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El primer día que llegaste al instituto estabas preciosa.
Sabía que seriamos amigas en cuanto te vi.
Te pusieron en mi clase.
La gente te trataba de manera enfermiza por tu estado, nunca llegaré a entender eso.
¿Recuerdas la primera vez que hablamos?
Fue en informática, teníamos que ponernos por parejas, y yo me puse contigo.
"Hola, ¿te importa que me ponga aquí? Soy Ann, tú te llamas Becca, ¿verdad?"
Siempre me dijiste que lo que más te gustó de mi fue que no te tratase como una enferma. Era normal que no lo hiciese, si yo estuviera enferma, no me gustaría que me tratasen como tal.
He de reconocer que lo que más me impresionó de ti, fue el hecho de seguir conservando las pestañas, nunca te lo dije.
Me encantaban tus ojos, tan azules, y con esas pestañas tan largas y negras.

Cuando llegó la hora del recreo, te invité a venir conmigo. Estuvimos todo el rato hablando de nuestros sueños. Recuerdo que tu querías ser juez. La verdad es que no pega nada con tu personalidad. Pero querías repartir justicia por un mundo injusto.
También me dijiste que te mudaste para estar más cerca del hospital. No te pregunté sobre el tema, y seguimos hablando.
El instituto se me hizo menos pesado gracias a ti, Becca.

Confesiones para Becca.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora