, pero sobretodo amorosos, me sentía como si tuviese meses sin besarlo y en mi estómago no sentía mariposas; sentía la discografía de Katy Perry completa. Sus labios dejaron los míos para dirigirse a mi cuello, por lo que ladee un poco la cabeza para darle un mejor acceso, sentí una corriente eléctrica cuando finalmente lo besó  y sus ágiles dedos empezaron a bajar la cremallera mi uniforme. 

Sus besos en mi cuello me provocaban sonrisas y un leve cosquilleo. Ari levantó la falta de mi uniforme y sobó mis muslos hasta llegar a mis nalgas, las cuales apretó fuerte, siguió levantando un poco más llevándose consigo el uniforme y lo sacó por arriba, una vez en camisa, me separé un poco para quitarme las medias y los zapatos, mientras que Ari se liberaba de sus prendas de la parte superior. Tanto tiempo sin acariciar sus abdominales, que al hacerlo disfruté tanto.

- Te amo - Musitó mientras volvía a besarme. - No sabes cuánto esperé por este momento.

- El mismo tiempo que yo. - Respondí mientras daba un pequeño salto y rodeaba su cintura con mis piernas. 

Quiero Todo Contigo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora