Universe.

T e n

El auto cayó muy rápido. Más de lo que cualquier persona habría creído que caería. Impactaron contra una pared de un edificio en llamas, y el carro comenzó a prenderse fuego; llevaban gasolina en el maletero. El conductor se había golpeado la cabeza con el volante y estaba inconsciente. Y ambos militares a sus lados estaban más que muertos.

Ray gritó, y con su mayor fuerza, intentó quitarse a un militar muy grande de sus piernas. Falló en el intento.

El fuego comenzaba a consumir todo el auto. Sentía un calor inmenso, del que sabía que tal vez no podría escapar. Sólo le quedaban segundos claves.

Vio el arma que sostenia el militar que estaba de conductor. Se estiró un poco y logró sacársela. Ahora o nunca.

Le disparó al vidrio más cercano. Con el arma movió un poco al militar de sus piernas, y logró sacarlo. Saltó por la ventana, llevándose consigo grandes quemaduras y profundas heridas de vidrio. Cojeaba y se sentía a morir.

Pero no le importó. Corrió como nunca lo había hecho. Escuchó una explosión luego de unos segundos. Se tiró al piso helado, y cerró los ojos. Paso un tiempo hasta que los abrió.

Frente a sus ojos, estaba su hermano, vestido con los trajes de los militares que antes la habían sacado de su departamento a la fuerza. Él sacó un arma de la parte trasera de sus botas, y le apuntó. Ray buscó a su alrededor la que le había quitado al conductor, pero no la encontraba.

—Levántate —le ordenó su hermano a Ray, antes de suspirar —. Levántate ahora si no quieres que esto termine peor de lo que ya está.

Ray lo obedeció. Él le quitó el seguro al arma, y ella subió sus brazos.

—Qué lindo reencuentro —dijo Ray, haciendo una mueca. Su hermano se acercó con el ceño fruncido.

—Prefiero que el que tenga que hacer esto sea yo, y no otro. Lo siento, Ray. No quiero que vivas en un mundo así —él puso un dedo en el gatillo.

—Espera. Déjame un minuto, por favor. Es lo único que te pediré —imploró Ray, sentándose de nuevo. Él asintió, pero no dejó de apuntarle con el arma.

Ray vio su vida pasar por su mente. Su madre, su padre, su hermano y sus amigos. Todo había quedado atrás. Esos buenos y malos momentos que había pasado ya no serían nada para nadie.

Miró hacia arriba. Estaba el cielo, y probablemente las estrellas. La luna llena de seguro también estaba. Nubes de nieve, y el sol en otra parte del mundo. Soplaba un fino viento, y las nubes que transportaban aquella nieve de seguro también traían lluvia. Y cómo olvidar los copos blancos que caían suavemente.

Sonrió.

Al menos se iría junto a cosas de las que se sentía parte.

—¿Lista? —dijo su hermano. Ella asintió.

—Házlo —susurró Ray.

Dolor inmenso. Luego la nada misma.

«Espero que este rayo sea parte del cielo una vez más», pensó Ray, antes de cerrar los ojos y no abrirlos nunca más.

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N.A:

VOY A LLORAR BASTA.