Heather cerró el libro en el que llevaba más de dos horas inmersa y que tantas veces había leído. Abby y Charlotte, que eran las tres mejores amigas, se encontraban también en el cuarto, fangirleando acerca de Harry Potter.
-¡Quiero ir a Hogwarts! –Sollozó Heather al recordar la increíble saga- Esto es una basura, vivimos rodeadas de muggles.
-Te recuerdo que tenemos catorce años –Dijo Abby con tristeza- Nacimos muggles también.
-¡Cállate! –La espetaron Charlotte y Heather al mismo tiempo.
-¿Y si bajamos a subirnos la autoestima con chocolate? –Ofreció Charlotte y Heather la miró mal porque era el único bote que la quedaba- Tranquila, te lo devolveremos...
Heather sonrió y cinco minutos después, las tres se encontraban en la cocina echándose maleficios y conjuros –Heather era la que especialmente destacaba en ese tema-y poco a poco fueron acabando con los suministros.
-Venga, volvamos a tu cuarto -Sugirió Abby.
Cuando llegaron a la habitación oyeron un sonido que provenía del salón. Las tres chicas se miraron confundidas y se dirigieron a la zona de la que provenía el extraño ruido, cada una con un arma en la mano. Cuando abrieron la puerta, un pequeño ser con ropas desgastadas y grandes ojos brillantes se encontraba ante ellas. Charlotte ahogó un grito y Abby tiró la lámpara que traía con ella al suelo.
-Buenas señoritas, Soy...- Dijo el ser con una voz temblorosa
-¡¡¡DOBBY!!!- Exclamó Heather, asustando al pequeño elfo.
-A claro, señorita Rooney, a Dobby se le olvidaba que en este mundo ya le conocen.
-¡¿Qué narices le pusiste a la nutella, Heather?! –Preguntó Charlotte frotándose los ojos con empeño, intentando ver las cosas desde un punto realista.
-N-No... P-puede e-estar... -Tartamudeaba Abby, atónita y a punto de tener un ataque de nervios.
-¡Pareces Quirrel, Abby! –La espetó Heather, temblando de emoción.
-¡No menciones a ese hombre delante de Dobby, por favor, señorita! –Pidió Dobby de inmediato- Bueno, Dobby, procederá a explicarles, señoritas, el por qué de mi presencia. –Se aclaró la garganta y jugó nervioso con sus dedos- Él gran señor, Dumbledore, las ha elegido a ustedes, señoritas, para una misión muy importante. Tomad vuestras cartas y el amable guardabosque, Hagrid, os encontrará. Solo abrid las cartas, señoritas.
Dicho aquello, chascó los dedos y desapareció, sin dejar el menor rastro. Las tres chicas se miraron unas a otras, sin poder creer lo que acababa de pasar en aquella habitación. ¿Dobby había estado realmente delante de ellas? ¿Cómo es posible? Es decir, se supone que Hogwarts no existe, aunque ellas no pensaban de esa manera.
-Mi-mirad –Señaló Abby con un dedo tembloroso a las tres cartas que estaban en la alfombra del salón.
Heather se acercó decidida, las cogió y admiró su carta mientras les entregaba las otras dos a sus amigas. Por detrás decía la dirección, donde se encontraba su cuarto, la ciudad y su nombre. El signo de Hogwarts estaba dibujado en la parte delantera del sobre y debajo el sello rojo con un estampado. La abrió con sumo cuidado y contempló la caligrafía escrita con tinta verde esmeralda. Pero entonces, algo ocurrió.
Las tres chicas sintieron como una fuerza sobrenatural que las succionaba, como sus pies se despegaban del suelo y todo a su alrededor se volvía borroso, como si estuvieran yendo a la velocidad de la luz. Era la misma sensación de cuando te pones la boca del tubo de una aspiradora delante de los labios, pero esta vez era como si las estuvieran arrancando la piel de los músculos. Pero todo se detuvo de repente. Ya no estaban en el salón de la casa de Heather, estaban en un callejón con suelo de piedra y a los laterales cientos de tiendas con artículos mágicos.Era el callejón Diagon.
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De pronto en Hogwarts
FanfictionHeather, Charlotte y Abby son tres mejores amigas a las que les encanta Harry Potter. Nada más terminar el séptimo libro por cuarta vez, las amigas bajan a la cocina y poco después se encuentran con una sorpresa. Dobby, el famoso elfo libre de la sa...