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¡Ay, pero cómo odió a Sun! Era una maldita; no les mentiré.

Perdida en sus pensamientos, no oyó que rompían la puerta del complejo en donde ella vivía. Ray estaba en el piso número noventa y tres, en la habitación número dos. Tampoco escuchó los tiros que golpeaban con las puertas, mucho debajo de donde ella estaba.

Prefirió aventurarse en las cartas de Wind, con una gran intriga.

Pero allí el viento corrió.

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